El mundo después de las pestes

“Europa comprobó ser una paciente más fuerte y resurgió de la larga convalecencia por la pestilencia, más saludable, más energética y más creativa que antes de la Peste Negra”. David Herlihy, The Black Death and the Transformation of the West (Harvard University Press, 1997).

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“Mujer vendiendo vegetales”, del pintor neerlandés Pieter Aertsen (Ámsterdam, 1567).

Por Katherine Miller. Doctorado en Estudios Medievales y Renacentistas de UCLA.

2022-01-22 1:32:02

Lejos de ser un pozo de lágrimas y lamentos, el trabajo de los historiadores y sociólogos de la Peste Negra ahora comienzan a argumentar que los cambios catastróficos de esta pandemia del siglo XIV dieron lugar a transformaciones en las sociedades europeas que abrieron los portones hacia nuevas y positivas evoluciones. Estas sorprendentes investigaciones ocupan metodologías dialécticas basadas en la documentación de iglesias, monasterios, universidades y libros de contaduría del periodo medieval que examinan los lados negativos de la mortalidad y catástrofe de la plaga, junto con unos resultados que abrieron posibilidades para cambios positivos en sus sociedades. Resulta que hay cambios que efectuaron unas metamorfosis en las ciudades y sus instituciones, la documentación además revela cambios positivos en las mentalidades y actitudes en la actuación de las poblaciones. En efecto, todos los acontecimientos durante el transcurso de la Peste Negra produjeron, también, nuevas concepciones de la vida, en términos económicos, sociales, profesionales y emocionales.

En estos momentos del siglo XXI, cuando estamos inmersos en los traumas y catástrofes de la pandemia del virus covid-19, ómicron, etc., veamos ansiosamente hacia el final de los desastres para saber cómo serán nuestras sociedades después de que se aplaquen los polvos de pánico, muerte, vacunas, máscaras y otras histerias. Todos, en los medios sociales, televisión y periódicos, se preguntan: ¿Cómo seremos como personas, familias, trabajadores, y como sociedades enteras, cuando termine el vértigo y remolinos en los que estamos inmersos en este momento? Como no es la primera vez en la historia que ha pasado una pandemia así, hay ejemplos parecidos a estos sucesos que tal vez nos ayuden a ver más allá de las neblinas en las que estamos envueltos ahora.

Damos una vuelta hacia el pasado, cuando Europa —ca. 1348— sufrió la pandemia más grande de todos los tiempos: la Peste Negra del siglo XIV. El pasado, a veces, puede contener visiones de cómo sería el futuro, se pueden prestar para saber, por ejemplo, si hay similitudes con lo que está pasando internacionalmente ahora. Examinando índices bien documentados de qué pasó después de esta pandemia del siglo XIV en Europa y qué es lo que dejó la plaga bubónica para las poblaciones de Europa, se presenta un cerrojo por el cual podemos ver a través de los ojos de unos medievalistas de la universidad de Harvard del siglo XXI, quienes vislumbraron transformaciones hacia sociedades modernas como producto de los trágicos brotes y rebrotes de la Peste Negra. Si consideramos los fenómenos en una manera dialéctica, existe lo negativo profundo y trágico. Pero eso no es todo. No es una herejía ver el otro lado de la moneda y examinar cuáles fueron las transformaciones progresivas en la historia de la civilización occidental que dejó la pandemia de los siglos XIV, XV y XVI. Los europeos, en primer lugar, tuvieron que vivir con esta pandemia sin los beneficios de la ciencia y las vacunas que la gente tiene hoy. Como rezó Ofelia en la obra de Shakespeare: “Sabemos lo que somos, pero no lo que podemos ser”.

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En una serie de tres presentaciones, David Herlihy, profesor de la universidad de Harvard, ya fallecido, expone tres ensayos sobre el tema que tenemos entre manos. Fueron publicados póstumamente, con una introducción hecha por Samuel Cohn, profesor de Glasgow University en Escocia, en la Universidad de Harvard en 1996. El primer ensayo presenta los datos epidemiológicos de la pandemia que pasó por Europa comenzando en los años 1348-9: era la plaga bubónica, conocida como la Peste Negra. El segundo ensayo examina las consecuencias demográficas y económicas para Europa medieval; y el tercero explica los cambios culturales que resultaron como fenómeno de las grandes transformaciones de la civilización occidental a las que se refiere en el título: The Black Death and the Transformation of the West.

