Paul Amaroli “En El Salvador hay varios temas apasionantes de la arqueología”

El antropólogo estadounidense radicado en el país habló de la profesión en El Salvador y los nuevos descubrimientos en Cihuatán

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elsalvador.com

Por Gustavo Flores Twitter: @Gusflores21

2013-09-10 9:00:00

Paul Amaroli es un reconocido antropólogo egresado de la Universidad de California, Berkeley, EE.UU. Enamorado de El Salvador país al que llegó por distintos trabajos arqueológicos y hoy es el director asociado de Proyecto Arqueológico Cihuatán-Las Marías.

—¿Cómo llega a El Salvador?

—La primera vez vine por poco tiempo, porque estuve viajando por distintos lugares de Centroamérica. Fui a Tikal y allí conocí a salvadoreños; esto fue a finales de los 70. Allí me dijeron: “Tikal es un gran sitio, pero los sitios salvadoreños son increíbles” (risas). Eso me animó a dar una vuelta por aquí. En esa oportunidad conocí a varias personas que estaban trabajando en varios sitios, Cihuatán, Chalchuapa. Esa fue la primera vez y a veces cuando no hay mucha información sobre algunos lugares, eso te despierta mas inquietudes. Es una historia larga…

—Pero decidió radicarse en este país…

—A partir de un proyecto de prosprección sobre la capital de los pipiles, hoy Cuscatlán, lugar que todavía, curiosamente, no había sido identificado…. Me interesé por el asunto, pero me enteré de que no era para Cuscatlán, sino para investigar un sitio llamado Cara Sucia, un sitio muy importante, pero una cultura muy distinta. Volví a estudiar y regresé cuatro años después. Hice estudios durante cuatro años fuera, incluyendo un sitio muy interesante, el sitio agrícola más antiguo, 1,700 años AC, El Carmen. Corriendo el tiempo, con varias personas creamos Fundar (Fundación Nacional de Arqueología de El Salvador) en 1996. Es el único organismo no gubernamental en el país que se dedica a conservar, proteger e investigar el patrimonio arqueológico salvadoreño. Y como proyecto de banderazo, Cihuatán que estaba abandonado.

—¿En qué basaron ese proyecto?

—La idea era reanudar investigaciones suspendidas desde los 70. Durante la guerra fue zona de fuego libre por algún tiempo.

—¿Y cómo fueron trabajando allí?

—Poco a poco, con fondos voluntarios, donativos. Pudimos hacer lo poco que se ha hecho allá. Es un lugar simpático, muy diferente a lo que era. Es una gran satisfacción.

—¿Cómo está la arqueología hoy en El Salvador?

—Estuvo muy estancada durante el conflicto armado, fueron esfuerzos quijotescos. El presupuesto de la arqueología se redujo a una resma de papel y dos lapiceros por año. En los años que han seguido se fundó una universidad privada (la Tecnológica) que ofrece arqueología. El programa ha tenido puntos positivos y puntos que todo el mundo ha criticado. Y ya se han graduado 20 personas a lo largo de los últimos años. Entre los puntos a mejorar están la incorporación de trabajo de campo en la currícula, una cuestión muy importante para la formación arqueológica. En Guatemala, por ejemplo, en la Universidad Nacional San Carlos, incluyen muchas materias con trabajo de campo, experiencia de campo, además de la enseñanza desde cómo hacer mapeo hasta reconocer tipos de cerámica, etc.

Otro problema es el mercado, por decirlo vulgarmente. Ya se saturaron las plazas, no hay perspectivas de más. Hay seis arqueólogos que trabajan en la dirección de arqueología y cuatro en el museo. En estos momentos hay un proyecto de presa en El Chaparral. Ampliar el campo laboral es otro de los desafíos.

—¿Por qué decidió trabajar en la arqueología en este país y no en Estados Unidos tras haberse graduado allí?

—Mire, la gente con la que he estudiado está haciendo tres cosas: unos dan clases con salarios no muy buenos, otros están en consultorías para efectos de investigación en proyectos sin continuidad. Esto es muy diferente a la realización de una investigación sistemática en un mismo lugar. Y los terceros son gente que no trabaja en la arqueología. Lo que me interesó aquí es que hay varios temas apasionantes de la arqueología, como la erupción de Ilopango, una de las mayores erupciones del mundo entero de los últimos 10 mil años. Hizo un borrón y cuenta nueva de la población. Qué pasó, como sucedió, cómo eran las cosas antes y como fueron después. Aquí no puedes dar dos pasos sin darte cuenta de la erupción. Estamos inmersos en esa erupción de hace 1,500 años.

Otro tema es el colapso maya que ocurrió en el siglo noveno después de Cristo, un tema apasionante en la versión local, con el agregado que siguió un capítulo extraño: la aparición de nuevas ciudades. Cihuatán fue una de ellas. Cómo se dio la llegada de nuevos habitantes… Y el capítulo final es la quema, ¿quién destruyó eso?, ¿qué fue lo que llevó a Cihuatán a convertirse en cenizas?

Otro tema fue la entrada de la agricultura, que no fue gradual en esta zona.

Hay varios temas que tienen su propio perfil interesante. Y algunos únicos como el caso de Ilopango.

—¿Cómo se sostiene hoy Fundar?

—Fundar recibió un fondo de USAID (la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) y los intereses de eso van flotando para mantener lo básico. El fondo es por donativos, los nietos de Antonio Sol donaron. El hospital de Diagnóstico también aporta donativos. Los negocios grandes pueden donar y percibir beneficios de impuestos. El Estado aporta con la planilla de la gente de campo, vigilancia, electricidad.

—¿Qué se puede decir de los nuevos descubrimientos de los jaguares de Cihuatán?

—Los nuevos descubrimientos en el último año fueron en dos localidades. Uno pensamos que podría ser un punto de control de un recinto amurallado, no sólo de vigilancia, quizás también de ingreso. Quizás luzca como punto de control. Muchos fragmentos de esculturas de cerámicas o felinos. Hay dos cosas que quisiera seguir investigando: el exterior de la muralla y la otra un muro anterior que corre debajo de la plataforma, quizás la primera versión de la muralla. Hasta dónde conduce. Sol dice que encontró 20 jaguares hechos pedazos. Ilustra dos cabezas, hemos reconstruido uno.

—¿Las excavaciones y el trabajo cómo van a continuar?

—La distribución de los fragmentos de cada objeto será muy interesante. Se va a continuar el trabajo con los materiales recuperados en la excavación, con la descripción de cada fragmento, con el remontaje, es decir con la reconstrucción de piezas, tareas que se llevan a cabo en Cihuatán.

—¿El sitio cuenta con un museo?

—Tiene un museo fotográfico. Hubo una propuesta de hacer un museo grande allá. Pero para hacer un gran museo destruyendo parte del sitio hubiera sido más grande que la pirámide. Opinamos que no era apropiado.

—¿Cuánta gente visita hoy el sitio?

—El año pasado fueron casi 12 mil. Mayormente por gente local, estudiantes y colegios. Esto es diferente a sitios como Copán o Tikal, donde los extranjeros son mayoría entre los visitantes. El avance en Cihuatán ha sido importante… si se piensa que cuando inauguró en 2007 iban 200 por mes…