Vicente, el santaneco que es profesor por la mañana y vendedor de dulces por la tarde

Como docente, en el cantón Palo de Campana, gana $180 y no cuenta con ninguna prestación. Está contratado por servicios profesionales por solo 10 meses al año y aspira a ser nombrado como maestro interino. Para ajustar el presupuesto de cada mes, todas las tardes vende dulces en los autobuses urbanos de Santa Ana.

Por Jessica Orellana

2019-03-11 6:43:07

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A las 5:15 de la madrugada, Vicente sube al camión que lo transporta por 10 de los 18 kilómetros que hay para llegar hasta la escuela de Palo de Campana. A esa hora, es la única forma de salir de la ciudad de Santa Ana. Foto EDH / Jessica Orellana
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Para llegar a su lugar de trabajo, Vicente camina al rededor de una hora y media (8 Kilómetros). No cualquier tipo de vehículo puede acceder a la zona y no existe servicio de transporte público. Foto EDH / Jessica Orellana
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Vicente trabaja bajo la modalidad de aulas integradas. En un mismo salón de clases, enseña a niños desde tercer hasta sexto grado. Foto EDH/ Jessica Orellana
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Vicente es atento con sus estudiantes, los incentiva, cada día, a no dejar la escuela. Para él, la educación es un pilar importante para cambiar a la sociedad. Foto EDH/ Jessica Orellana
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“El Profe”, como lo conocen sus alumnos, enseña a 18 niños que provienen de los alrededores del Cantón Palo de Campana en Santa Ana. Foto EDH/ Jessica Orellana
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El Centro Escolar Caserío Guadalupe, en el Cantón Palo de Campana, se encuentra en condiciones óptimas a pesar de haber sido afectado por la erupción del volcán Ilamatepeq, en el 2005. Foto EDH/ Jessica Orellana
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Al igual que Vicente, sus estudiantes también recorren prolongados trayectos a pie para llegar a la escuela. El terreno es inclinado y, en su mayoría, los caminos son veredas de tierra. Foto EDH/ Jessica Orellana
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Además de Vicente, en el Centro Escolar de Palo de Campana, también trabaja otra maestra que imparte tres grados en la modalidad de aulas integradas y funge como directora de la escuela. Foto EDH / Jessica Orellana
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El hecho de tener que impartir clases a cuatro grados en un mismo salón, ha enseñado a Vicente a ser creativo al momento de desarrolar sus lecciones. Foto EDH / Jessica Orellana
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En su niñez, Vicente vivió en una zona muy similar al lugar en donde ahora ejerce la docencia. En aquellos días era más importante trabajar que estudiar. Desde su trabajo, lucha a diario para evitar que sus alumnos abandonen la escuela. Foto EDH / Jessica Orellana
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Los niños que asisten a estudiar en la escuela de Palo de Campana pertenecen a las cerca de 25 familias que habitan en la zona y que, en su mayoróa, se dedican al cultivo y cosecha del café. Foto EDH/ Jessica Orellana
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Más que una satisfacción, para Vicente, el ser maestro se ha convertido en una pasión. Sus alumnos lo ven como un ejemplo a seguir. Foto EDH/ Jessica Orellana
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Los dulces que a diario vende en las calles de Santa Ana, Vicente los compra con el poco dinero que gana vendiendo charamuscas en la escuela de Palo de Campana. Foto EDH / Jessica Orellana
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Cuando comenzó sus estudios en la Facultad Multidisciplinaria de Occidente (UES), Vicente pasaba por una dificil situación económica que le impedía, incluso, pagar el costo del autobús. Entonces nació la idea de vender dulces, como una forma de viajar sin pagar los pasajes y generar algún ingreso propio. Foto EDH/ Jessica Orellana