Joshua Natael Romero Chafoya, Karen y Eduardo Guerrero Toledo, Víctor Omar Franco Puro, Yeris Joe Paredes, Jimena Ramírez... Todos son jóvenes que desaparecieron en El Salvador entre septiembre y octubre de 2021.
Hace más de 40 años, aproximadamente 15,000 compatriotas engrosaron la lista de desaparecidos, en un conflicto armado que se cobró al menos 75,000 vidas.
Pero, ¿cuántas personas más han sido condenadas a ser parte de este grupo de ausentes? ¿Cuántas voces fueron silenciadas por alzar la voz y defender sus ideas?
Llámese guerra, política, delincuencia, migración, violencia intrafamiliar... no importa la causa, las víctimas son seres humanos que navegan entre los recuerdos y el olvido de una colectividad.
La urgente necesidad de recuperar esas memorias está al centro de la coproducción teatral “938 KM hacia el olvido”, una puesta en escena que ha unido a dos proyectos de arte inclusivo de El Salvador y Costa Rica.
La pasión por el teatro que impulsa a Entre Colores y Sombras en San Salvador y Esurios Teatro-Los hambrientos Producciones en San José les valió para obtener el Fondo de Ayudas para las Artes Escénicas Iberoamericanas (Iberescena) y construir una puesta en escena en la que cohabitan distintas expresiones artísticas.
El proyecto, único en su tipo, unió a un grupo de centroamericanos convencidos en la urgente necesidad de desenterrar el olvido y visibilizar el papel fundamental que la memoria histórica tiene en la construcción de una sociedad.
El bebé que comenzaron a gestar hace ya más de un año está por nacer. Este 5, 6 y 7 de noviembre, en CREA Museo de los niños de San José, Costa Rica, debuta el montaje creado desde la virtualidad, en medio de una pandemia. Luego de dos fines de semana de presentaciones en la capital tica, la obra será proyectada en línea.
Seis son los protagonistas de “938 KM hacia el olvido”. Cuatro a cargo de personajes de carne y hueso; dos, de seres oníricos. Por El Salvador Manuela Romero es El olvido: un personaje onírico que representa el dolor de las y los olvidados. Gabriel Pinto es El militar: hombre atormentado por los recuerdos de las acciones por sus "principios". Y Fernando Elías caracteriza a Lucas: un joven en estado de abandono en la búsqueda de su identidad.
Por Costa Rica, Melissa Maita es Emma: una mujer condenada al olvido a causa del alzehimer. Cristian Salazar interpreta a El desaparecido: un hombre que lucha por no quedar en el olvido ante su desaparición. Y Valeria Flores es El recuerdo: se convierte en un alivio y a la vez tormento para los personajes que luchan entre sus miedos.
Según la sinopsis oficial, la historia se desarrolla en “La nada”, un lugar inmaterial donde se encuentran los seres que están entre el olvido y el recuerdo; en este espacio son confrontados a desenterrar sus historias, que los llevaran a su verdad.
Mira además: Iniciativa Volarte llena de colores el Parque Cuscatlán
Tal y como indica Melissa Córdova, de Entre Colores y Sombras, el guion original es producto de un trabajo colectivo, que fue evolucionando a lo largo de meses de trabajo virtual, y que retó a todos y cada uno de los integrantes de esta producción.
Su propuesta es una que intercala el lenguaje cinematográfico y el teatral, y que conectará literalmente a Costa Rica y El Salvador en el escenario.
“Debido al tema de la distancia se grabaron a los personajes de El Salvador y van a interactuar en vivo con los personajes de Costa Rica, con este juego del lenguaje del cine y el lenguaje del teatro”, explica la productora y directora salvadoreña.
Pero, ¿por qué 938 kilómetros? “... porque es más o menos la distancia que hay entre capital y capital, San José y San Salvador, y fue virtualmente como empezó a surgir esta obra”.
Entérate: “Tintino”, la puesta en escena más inclusiva de El Salvador
La distancia solo fue uno de los retos que la puesta en escena les impuso. También les tocó identificar la mejor metodología de trabajo, dirigir a través de la pantalla, descubrirse mutuamente como artistas, conocer distintos tipos de formación, conocer contextos, que aunque cerca, son tan distintos.
Fue una experiencia enriquecedora, tanto profesional como personal, según lo expresado por Cristian Salazar Segura, uno de los actores costarricenses, en uno de los conversatorios sobre la obra que se han realizado vía Facebook Live, previo al debut en Costa Rica.
El director teatral es el tico Esaú Cubero, quien compartió la dirección con su compatriota Brayan Bolaños, a cargo de la dirección audiovisual.
Para Camila Alas, “938 KM hacia el olvido” ha sido una escuela para todo el staff. A ella, personalmente, le tocó contribuir como productora, y como asistente de ambos directores. “Preparen los pañuelos... es una obra muy fuerte”, enfatizó Alas al referirse al producto final, en otro de los conversatorios digitales.
La puesta en escena es “la historia colectiva de Centroamérica, de nuestros pueblos, que intentan desenterrar el abandono y rescatar la memoria de los que ya no están”.
En Costa Rica, la entrada puede adquirirse a través del Móvil +506 8429-5656. Los viernes y sábados se presentará a las 7:00 de la noche, y los domingos, a las 6:00 de la tarde. Se podrá disfrutar el 5,6,7, 12,13 y 14 de noviembre.