La nación y el honor: la figura de Charles de Gaulle

“Igual que usted yo creo que nuestro pueblo está sufriendo una suerte de colapso moral. Yo pienso que, para salir del abismo, la primera cosa es prevenir que el pueblo se resigne a la infamia y la esclavitud... Pienso, entonces, que tendremos que buscar la salida de esta situación desde la rassemblement en un proceso de reunirnos alrededor de un orgullo en nosotros mismos y en la fuerza para resistir y poder liderar a la nación hacia un nuevo ideal doméstico”. Charles de Gaulle en una carta a Jacques Maritain de fecha de enero 1942.

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El general francés Charles de Gaulle, durante la grabación del ???Llamado del 18 de junio??? de 1940, en las instalaciones de la BBC, en Londres. / Foto Por EDH-BBC

Por Doctora Katherine Miller

2020-11-29 5:45:44

Se ha dicho que Charles de Gaulle entró al escenario internacional no como persona, si no que solamente como una voz. En esos momentos del día 18 de junio de 1940, Charles de Gaulle no era nadie cuando hizo su llamada a la resistencia en un pronunciamiento por radiodifusión de la BBC de Londres, donde estaba exiliado, habiendo salido de Francia cuando los alemanes comenzaron a ocupar su territorio. Nadie sabía quien era, ni en Francia ni en Gran Bretaña. Pero logró establecer, con su voz y sus palabras, una resistencia mitológica y, a la vez, muy real y palpable en Francia. Llamó a la nación francesa a una resistencia contra la Alemania mecanicista, de tanques y fusiles. Declaró que era solamente una victoria militar de los alemanes. Los franceses eran distintos; a ellos De Gaulle hizo un llamado a su pasión por la identidad y el honor de Francia, a resistir. La identidad era The Free French (los franceses libres).

Parece algo místico: una voz sin rostro y sin cuerpo, llamando, por el aire, a la resistencia contra la invasión y ocupación de la nación francesa por un poder extranjero. Poco a poco los franceses lo escucharon, y llegaron a conocerlo como personalidad y persona, después de cuatro años de guerra y resistencia con ocasión de la invasión a Normandía por los poderes Aliados, junto con el Ejército de Francia y la Resistencia francesa, para liberar a su nación. Pero no era una voz incorpórea. Era el General de Gaulle de Francia, ahora con rostro y presencia: “Ici Londres” : “Llamando desde Londres”.

1. De Gaulle (DVD / 2020) Directores: Isabelle Carrés y Lambert Wilson (En español)

2. De Gaulle, Charles. Mémoires de Guerre; Mémoires d´Espoir (PLON 2020)

3. Jackson, Julian. De Gaulle (Belknap Press, Harvard, 2018)

Pero la situación internacional no era tan transparente, clara ni lúcida con respeto a Francia. Un gobierno en Francia continental, liderado por el mariscal Pétain, había firmado un armisticio con las fuerzas de ocupación y había establecido un gobierno de colaboración con Alemania en la mitad del territorio nacional de Francia controlado y ocupado, con su centro en Vichy.

Las distinciones entre la resistencia a los alemanes nazi y la colaboración con ellos, se nublaron en los ojos de muchos. Mientras que De Gaulle estaba claramente pidiendo resistencia contra las fuerzas alemanas y sus colaboradores en Vichy, con su proyecto de la Solución Final para los judíos, otros querían aplacar la situación bajo el mantel de apaciguamiento, tipo Munich: de la Conferencia de Munich en que se dice que “el apaciguamiento era capitulación”. Churchill, primer ministro de Inglaterra, dio el espacio en la BBC a De Gaulle porque era el único francés disponible para hacer la llamada a la resistencia: así como había hecho Churchill mismo en su llamado a su pueblo a resistir durante el Blitz (bombardeo aéreo de Londres), también presentado en la BBC. De otro modo, Franklin Delano Roosevelt, presidente de Estados Unidos, quería incorporar a Vichy en el frente de los Aliados. En el caso del llamado de De Gaulle a los franceses, muchos entre la población escucharon a De Gaulle; pero muchos otros decidieron colaborar con Vichy y los alemanes.

