Camilleros ayudan a los demás aun luchando con sus propias carencias

Los voluntarios han tenido que solicitar ayuda en las calles para solventar algunos de los gastos que tiene la institución y así seguir funcionando.

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Las instalaciones de Camilleros están bajo un paso a desnivel sobre el bulevar Venezuela.

Por Yessica Hompanera

2020-06-29 4:30:36

Falta de equipo de bioseguridad, reparaciones en ambulancia y alimentación para socorristas son algunas de las cosas que Camilleros Voluntarios, una institución rescate, enfrenta en plena pandemia provocada por el COVID-19. Las ideas de cerrar operaciones y dejar de atender a pacientes son los fantasmas que rondan a sus voluntarios.

Bajo la sombra de un baipás ubicado sobre el bulevar Venezuela, en San Salvador, un grupo de cuatro rescatistas vestidos de rojo, una tienda de campaña y un ambulancia estacionada llama la atención de todos los automovilistas y peatones que transitan por el lugar. Esta es la cede de Camilleros Voluntarios Central. Solo están esperando que una alerta los haga moverse a toda velocidad para atender a quien lo necesite.

El jefe de operaciones, Geovanny Hernández, comentó que el costo para manejar una institución humanitaria es sumamente elevado y que las reparaciones en la única ambulancia no pueden ser absorbidos con dinero de los mismos voluntarios por quienes han tenido que pedir en las calles para solventar la alimentación y otros gastos que surgen diariamente con el objetivo de seguir funcionando.

Fundada en 1990, la organización cuenta con 79 voluntarios; de los cuales 15 trabajan en el área metropolitana de la capital y el resto están en están en Santa Ana, Cojutepeque y Usulután.“No hay donantes para que nos ayuden como antes de la pandemia. La crisis económica golpeó a todas las empresas que se solidarizaban con nosotros”, señaló.

Voluntarios en pandemia

Astrid, Wilfredo y Jonathan son voluntarios primerizos que han llegado a la base para ayudar a quien lo necesite. A pesar de las condiciones en las que se encuentran su amor por el emblema los hace quedarse y seguir adelante. Todos tienen el mismo valor: la solidaridad. Mucho antes de llegar debajo del paipás, ellos se dedicaban a vender ambulante y atender mesas en restaurantes.

Antes de que se decretara la cuarentena, a principios de marzo, los Camilleros utilizaban un edificio a escasos metros del baipás, pero para evitar las aglomeraciones y contagios entre sus elementos decidieron utilizar el espacio que ahora utilizan. “Es para tener más espacios, es más cómo estar ahí. Con la cuarentena la cantidad de voluntarios se redujo y por eso estamos pensando en regresar a nuestro antiguo local”, explicó Geovanny.

El alto costo de los insumos de bioseguridad para cubrir emergencias durante la pandemia es otro de los obstáculos con los que se han encontrado en el camino. Con un sistema de salud público saturado y la alta demanda de ambulancias, los Camilleros han tenido que atender a pacientes con síntomas de COVID19 con trajes que rozan en el límite del contagio.

“Mi anhelo y mi sueño es ayudar a los demás. Me siento muy feliz de estar con mi equipo y hacer con ellos lo que más me gusta”, dijo Astrid mientras el resto de sus compañeros acentuaban con su cabeza como forma de aprobación.

Giovanny explica que uno de los métodos que han implementado es el chequeo médico para monitorear algún síntoma entre ellos, pero hasta el momento no se ha reportado ningún tipo de contagio.

“En el momento que nos quedemos sin equipo de protección, ahí vamos a parar operaciones porque no vamos a permitir que nuestra gente se contamine. Es como mandar a un soldado sin armas a una guerra”, señaló.