El comandante James A. Lovell, el piloto del módulo lunar Fred W. Haise y el piloto del módulo de mando John L. Jack Swigert regresaron a la Tierra con siete kilos menos y deshidratados el 17 de abril de 1970.
La expedición en la que participaron, Apolo 13: odyssey, fue catalogada como de éxito parcial por el Programa Apolo, de la NASA, en un total de 22 misiones lunares que dirigieron.
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Aunque los científicos creyeron que un meteorito había chocado contra la nave, se trató en realidad de un fallo eléctrico tras una explosión en el módulo de mando. El problema era que Lovell, Haise y Swigert estaban a 200 mil millas de distancia de la Tierra y perdieron la comunicación paulatinamente.
A pesar que la situación fue considerada como una de las más complicadas en vuelos tripulados, las exploraciones han continuado hasta el presente. Ni la vulnerabilidad humana u otros obstáculos han frenado el deseo insaciable de conquistar otros mundos y Apolo 13 es un ejemplo de ello.
Nada detiene al hombre
Japón ambiciona establecer colonias espaciales para el 2030 con ayuda del Centro de investigación de colonias espaciales.
La institución, que se estableció en noviembre de 2017 y está liderada por la primera mujer japonesa astronauta Chiaki Mukai, tiene la tarea de desarrollar la tecnología óptima para garantizar la supervivencia en el espacio.
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Dentro del basto universo, la Luna es un destino “muy prometedor y muy realista” dada su cercanía, apenas se tardan tres días en llegar y por ello incluso la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial se ha sumado a la conquista. La misión, que agrupa a una treintena de brillantes científicos nipones, busca alternativas a la Estación Espacial Internacional cuyas operaciones está previsto que acaben la próxima década.
Con esta visión trabajan en resolver cuatro grandes problemáticas: el diseño de un espacio habitable, con capacidad de abastecerse de energía y almacenarla, con tecnología para reciclar aire y agua, y en el que se puedan cultivar alimentos.
“En el futuro imaginamos que podría haber varios módulos de vida acoplados los unos a los otros”, dice Mukai, así como instalaciones en la superficie, orientadas para estancias cortas y uso turístico. Para la astronauta, de 66 años y con dos viajes al espacio en su trayectoria (1994 y 1998), la visión de una colonia en el espacio es más la de turistas acudiendo a hoteles que la de grandes urbes.
Para asegurar la producción de alimentos, investigadores trabajan en un pequeño invernadero donde realizan pruebas con patatas, tomates, albahaca y lechugas sumergidas en agua en vez de plantadas en tierra. Se trata de obtener plasma por primera vez en estado líquido de manera artificial a partir de orina, para crear un compuesto capaz de ayudar a abonar los cultivos y mantener el agua libre de algas.