Rocky se estrenó hace 43 años.Foto Cortesía Fabian W- Wantail
– ¿Al momento de filmar la primera versión de “Rambo” imaginaste que te ibas a convertir en el superhéroe norteamericano más humano de tu país?
– Te diría que en política yo soy ateo. Nunca antes había votado incluso. De verdad. No tenía nada que ver con la política. Me pareció que era una buena historia. En el libro original, Rambo está tan dañad que tiene que suicidarse al final. Él era un salvaje, pero yo no quise dar ese mensaje. Pensé que si iba a filmar esa película tenía que ser responsable por los miles de soldados que quieren suicidarse. En ese entonces ya había 25.000 suicidios por mes. Y pedí llevarlo por el borde correcto, cambiando al personaje. Sobre el final, él expresa su odio, su soledad, su situación y el espectador se identificó mucho más. Si te fijas bien, en ninguna película de Rambo él vuelve a su casa. En la nueva él vuelve, pero en cierta forma, nunca llega. Se da cuenta que al momento en que cruza la puerta de su casa, pierde totalmente el control. El mundo lo controla a él, él no controla el mundo, y él no está preparado para eso.
– El poder de recuperación en cierta forma es el punto en común en tus películas ¿Te consideras en la realidad una persona resistente, con poder de recuperación?
– Sí. Creo que hay algo con la naturaleza del ser humano, los hombres y las mujeres. Somos todos resistentes. Venimos recuperándonos desde hace miles de años. Las civilizaciones se destruyen, pero seguimos volviendo. Por eso me gusta tanto pelear sin aceptar la derrota fácil. Es un tema interesante y eterno.
– ¿Qué porcentaje del verdadero Sylvester Stallone tienen tus personajes?
– Yo realmente no me separo de ninguno de mis personajes. Pero todos tenemos ciertos puntos en común. Todos entendemos lo que significa el miedo, la soledad, la aislación, lo que significa la victoria, lo que es el fracaso, y estoy seguro que la gente se identifica en una historia así. Si yo estuviera por encima del dolor, por encima del miedo, a nadie le importaría, porque no sería humano. Esa es la clave. La vida es difícil cuando piensas que todo va bien, llega una llamada telefónica que cambia tu vida por completo. Yo fracasé, seguro, pero después me pasó como a Rambo o Rocky. Amo esos personajes porque Rambo trata sobre el lado oscuro de la naturaleza que desafortunadamente mucha gente conoce, cuando viven aislados. Y Rocky es diferente, es mucho más optimista, pero también se da cuenta que no es para nada especial. Y yo quiero tratar de serlo. Y el mismo personaje tiene optimismo y pesimismo, juntos.
– ¿En tu caso te consideras una persona optimista o pesimista
– Yo creo que la vida tiene que ver con las matemáticas, las más simples matemáticas. Hasta los 40 o 45 años todo es maravilloso. Te va bien en tu carrera, te compras tu casa, te ves bien con la ropa, se gradúan tus hijos. Y en la segunda parte de tu vida los hijos se van de casa, la casa empieza a tener goteras, perdemos el trabajo y tus amigos se empiezan a morir. Todo resta. ¿Y cómo se enfrenta esa resta? Eso es lo difícil. Es cuando yo pensé “Es la idea para una buena película”. Los estudios me dijeron “No, nadie quiere ver esa mierda”. Y yo dije “Sí, quieren verlo”. Fue un milagro estrenar “Rocky Balboa”. Fue más difícil hacerla que “Rocky I”. A ese punto yo estaba preparado para retirarme. Y después me ofrecieron filmar otra versión de Rambo, acepté y funcionó. ¿Filmamos “Expandables”? Seguro. Que pase el siguiente.
– ¿Y de la misma forma que hoy la gente te admira tanto, a quién admirabas en tu caso, al principio de tu carrera?
– El primer actor que realmente me llamó la atención fue Kirk Douglas en “The Vikings” y “Spartaco”. Obviamente era una actuación física. Y otro que me asombró por completo era uno de los peores actores del mundo, pero tenía un cuerpo espectacular, Hércules, Steve Reedes. Al verlo, supe que ese era mi futuro. Tenía 12 años yo. Y desde ese entonces fue el camino que busqué siempre. Empecé a hacer gimnasia, cambié mi cuerpo. Y todo mi destino cambió, por ir al cine.
– ¿La competencia que solías tener con Arnold Schwarzenegger era real?
– Bueno, todo lo que tiene me lo robó a mí y yo siempre se lo hago recordar. (Risas) No, bromeó. Bueno, un poco nada más. Todos necesitamos una buena competencia. No hay nada mejor. Y si no la hubiera tenido, la hubiese inventado. Yo lo odiaba. Necesitaba odiar a alguien. Él también es muy competitivo. Ganó siete veces el título de Mr. Olimpia. Hoy somos muy buenos amigos. ¿Sabes a lo que me refiero? Pero yo soy mejor (Risas). Bromeó… no, no bromeó. Sí, si.
El actor manifiesta que muchos no querían que él interpretara a Rocky. Foto Cortesía Faián W. Waintal
– ¿Siendo director, productor y guionista además de actor, ¿cuál dirías que es el rol más difícil de tu carrera?
– Mi hija quería ser escritora y yo le dije “No, no lo vas a ser” (risas). Escribir es un horror. Y no estamos hablando de tipear, hablamos de escribir. Es algo extremadamente difícil. Requiere rescribir y volver a escribir. De repente lees algo que te parece bueno y a la mañana siguiente te preguntas quién escribió esa porquería. Y cuando mi hija me dijo que quería dedicarse a escribir le compré 100 cuadernos y cuando se sorprendió le dije que por cada palabra que iba a utilizar, iba a tener que escribir otras 500 que iba a dejar de lado. Ahí fue que me dijo “Mejor vuelvo a la Universidad”. Y yo le dije “Es lo mejor”. De todas las profesiones, lo más difícil es escribir. Dirigir se volvió en cierto sentido mi realidad. Cuando funciona es genial y cuando no funciona, también está bien.
– ¿Qué es de la vida de Rambo, en la nueva versión de “Rambo: The Last Blood”? ¿Es cierto que la historia pasa por México?
– Rambo ahora es una especie de padre postizo, pero también es muy paranoico sobre todo lo que le pasa a ella. La jovencita que trata como a una hija quiere encontrar al verdadero padre en México, aunque es una persona horrible. Y va igual, aunque él no quiere. Y pasa lo peor. Ahí es cuando… ya vas a ver. Te va a encantar.