El grupo OV7 desde la década de los años 90 se ha convertido en un icono de la cultura pop en español en toda Latinoamerica. Su integrantes Lidia Ávila, Ari Borovoy, Mariana Ochoa, Érika Zaba, y los hermanos Marichal se robaron el corazón del público.
Pero fuera del mundo de la farándula también tienen una vida llena de altos y bajos, el claro ejemplo es la historia de Lidia Ávila, quien tuvo que enfrentar hace diez años uno de los peores sucesos que cualquier madre puede tener: enterrar a su hija recién nacida.
La artista, fue invitada para una entrevista al programa de Yordi Rosado, al borde del llanto contó por primera vez cuánto sufrió cuando su pequeña Sophia murió a causa del síndrome del intestino corto, después de sufrir la agonía por seis meses.
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“Desde la primera consulta me dijo el ginecólogo: ‘La bebé tiene un quistecito en la panza’. Le hicieron más estudios y me dijeron: ‘Es un quiste que no sabemos qué es, pueden ser varias opciones, pero es un hecho que tiene que nacer y la vamos a operar ”, contó en el canal de YouTube del presentador mexicano.
Contó que cuando la bebé nació el quiste era todo el intestino hecho bola, junto con la válvula ileocecal, el apéndice.
“Me dijeron: ‘Le quitamos todo y tu hija va a quedar con el síndrome del intestino corto’. Me volví una experta”, agregó.
Lidia Ávila rompió en llanto cuando recordó el día que supo que su hija moriría: “No puede comer, no puede digerir, absorber nada”, comentó, al detalle que todo podría hacer daño a la niña.
“La vida me cambió totalmente. No se lo deseo a nadie en el mundo. La muerte de un hijo… dicen que no tiene nombre. Para mí fue muy cañón, para mí no había lunes, sábados o jueves, para mí era lo mismo, yo estaba ahí todo el tiempo “, precisó.
Finalmente, después de seis meses la pequeña Sophía murió cuando le dio un paro cardiorespiratorio y su cuadro de salud se complicó hasta que la misma Lidia Ávila le organizó una emotiva despedida para acabar con la agonía.
“Los últimos días que llegaba mi familia al hospital y me decían, vamos a rezar, yo les decía si van a rezar pídanle que ya se vaya; si van a pedir algo, pídanle que ya se vaya, pídanle a Diosito que ya se la lleve porque ya no quiero ver a mi hija así. El día que la vi muy mal les pedí a todos que pasaran a despedirse. Al final entramos los dos (ella y el padre de su hija) y se despidió, yo también, rezamos un Padre Nuestro, un Ave María y la máquina dejó de sonar”, concluyó el duro relato.