“He aprendido a sobrevivir del arte”: Julio Hernández, el escultor detrás de los animales gigantes de Panchimalco
Cocodrilos, iguanas, venados y serpientes son algunas de las especies que adornan las estrechas calles que conducen al municipio de Panchimalco, a 18 kilómetros desde San Salvador. El encargado es Julio Hernández, quien tiene dos años de dedicarse al arte de tallado en piedra.
Por Francisco Rubio/Jonathan Tobías
2020-11-12 6:30:55
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Ubicados desde el kilómetro 10 y medio de la carretera que conduce a Panchimalco, varias piedras han tomado forma de animales los cuales dan la bienvenida a los habitantes y visitantes. Piedras en forma de conejos, lagartijas, tortugas, cocodrilos y elefantes, se han convertido desde el año pasado en la atracción principal en la zona. Algunas esculturas son tan grandes y curiosas que muchos se atreven a escalarlas para tomarse una fotografía. Foto EDH/ Francisco Rubio
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Con sus distintos tamaños y variedad de colores, el tramo de la carretera se ha convertido en lo más parecido a una selva amazónica. Julio comenta que la idea de tallar piedras en forma de animales nació por parte de la alcaldía de Panchimalco. Foto EDH/ Francisco Rubio
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El artista, quien tiene dos años de dedicarse al tallado en piedras, expresa que su mayor intención es que en un futuro toda esa calle se transforme en un lugar de recreación, especialmente para los niños. Foto EDH/ Francisco Rubio
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Julio Hernández comenta que esta iniciativa nació a inicio del 2019 y al ver que los turistas, provenientes de otros países, se asombraron de las esculturas decidieron continuar adornando el lugar. Foto EDH/ Francisco Rubio
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El artista señala que al inicio del proyecto eran 15 personas las que se dedicaban a este trabajo, pero con algunas razones fueron desistiendo. Hasta ahora solo seis siguen adelante con las esculturas. Foto EDH/ Francisco Rubio
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La materia prima que Julio utiliza con sus compañeros para darle forma a las rocas, es tierra blanca, cemento, hierro y pintura.Foto EDH/ Francisco Rubio
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Para el artista, el levantar esculturas en su pueblo es un oficio que le ha permitido ganarse la vida y que hacerlo es un sueño que nació en su niñez. El artista recuerda que a la edad de siete años, sintió la necesidad de colocar en su mesa una hoja de papel y dibujar con una variedad de lápices de colores. Los primeros retratos no eran más que bocetos de animales y paisajes, pero con el tiempo fue perfeccionando su talento. Foto EDH/ Francisco Rubio
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Julio finalizó sus estudios como bachiller industrial. La falta de recursos no le dio la oportunidad de estudiar una carrera universitaria relacionada a las artes plásticas. Foto EDH/ Francisco Rubio
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La falta de empleo y el gusto al arte lo llevó a recorrer varias partes del país en busca de oportunidades para generar ingresos a través del dibujo. Julio recuerda que por muchos años se dedicó a crear paisajes en forma de murales. Foto EDH/ Francisco Rubio
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“Esto es una pasión que llevamos en nuestra sangre y es nuestro privilegio darla a conocer”, señala, con un tono de orgullo.Foto EDH/ Francisco Rubio