La Orquesta Sinfónica Juvenil, heredada por los Acuerdos de Paz, en peligro de desaparecer

La OSJ de El Salvador es un hijo de aquella firma de 1992, concebida como una estrategia para alejar a la juventud de la violencia. A 26 años de cosechar frutos, dejaría de funcionar por falta de subsidio.

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En esta foto de archivo, el ahora director emérito Martín Jorge ensaya con un grupo de alumnos en la casa que fue donada a ProArte para la orquesta. / Foto Por EDH-Archivo

Por Rosemarié Mixco

2021-01-16 5:30:42

¿Qué relación tiene la Orquesta Sinfónica Juvenil (OSJ) con los Acuerdos de Paz, si la orquesta surgió en 1995? Es un fruto directo, que unió a la sociedad civil con el gobierno para crear oportunidades de formación integral para la niñez y la juventud de El Salvador, sin importar su condición social.

Sin embargo, y pese al éxito obtenido por 25 años, el futuro de este programa artístico-cultural es incierto. Para entender por qué, nos remontaremos a los años 60, cuando surgió la Asociación ProArte de El Salvador, la administradora oficial de dicho proyecto.

Mónica Villafuerte, actual presidente de la ONG, nos explica que en un comienzo ProArte nació como una entidad sin fines de lucro enfocada en promover las bellas artes musicales en el país.

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Cuando distintas voces internacionales vinculadas a la firma de los Acuerdos de Paz recomendaron crear un proyecto de educación musical como una estrategia para alejar a niños y jóvenes de la violencia —además de los deportes—, dicha entidad apareció en el mapa como la mejor opción para administrar el proyecto. Dispuestos a colaborar, los socios completaron todos los requisitos legales para constituirse en la ONG que se requería.

¿Pero por qué ProArte y no el gobierno?
Porque así lo indicó el maestro venezolano José Antonio Abreu, creador del Sistema Nacional de Orquestas Sinfónicas Juveniles, Infantiles y Pre-infantiles de Venezuela, quien acudió al llamado del gobierno de El Salvador para contribuir a la creación de la OSJ.

“La gente extranjera que estaba aquí dijeron: ‘(en el país) no tienen un conservatorio musical, no tienen un lugar donde enseñar a los músicos… es esencial que se tenga esto’, porque conocían lo que había ocurrido en Venezuela con el doctor Abreu, el musicólogo que aglutinaba a jóvenes para crear sinfónicas juveniles, con niños y adolescentes, y que tuvo un éxito increíble…”, recordó Villafuerte.

Fue por ello que se invitó al músico venezolano para replicar “El Sistema”, como se conoce a su programa de educación musical, en el país. Uno de los requisitos para que el proyecto funcionara era colocar en la administración a una organización no gubernamental y comprometer al gobierno a aportar un subsidio anual equivalente al 33 % del total del presupuesto necesario. Y así se hizo por casi dos décadas.

Han transcurrido 26 años desde que la OSJ inició, cientos de jóvenes salvadoreños han sido formados, familias enteras han sido receptoras de los beneficios que un proyecto de esta naturaleza proporciona y muchos de los becarios han logrado profesionalizarse en el extranjero gracias a la educación recibida.

Sandra Rivera, Kevin Enamorado y Gabriela Henríquez son tres de los exbecarios de la OSJ que tuvieron la oportunidad de profesionalizarse en el extranjero. Foto EDH / Archivo

Incluso, varios de los ahora profesionales han regresado al país para ponerse al frente de la educación musical, como fruto de aquel proyecto que nació de la firma de los Acuerdos de Paz.

Cero subsidio
Lamentablemente, al inicio de 2021, el futuro de la OSJ es incierto. Si bien la pandemia ha golpeado con fuerza al sector artístico-cultural en el mundo, la crisis que amenaza con desaparecer este programa inició en el 2015, durante el gobierno de Salvador Sánchez Cerén, cuando la transferencia de fondos a favor de la orquesta se recortó en un 60 %.

Al iniciar el proyecto en 1995, se decidió que el subsidio gubernamental rondaría entre 500,000 a 1,000,000 de colones. Durante los primeros años de la orquesta, la transferencia osciló entre esos valores, que en dólares asciende a un promedio de 90,000 anuales.

A ese subsidio, ProArte sumaba fondos obtenidos mediante la gestión cultural, a través de mecenazgo, conciertos, donaciones y cenas benéficas, para completar el dinero necesario para mantener con vida este programa social y de país. Hay que destacar que en su totalidad, dicho aporte estatal se utilizaba para el pago de la planilla de maestros establecida por quien fungió como director titular de la sinfónica durante 14 años, el maestro uruguayo Martín Jorge.

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Además de entregarse por completo al programa de formación, el sudamericano hizo de ProArte y la OSJ su familia. Actualmente, continúa su trabajo musical en su natal Uruguay, tras renunciar al proyecto salvadoreño ante la falta de fondos para el pago de sus servicios.

Villafuerte destaca que tras esa triste pérdida, varios profesionales extranjeros que han tenido la oportunidad de interactuar con los becarios han quedado prendados del proyecto, y les han externado su deseo de sumarse a él. Sin embargo, ProArte no puede aceptar sus ofertas, debido a la falta de fondos para continuar con la orquesta.

Desde que la administración Bukele tomó las riendas del gobierno, el subsidio para la OSJ se eliminó y con la pandemia, el panorama empeoró. “No nos vino, lo quitaron por completo…”, lamenta la gestora, y aunque antes de la crisis por COVID-19 tocaron las puertas del Ejecutivo para abogar por dicha transferencia y saber las razones por las cuales se les negaba, esas puertas no se abrieron.

En los próximos días, la actual junta directiva de ProArte se reunirá para analizar las probabilidades de continuar o no con el programa social y de país, que la firma de los Acuerdos de Paz heredó.