Resonancias con el siglo XXI abundan, pero la claridad era y es variopinta. Requiere análisis, pensamiento crítico, valor y rectitud moral para distinguir entre que era la Resistencia y que era la Colaboración. Si uno buscaba la solución más cómoda, les esperaba el fascismo de Alemania y la complicidad con el antisemitismo mortífero. Y si optaban por la Resistencia, les esperaba, posiblemente, la Gestapo, pero también la posibilidad de la rectitud moral para el rescate del honor nacional. Era una cuestión de examinar los intereses nacionales y la integridad personal para tomar decisiones duras que requerían escrutinio moral: era una cuestión de vida o muerte para la propia vida y para la vida nacional de Francia.

De Gaulle pidió un frente unido fuerte –los Free French– contra la crisis de la ocupación alemana. De Gaulle entendió la complejidad de la dinámica entre estas dos fuerzas y, en los tres tomos de sus Memorias de la Guerra y Esperanza, comenzó a explicar al mundo, con paciencia, las implicaciones. Comenzó con el siguiente pronunciamiento ambiguo: “Toda mi vida he tenido una cierta idea de Francia”. Y procedió a recolectar, nacional e internacionalmente, con aquellos en quienes él pudiera confiar, desde el exilio, desde la nada —porque De Gaulle había abandonado todo en Francia menos su espíritu de nacionalismo y su compromiso con la resistencia– cuando los alemanes invadieron. Trajo consigo un espíritu crítico para construir y dar cuerpo a esta resistencia. Es la historia de un proceso que, eventualmente, logró el poder de resistir con fuerza, pero a un costo enorme y largo. Hay resonancias aquí para el siglo XXI en nuestra propia crisis de vida en que se tiene que aguantar el exilio de una cuarentena y decidir cómo actuar y cómo sobrevivir en el plano político de un país.

Fotografía tomada en el verano de 1944 en Francia que muestra a los miembros de las FFI (Fuerzas del Interior francesas) posando con sus armas durante la Segunda Guerra Mundial. Foto EDH / AFP

Eventualmente, De Gaulle logra acumular y aglutinar el poder nacional e internacional para formar un gobierno en el exilio mientras que Vichy gobernaba la mitad de Francia y cuando no todo el mundo estaba claro que Pétain era un colaborador sin moral.

Aparece, eventualmente, en las imágenes de la posguerra, la figura del General De Gaulle, al fin de tanto, cuatro años más tarde, después de su primera presentación en la BBC, caminando por el Champs Élysée en París, rodeado por la población de Francia, el Ejército Francés y la Resistencia Francesa y miembros de su futuro gobierno. Nada era de inmediato. ¿Podemos visionarnos a nosotros mismos, hoy en la posguerra de un país, en estas fotografías escritas de Francia en la posguerra? Pide valor escoger el honor. Y, al fin de tanto, ¿qué es el honor nacional? Abandonarlo es de actuar sin examinación de sí mismo y después vivir las consecuencias de las acciones.

Charles André Joseph Marie de Gaulle nació en 1890 en Lille, el año antes de la construcción de la Torre Eiffel, en una familia católica, conservadora y monarquista. Murió, a la edad de 80 años, en 1970. Su padre, rector de una escuela jesuita, envió a su hijo, Charles, a Bélgica para ser educado por los jesuitas franceses. Después se graduó de l´École spéciale militaire de Saint-Cyr, la academia militar más prestigiosa de Francia. Luchó con el ejército francés en la Primera Guerra Mundial; fue herido tres veces; sirvió bajo el mariscal Pétain en la Batalla de Verdún, donde fue capturado por los Alemanes y quedó interno tres años como prisionero de guerra. En 1940 se exilió en Londres después de la firma del armisticio con los alemanes y la formación del gobierno de Vichy bajo Pétain que dominó la mitad del territorio francés.

Al regresar a Francia después de la Invasión de Normandía, en 1944, formó un gobierno. Su trayectoria histórica abarcó no solamente la formación del primer gobierno francés después de la Segunda Guerra Mundial, si no que el período del revanchismo y justicia contra los colaboradores conocido por los franceses como la Epuration junto con los juicios judiciales formales de los colaboradores. Gobernaba a Francia durante las crisis de descolonización en Indochina (ahora Vietnam) y Argelia, la crisis de la nacionalización del Canal de Suez en Egipto y el período soñador de pesadilla de la crisis de Mayo 1968 en Francia y la Primavera de Praga en Czechoslovakia, igual como la formación de la North Atlantic Treaty Organization (OTAN) y el European Economic Community (EEC), que, bajo los auspicios del Tratado de Roma desembocó, eventualmente, en la formación de la Unión Europea.

