Toda una personalidad de la pantalla chica con una trayectoria consolidada que ella misma se encargó de fortalecer día con día, así se describe a grandes rasgos el trabajo de la reconocida presentadora salvadoreña Kathya Carranza.
El público la reconoce en todo lugar y aplaude su labor en la televisión, pero lo que muchos desconocen son algunos detalles de su vida privada, como su rol de madre, el cual combina a la perfección con su carrera como comunicadora.
Carranza ha dejado claro que ser mamá es una de sus prioridades, en sus redes sociales siempre se le ve compartiendo con su familia. En una entrevista con elsalvador.com expresó que para ella la maternidad es un milagro de la vida.
“Es el sentimiento más puro de amor. Mis hijos son la misión más importante de mi vida. Debo hacer de ellos buenos salvadoreños que aporten positivamente a su entorno”.
Para esta personalidad la maternidad fue todo un milagro, así lo relató ella misma. Con profundo deseo anhelaba ser madre, pero por más que lo intentaba junto a su pareja no lograba concebir.
“Me costó casi dos años poder concebir. Pero Dios tiene sus tiempos y sé que la virgencita de Guadalupe me ayudó a cumplir mi deseo”, comentó. “Me enteré justo cuando regresaba de un viaje a México que hice para grabar con Adal Ramones para Teletón”.
La conductora aprovechó su viaje a tierra azteca para “visitar a la Guadalupana y pedirle mi favor”.
“A los dos días de haber regresado, sentía algo en mi corazón y me hice la prueba sin haber tenido retraso, y ahí estaba la respuesta a mis oraciones”, comentó.
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“Ser mamá es el acto más sincero de amor. Como persona, te anulas prácticamente para darle paso a esa nueva vida. Tu cuerpo presenta cambios drásticos, pero hermosos. Cedes tu gustos… es tan chistoso cuando comes cosas que antes no te gustaban y aborreces tus platillos favoritos”, señaló.
Para Carranza ser madre primeriza -a sus 28 años- implicó muchos retos, y como ella misma acepta, “con muchos miedos y preguntas, por eso recomiendo mucho aclararlas todas con tu médico”. Ahora su hija Lucía tiene 15 años y es el “alma gemela” de Carranza, como ella mismo lo ha afirmado.
Cuando se le preguntó sobre lo más fascinante de ser madre respondió: “Verlos a los ojos. Escucharlos. Sentir su olor. Y saber que a través de ellos, seguirá triunfando la vida”.
La segunda ocasión que fue madre las cosas fueron un poco diferente, ya tenía un poco de práctica.
“Con Joaquín yo estaba mucho más relajada, ya no salía de casa al súper con una gran maleta, como si iba de viaje por 10 días. Si se le caía el biberón lo limpiaba con la mano y listo. Antes me estresaba por todo y andaba buscando esterilizar cada cosa”, expresó.
Lo que sí considera difícil es inculcarles una buena educación, una formación que los moldeará y preparará para su futuro.
“Enseñarles que no todo lo que ven y escuchan es bueno. Hoy educar es mucho mas complicado. Luchamos contracorriente para vivir en valores. Pero con amor y rigor se hacen hombres y mujeres de bien. No le tengamos miedo a educar”, insistió la guapa presentadora de noticias.
Se le preguntó sobre ¿cuál sería el primer consejo que le daría a una madre?, a lo que respondió: “Que siempre defienda con amor la vida y seguridad de su hijo, incluso desde antes de nacer. Que siempre siga su instinto. El amor todo lo puede”.
Además, recomendó que en lo posible no quejarse de los hijos y sobre todo, nunca ceder la educación de ellos a nadie.
En la actualidad el papel de la mujer sigue siendo muy complejo, entre el trabajo en casa y una carrera profesional Carranza ha logrado sortear los obstáculos con destreza.
Ella busca un equilibrio entre la familia y el trabajo en la televisión, aseguró que no es nada fácil. “Hay que tener claras las prioridades. Y saber tomar decisiones. ¡Mi familia lo es todo! Debemos discernir entre lo importante y lo urgente”, destacó.
“Recuerdo un día, que había firmado para conducir un evento latinoamericano y dos días antes me llega la notificación del colegio, que mi hijo se había sacado el cuadro de honor y la ceremonia era el mismo día a la misma hora. Me sentí presionada y angustiada, pero con mucha pena tuve que cancelar el evento. Rápidamente me sustituyeron y yo pude estar aplaudiendo los logros de mi hijo, quien en su corazón nadie podía sustituirme”, concluyó.