Con la controvertida dimisión como “royals” de los duques de Sussex, Harry y Meghan Markel, los duques de Cambridge, Guillermo y Kate Middelton, han recobrado protagonismo y popularidad y qué mejor sitio para comprobarlo que Irlanda, donde aún se mira con recelo al Reino Unido.
El príncipe Guillermo y su esposa iniciaron este martes su primer viaje oficial a este país con vistas a reforzar durante tres días el proceso de reconciliación y estrechar los lazos entre ambos países.
La histórica y exitosa visita de la reina Isabel II en 2011, la primera de un monarca británico a Irlanda desde su independencia del Reino Unido, simbolizó la normalización de sus relaciones después de décadas de tensiones, algunas de las cuales han resurgido durante los últimos tres años por culpa del Brexit.
Enrique y Meghan también fueron recibidos como estrellas de cine cuando eligieron la capital irlandesa como destino para celebrar una “mini-luna de miel” en 2018, a los pocos días de contraer matrimonio.
Desde entonces, las cosas han cambiado significativamente y no es casualidad que la visita de los duques de Cambridge sea la primera que efectúan miembros de la familia real británica a Irlanda desde que el Reino Unido abandonó oficialmente la Unión Europea (UE) el pasado 31 de enero, lo que da idea del interés de Londres por encauzar cuanto antes sus relaciones con Dublín.
Por ello, este periplo de tres días por la “Isla Esmeralda” estará plagado de gestos y guiños. Para empezar, la pareja llegó al aeropuerto dublinés en un vuelo regular de la aerolínea irlandesa Aer Lingus, mezclados con el resto de pasajeros.
Asimismo, como ya hicieron la reina y Meghan en homenaje al color de Irlanda, Catalina eligió para su llegada un atuendo de tonos verdes, con un vestido de la diseñadora Alexandra Rich y un elegante abrigo de Catherine Walker.
Después de ser recibidos a pie de avión por el embajador británico en Dublín, Robin Barnett, y un reducido grupo de dignatarios, los duques se desplazaron a la residencia del presidente irlandés, Michael D. Higgins.
El príncipe, segundo en la sucesión al trono británico, y la futura reina consorte mantuvieron una reunión con el jefe del Estado y su esposa, Sabine, para hablar de temas de interés común para ambos países, como el Brexit o la emergencia climática, según fuentes oficiales.
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Los cuatro salieron después al jardín para hacer sonar la llamada Campana de la Paz, instalada en 2008 para celebrar el décimo aniversario de la firma del acuerdo del Viernes Santo (1998), el texto que puso fin al sangriento conflicto en la provincia británica de Irlanda del Norte.
El tema de la reconciliación siguió muy presente cuando los duques visitaron por la tarde el Jardín del Recuerdo, en el centro de Dublín, donde una multitud les recibió con aplausos y gritos de “bienvenidos a Irlanda”.
En ese lugar, erigido para recordar a los héroes republicanos irlandeses que lucharon contra la corona británica en la guerra de independencia, la pareja dejó un mensaje escrito que pedía no olvidar “nunca las lecciones de la historia”, mientras “seguimos construyendo juntos un futuro mejor”.
La abuela de Guillermo también depositó una corona de flores en el “Jardín del Recuerdo” hace nueve años, en uno de los momentos más emotivos e icónicos de aquella visita.
Tras su baño de multitudes, Guillermo y Catalina mantuvieron un encuentro de unos 30 minutos con el primer ministro irlandés, el democristiano Leo Varadkar, y su esposo, Matt Barrett.
“Ha sido un placer dar esta tarde la bienvenida al duque y a la duquesa de Cambridge a los Edificios del Gobierno, como parte de su visita a Irlanda“, escribió en Twitter el jefe del Ejecutivo de Dublín.
Su primer día en Irlanda concluirá con la casi obligatoria visita al museo de la fábrica de la cerveza Guinness, en una fiesta organizada por el embajador Barnett y en la que se espera que tengan la oportunidad de acercarse al cañero para “tirar” una pinta del famoso “brebaje negro”.