Son las 9:00 de la mañana y en las instalaciones de Funerales Molina en el municipio de Armenia, Sonsonate, Nicole se prepara con toda rapidez para brindar un servicio funerario a una familia que acaba de perder a uno de los parientes bajo la sospecha de ser portador del coronavirus. No está nerviosa como estuvo en su primer día de sepulturera.
Botas de hule, guantes, mascarilla y una careta son ahora su traje, ese donde apenas se le observan sus ojos.
“Ha sido difícil porque ya me había acostumbrado a los trajes de lentejuelas y a que la gente dijera: ‘qué bonita. Se ve preciosa’ (…) Ahora con el traje de bioseguridad en lugar de agradecernos tienden a criticar. Yo hago mi trabajo con la frente en alto”, señaló la artista de 23 años, mientras termina de colocarse su atuendo en un cuarto lleno de imágenes religiosas.
Nicole realiza su trabajo cumpliendo todas las medidas de bioseguridad. Foto EDH/ Yessica Hompanera
Cuando Nicole apenas era una niña observaba el glamour de los escenarios, y las “nenas de caña” le parecían mujeres encantadoras que bailaban libremente en el escenario. Nunca imaginó que llegaría a ser integrante de la séptima generación, a 30 años de fundación del grupo tropical. De esta manera es como Nicole logró cantar parte de los éxitos noventeros “Besitos de pilón”, “Gaty Zumbao” y “El Zangolote”.
Del escenario al cementerio
La cantante y bailarina comenta que cuando las luces del espectáculo se desvanecieron tuvo que buscar otros rumbos para ganarse la vida; tocó muchas puertas, pero en ninguna tuvo suerte, hasta que llegó a la funeraria donde logró aprender el arte de los servicios fúnebres.
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“El primer día (en la funeraria) no me quería quedar sola. Tenía temor que me fueran a asustar. Este trabajo no es para todos; es de armarse de valor porque si no la mente lo puede traicionar”, explica la artista con una sonrisa nerviosa.
En un principio su papel era administrativo, pero con la alta demanda del negocio tuvo que ayudar en la sepultura. Junto con otros compañeros de trabajo se sometió a una capacitación de bioseguridad impartida por el Ministerio de Salud (Minsal), lo que le ayudó a prepararse para enfrentar en primera línea el virus y la muerte. Pero la cantante asegura no tener miedo a un posible contagio.
Nicole en las afueras del Seguro Social de Sonsonate mientras espera que salga una persona fallecida por coronavirus. Foto EDH/ Yessica Hompanera
Nicole llega al Seguro Social de Sonsonate y espera a que sus compañeros entren a la morgue para retirar un cadáver. Una vez en el carro fúnebre, la sirena de la patrulla policial comienza a interrumpir el tráfico de la calle. Anuncia su trayecto al camposanto. Una vez ahí, y verificada la seguridad de sus uniformes, los sepultureros toman el ataúd en sus hombros y buscan la fosa que espera en el escabroso cementerio de Acajutla. Las exequias suceden en tan solo unos minutos.
“Yo seguiría en la funeraria porque a mí cuando me gusta un trabajo lo hago con mucho amor. Me gusta ser responsable. Pero la música sería algo que no dejaría. Es algo que siempre soñé y ahora que estoy ahí no lo voy a dejar nunca”, concluye.