Para no repetir todo lo que sabemos de la situación de Europa a finales del siglo XIV —en los años 1348-9—, el primer ensayo explica que cuando llegó la Peste Negra, podemos notar, en resumen, el colapso en los números de seres humanos a tal grado que las poblaciones de Inglaterra e Italia se redujeron en un 70-80 %. Europa, en el año 1420, según los catastos disponibles para el año 1420, por ejemplo, contaba apenas con la tercera parte de la gente que había registrado 100 años antes.

Pasamos directamente al segundo ensayo donde el Dr. Herlihy examina la situación económica después del primer brote de la peste. Por la escasez de mano de obra y fuerza laboral que dejó la pandemia, los trabajadores pobres sobrevivientes lograron solicitar sueldos altísimos —que recibieron porque los seigneurs no tenían otra alternativa más de contratarlos—; además, hubo un nuevo influjo de esclavos (no-cristianos de los Balcanes y de África) porque no tenían quienes trabajaran los campos, los talleres y los puestos en los castillos. El florentino Matteo Villani escribió en el año 1363 (en su Cronica di Matteo Villani, editado por I. Moutier, publicado en Florencia en 1825) sobre esta situación económica en su contexto y describe la alta inflación, detallando los precios exorbitantes de los bienes y alimentos, comentando, en conclusión, que los sobrevivientes cobraban sueldos exorbitantes. En Italia, dice Villani, “La gente común, a causa de la abundancia que encontraron, no quiso trabajar en sus oficios usuales; querían los alimentos más delicados y más caros de precio... mientras que los niños y mujeres comunes se ataviaban con vestuarios costosos robados de los ilustres que habían muertos”. Y eso borró las marcas de distinciones sociales en todas las sociedades y minaba, así, el orden social. Este fenómeno del pago forzoso de altos sueldos a los pobres sobrevivientes mejoró su manera de vivir. En Inglaterra, simultáneamente, comenzó a circular un poema de unas 400 páginas con el título La visión de Pedro el labrador, escrito por un tal William Langland, que también detalló y examinó la dislocación de la sociedad inglesa por las mismas razones: los sueldos altísimos que pidieron los sobrevivientes.

Pero faltaba también gente educada y preparada, como secretarios, jueces, notarios, profesores de universidad y personal para los gobiernos que tenían que ser altamente capacitados al nivel de las universidades. El resultado fue la ampliación de los requisitos para los puestos. En las cortes de leyes, nos dicen los documentos, después de la pandemia, hasta las mujeres podían servir de testigos; imposible ni concebir eso en los tiempos antes de la plaga. Mujeres también comenzaron a capacitarse rápidamente para poder servir como notarios, un estado de asuntos inaudibles, pero ahora una realidad. Estudiantes que habían estado en medio de sus estudios legales podían ofrecerse como notarios y hasta como jueces de menor grado, por la escasez. Mujeres lograron servir como aprendices en los grandes gremios y hasta llegar a ser maestras de vocaciones como negociantes de textiles u otros puestos necesitados en las cortes de los seigneurs, mercaderes y príncipes.

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Con estos pocos ejemplos —entre muchos más— se presentó un panorama social conflictuado, pero en cierto sentido más abierto a la posibilidad de movimientos entre las clases que eran, antes de la peste, divididas por paredes de hierro. En base a estos y otros argumentos bien documentados, fundamentados en evidencia histórica y escrita, el Dr. Herlihy concluye que “Los altos sueldos a los pobres y estándares mejorados de vivir para ellos llegaron a ser datos y hechos irremediables en la vida de la Edad Media tardía. /..../ Los ahora bajos números de personas que alquilaban casas y de trabajadores (a causa de la alta tasa de mortalidad por la peste) aumentaron la fuerza de sus posiciones de negociar y regatear ante los señores dueños de casas y señores dueños de terrenos manoriales, además de los entrepreneurs (empresarios de negocios)”.

“El triunfo de la muerte” (1562), pintura de Pieter Brueghel el Viejo.

En su último ensayo, “Modalidades de Pensamiento y Sentimientos”, el Dr. Herlihy presenta evidencias documentadas del deterioro de la fábrica social, pero también de algunas mejorías en las sociedades europeas después de las altas tasas de mortalidad que dejaron los múltiples brotes de la peste en el siglo XIV. En lo negativo, toma nota de que ya no se celebraron los ritos de extremaunción, que eran tan confortantes para los sobrevivientes. Por miedo de infección, no se acercaron a sus seres anteriormente queridos, por miedo de contagios; solamente contrataron hombres bruscos para jalar los cadáveres de los muertos para conformar montañas de cadáveres, los quemaban o los echaban en entierros comunes. El Dr. Herlihy comenta que se crearon nuevas tensiones entre los vivientes y los muertos: los enfermos llegaron a ser los enemigos. Giovanni Boccaccio, el poeta del siglo XIV de Italia, comentó que “Ahora siguieron unos procedimientos generales más por miedo de contagió que por caridad hacia los muertos”. Giovanni Boccaccio presenta también en su famoso Decameron cómo los jóvenes de las ciudades huyeron a casas de campo para esperar que pasaran las amenazas de muerte por los miasmas de las ciudades. (A propósito, un encabezado noticioso de Euronews de fecha 13 enero 2022 reza así: “Compras de casitas pequeñas de campo han aumentado en la República Checa desde el comienzo de la pandemia de covid-19”).