Estos son grandes trozos del siglo XX que también incluyen la habilidad de De Gaulle a meter a Francia entre los Aliados quienes habían ganado la guerra, y gobernó también una cuarta parte de la Alemania dividida. A Francia le fue otorgada una posición en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidos aún cuando había sido considerada, durante la Segunda Guerra Mundial, un poder de segundo nivel.
De Gaulle logró la formación de la Quinta República de Francia y su legado incluye su estatura como gigante internacional del siglo XX. Protegió el honor de Francia en los juegos de poder a la manera del político prestigioso que era. Un conservador, un nacionalista que fundó el fenómeno de “gaullismo” con sus miríadas de características, casi inexplicables en sus complejidades sofisticadas. Suficiente, como metáfora, considerar la realidad de la victoria electoral sobresaliente de De Gaulle, en 1968, aún como conservador y anticomunista, irónicamente, en medio del enorme crisis de Mayo 1968 que casi había tumbado el presidente y el gobierno de Francia. Las enigmas son enormes. Una de las claves es que De Gaulle se adhirió a su honor personal y el honor de la nación. Frente a este ejemplo, se puede considerar como descubrir y descifrar que sería un nacionalismo exigente del honor nacional, que participa en la ética, igual como en la política.

Un intelectual, nacionalista, pragmatista y humanista, de Gaulle, durante toda su vida, y durante sus tiempos en el Palacio Eliseo también, leyó incesantemente y escribió unos diez libros de historia, política y análisis militar y político. Era un político de grandeza estilo siglo diecinueve. Difícil encontrar alguien elegido a formar un gobierno en el mundo hoy que sea tan educado y erudito. ¿Sería cierto que para asumir el poder político se necesita una cultura y erudición amplia? Estas cualidades sirvieron a De Gaulle en la formación de su nacionalismo iluminado, conservador y pragmático e humanístico, durante sus gestiones de gobierno.

Foto tomada el 26 de agosto de 1944, muestra a los generales franceses Charles de Gaulle (tercero a la derecha), el general Marie-Pierre Koenig, alias Pierre Koenig (der) y Philippe Leclerc (segundo a la derecha) preparándose para marchar por los Campos Elíseos para unirse a la Catedral de Notre Dame el día después de la Liberación de París. Al fondo: el general Pierre Koenig y el coronel Louis Dio. Foto EDH / AFP

En la biografía reciente, del año 2018, escrita por Julian Jackson, Profesor de Historia de Francia en Queen´s College London, podemos apreciar, en estas 800 páginas, cómo evaluar a De Gaulle por medio de los ojos de los franceses, por los ojos del mundo y por los ojos nuestros ahora. El actual presidente de Francia, Emanuel Macron, celebró su legado este año, en el aniversario de los 50 años desde la muerte del general en 1970, al decir que De Gaulle es un ejemplo para inspirar a las actuales generaciones para que no se den por vencida por las crisis y el caos del mundo hoy. Más de 20 biografías e historias sobre De Gaulle han sido publicadas durante este último año 2020, incluyendo una película y una serie de televisión.

Si hay algo que notar ahora en el desarrollo de la personalidad de De Gaulle, es que nunca debemos de subestimar el fenómeno del nacionalismo —no solamente patriotismo— si no que un nacionalismo fiero, humanista y sofisticado, guiado en la política por los intereses del honor de la nación. Pero vale tomar nota que De Gaulle era, también, una figura controversial. Durante su vida, sufrió treinta atentados de asesinato. Era—y es—odiado y amado de igual manera. En última instancia, si el estudio de la vida de este líder político nos sirve para algo, hoy en nuestras crisis morales, políticas y de salud, es que nos provoca examinar qué es el honor nacional—un valor positivo y esperanzador. No es un disfraz retórico de prestigio hueco. Se propone que cada país en cada época requiere una examinación para decidir cuál es el contenido de este concepto en la práctica, de una manera propositiva.

Regresando a De Gaulle, al fin de tanto, al final de su vida lo vemos en unas fotografías, después de su retiro de la política, caminando en la playa en Irlanda como el rey Lear, en una suerte de exilio de la ingratitud. FIN

Una gran multitud se reúne el 26 de agosto de 1944 para animar a los resistentes de las FFI (Fuerzas del Interior francesas), la 2a División Blindada francesa y las tropas aliadas en la Place de la Concorde el día después de la liberación de París. Foto EDH / AFP