“Sobrevivimos por nuestros propios medios”: Familias en Apopa aún no tienen una vivienda tras perderla por la tormenta Amanda
Son cinco familias las que llevan seis meses albergadas en un centro educativo tras perderlo todo en la tormenta Amanda, en junio pasado. Piden ayuda al Gobierno para nuevas viviendas. La opción que tienen es aceptar $300 como compensación.
Por Yessica Hompanera
2020-11-18 9:00:27
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Durante seis meses familias de las colonias La Ermita y Morenos del municipio de Apopa, en San Salvador, han permanecido dentro de las aulas del Instituto Nacional de Apopa (INA) sin que se les resuelva el derecho a tener una vivienda. Las lluvias torrenciales de la tormenta Amanda, entre la noche del del 31 mayo y la madrugada del 1 de junio del 2020, provocaron que sus casas resultaras dañadas. Los afectados señalan que las autoridades comunales y gubernamentales las han abandonado. Foto EDH/ Yessica Hompanera
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Las familias se organizaron y enviaron cartas en dos ocasiones al Consejo Plural de la alcaldía de Apopa y hasta la fecha no han recibido una respuesta favorable. En primer momento solicitaron la creación de un convenio entre el Fondo Social para la Vivienda (FSV) y la alcaldía, pero fue rechazada sin justificación por el pleno municipal. Luego, estos aseguraron el pago de arrendamiento de una vivienda durante un año, pero tampoco funcionó. Como alternativa a la pronta solución, la comuna dijo que pagaría unicamente $300 para las personas afectadas en las últimas tormentas. Foto EDH/ Yessica Hompanera
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Las cinco familias se siente inconformes porque aseguran estar en un limbo. La responsable de la Comisión Municipal de Protección Civil, Zenayla Alas, aseguró que si las familias aceptan el pago de $300, tendrán que desalojar los salones de clase del INA aunque no tengan un lugar seguro a su llegada. Han enviado cartas al presidente de la República, Nayib Bukele; el ministro de Protección Civil, Mario Duran, y Michelle Sol, ministra de Vivienda. No han recibido ninguna respuesta. Foto EDH/ Yessica Hompanera
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Los refugiados señalan que no pueden ir vivir en otra zona porque corren el peligro de ser víctimas de la delincuencia que reina en otras localidades de Apopa. Prefieren vivir en el riesgo que implica una quebrada. Foto EDH/ Yessica Hompanera
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Juana Parada comentó que sus hijas tiene miedo cuando comienza a llover, ya que les recuerda la madrugada cuando vieron caer una parte de su patio al río. Foto EDH/ Yessica Hompanera
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Mirna Díaz de Escobar también llegó el 2 de junio junto con su esposo y sus hijos. A ellos solo les queda las paredes de una casa en la colonia Moreno, a medio kilómetro de La Ermita, por la que pagaron alquiler durante 8 años.Foto EDH/ Yessica Hompanera
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Los hijos de Mirna Díaz de Escobar, Blanca y Jeramías, se entretienen viendo televisión o jugando al escondite. Foto EDH/ Yessica Hompanera
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El pequeño Jeremías se entretiene con una bandera de El Salvador que le regaló su papá en septiembre; esto le sirve como entretenimiento mientras pasan los días en el albergue. Foto EDH/ Yessica Hompanera
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Las aulas deben permanecer limpias para evitar cualquier brote de enfermedades. Esta es una actividad donde participan todos los miembros de la familia. Foto EDH/ Yessica Hompanera
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La mayoría de las familias que habitan en el instituto son comerciantes informales que después de la pandemia sus ingresos fueron reducidos a más de la mitas a compración que meses antes de la llegada del COVID-19. Foto EDH/ Yessica Hompanera
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Las mamás muestran preocupación por la salud mental de sus hijas e hijos debido a las escenas vividas durante la evacuación, la destrucción de sus viviendas y la incomodidad del albergue. Foto EDH/ Yessica Hompanera
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Mirna Díaz de Escobar juega con su hijo Jeremías de dos años de edad en un aula del instituto en la que han permanecido por seis meses. Ellos son residentes de la colonia Moreno en Apopa. Ella era vendedora de joyería en acero inoxidables, pero la pandemia no le permitió seguir en le negocio a causa de las medidas de salud para prevenir el COVID-19. Foto EDH/ Yessica Hompanera
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Los albergados se han acostumbrado a la rutina del albergue. Aseguran que los días son todos iguales y que ansían regresar a una casa que les permita vivir de forma digna. Foto EDH/ Yessica Hompanera
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Un alegre y pintoresco paisaje plasmado en una de las paredes del instituto a escasos metros del salón donde viven las familias de Apopa. Un panorama que dista de la realidad de los albergados. Foto EDH/ Yessica Hompanera
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Kenia Juárez posa en los vestigios de su casa donde vivió por 10 años junto con sus hijos. Algunas partes de la casa ya están inundadas de vegetación producto de la humedad y el descuido. Foto EDH/ Yessica Hompanera
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Esta es la vista al interior de la casa de Kenia, seis meses después de que su casa cayera al fondo del barranco que da al río en Apopa. Foto EDH/ Yessica Hompanera
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Este es el patio de Juana el cual se desplomó la madrugada del 1 junio con la tormenta Amanda. Foto EDH/ Yessica Hompanera