Las universidades dejaron de funcionar. Los estudiantes de Oxford, por tomar un solo ejemplo, cayeron de 40,000 a 6,000. Y muchas universidades desaparecieron durante la muerte generalizada. Pero eso produjo una proliferación, indica Herlihy, de universidades nacionales (y no internacionales, donde todos hablaban latín, como antes). En las nuevas universidades nacionales todos utilizaban el mismo idioma porque había una escasez de profesores que hablaran en latín. Esta situación abrió espacio para profesores presentaran clases en el vernáculo del país en el que estaban ubicados. Se comenzó a percibir una transición en la educación parecida a las situaciones laborales descritas arriba, que producen “sistemas de comportamiento más modernos”.

Otro ejemplo, entre muchos, es un cambio en las actitudes hacia los hijos de las familias. Antes, los padres trataban a sus hijos como “pequeños adultos” desde una edad muy temprana y no se acercaban tanto a ellos por la tasa de mortalidad infantil, y hasta de adolescentes; implicaba que morían rápidamente. El distanciamiento permitió que pudieran evitar el dolor emocional cuando fallecían (Véanse Philippe Aries, Centuries of Childhood). El Dr. Herlihy, en base a la examinación de documentos de los monasterios e iglesias, declara que, en la Italia central y del norte, un actitud por parte de los parientes de abandono hacia los niños contagiados con la peste comenzó a cambiar en tal manera que los padres dictaban a los sacerdotes documentos sobre los derechos de sucesión y herencias de propiedades para otorgar más de su riqueza, tierra o propiedades y bienes, a los niños de su familia, ya que comenzaron a verlos más como “conductos y repositorios para la continuación y preservación de las líneas de sangre familiar, que llegaron a marcar un nuevo sentido de inmortalidad terrenal”.

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Así resultaron algunas de las respuestas a la pregunta a la que se enfrentó la gente medieval (al igual como la gente hoy): “¿Cómo se comporta la gente cuando su alrededor llega a amenazar su vida?”. Son indicadores de nuevos comportamientos y emociones que florecieron en cambios sociales que el Dr. Herlihy demuestra de una forma dialéctica, no enfatizando solamente en el dolor de la muerte y los resultados catastróficos, si no argumentando que “La Peste Negra de 1348 fue un gran manantial por razones demográficas y económicas”. En aquellos tiempos resuena la consigna, muy moderna, que Salus populi suprema lex: La salud del pueblo es la ley suprema.
Con los datos, documentaciones y argumentos que nos ofrece, el Dr. Herlihy llega a unas conclusiones que nos pueden sorprender. “Europa”, declara, “comprobó ser una paciente más fuerte y resurgió de la larga convalecencia por la pestilencia, más saludable, más energética y más creativa que antes”. La tesis de su argumento —comenzando con la catástrofe y el dolor— se basa en ver el fenómeno de la pandemia del siglo XIV de ambas maneras; es decir, desde la destrucción y, también, desde las posibilidades creadas por la renovación y el desarrollo de una nueva sociedad. Examinando los resultados que dejó esta pandemia también por el lado del optimismo, elige, además, las partes que pueden ser usadas en la reconstrucción.

He aquí un ejercicio que se puede practicar ahora mismo, en el comienzo del tercer año de nuestra Peste Negra del siglo XXI, para comenzar la construcción de nuestras nuevas estructuras sociales, económicas y emocionales.

Lectura recomendada:

Aries, Philippe. The Hour of our Death / Centuries of Childhood.

Boccaccio, Giovanni. The Decameron.

Herlihy, David. The Black Death and the Transformation of the West
(Harvard University Press, 1997).

Cohn, Samuel. Death and Property in Siena: Strategies for the Afterlife
(Johns Hopkins Press, 1988).

Langland, William. The Vision of Piers the
Ploughman.

Villani, Matteo. Della historia di Matteo Villani cittadino florentino
(anno 1363) (Facsimile publicado primero de enero, 2017).