Un Jesús negro y con sangre india llega al Carnaval de Río clamando justicia
Un Brasil con justicia social, con equidad, tolerancia, respeto, pero sobre todo humanidad, fue el grito que en la madrugada de este lunes clamaron al unísono las escuelas de samba, en el Carnaval de Río de Janeiro.
La historia de un Jesús bondadoso y solidario, como se le conoce, pero que nace negro, con sangre indígena y cuerpo de mujer en el Brasil actual, sintetizó la marcada crítica que hubo contra la discriminación, el racismo y la intolerancia religiosa en el primer día de desfiles del Sambódromo.
La importancia de preservar el medio ambiente, cuidar la cultura y las tradiciones de los pueblos indígenas y enaltecer a las mujeres que, con su tezón, desde siglos atrás ayudaron a forjar la historia de Brasil, completaron las historias narradas en la mayor fiesta al aire libre del planeta.
Como ha ocurrido en los últimos años, las escuelas de samba, hijas de la favela, donde se vive la pobreza, la violencia y la discriminación, usaron los 700 metros del sambódromo para transmitir la voz del pueblo.
Y lo hicieron con alegría, música y color, como acostumbran disfrazar la cotidiana problemática que las envuelve para olvidar por unas horas la fuerte realidad que azota principalmente a la gente de raza negra en el país.