Los himnos de la rebeldía roquera exponen la compleja realidad que vive El Salvador

Los himnos son composiciones que pretenden reconfirmar los ideales de una comunidad en tiempos determinados. Para algunos salvadoreños, las composiciones de géneros como el rock, metal, punk y rap representan su identidad como ciudadanos.

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Los Criminis en el Trash Attack 2018. Foto EDH / Menly Cortez

Por Menly Cortez

2020-09-21 6:58:32

Cada 15 de septiembre antes de la pandemia, era tradición que centenares de personas se concentraran luego de los desfiles en el Estadio Mágico González para cantar a todo pulmón el Himno Nacional y declamar la Oración a la Bandera.

Mientras, otros salvadoreños que forman parte de las distintas escenas musicales de rock y rap aprovechaban para reunirse en un bar o espacio cultural de la capital. Ahí pasaban un rato ameno coreando canciones de agrupaciones nacionales, que más que engalanar la fiesta cívica, hablan sin tapujos de las problemáticas sociales que han marcado al país en los 199 años de independencia.

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Estas composiciones modernas —que son entonadas por generaciones a medida que el tiempo pasa—, a diferencia de los símbolos del patriotismo establecidos en las normas dictadas por las instituciones del Estado, dan un valor personal diferente respecto a qué significa nacer y ser salvadoreño, con una vibra rebelde que al mismo tiempo expresa que debe haber compromiso de cambio como ciudadanos.

Así como el escritor Salvador Salazar Arrué lo dice en su texto “Mi Respuesta a los Patriotas” escrito en 1932, en el que expresa la validez de hablar del terruño con voz independiente y creativa, “… mientras vosotros habláis de constitución, yo canto a la tierra y a la raza: la tierra que se esponja y fructifica, la raza de soñadores, creadores que, sin discutir, labran el suelo, modelan la tinaja, tejen el perraje y abren el camino”.

Toque de la banda hardcore Toma el Riesgo. El público de la escena underground salvadoreña se caracteriza por jóvenes con una alta carga de energía. Foto EDH / Menly Cortez

Karoline Alvarado, licenciada en Sociología de la Universidad de El Salvador, comenta que estas canciones, aunque, no puedan llamarse legalmente “himnos”, poseen signos y símbolos que transmiten y estimulan sentimientos de pertenencia, brindando una afección de representatividad por algo que es apreciado o valorado, en este caso específico hablando de la patria donde se nace.

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Contrario a esta idea, Carlos Gregorio López, doctor en Historia General y profesor de la UES, manifiesta que estas composiciones a las que algunos llaman “himnos” son líricas críticas de una situación social que en determinado momento no se quieren para el país, pero que constantemente se lucha para cambiarlo; por lo que, “si un artista o músico tiene una contra elaboración de los símbolos, no significa que su trabajo va a anular lo construido hace mucho tiempo”, subrayó.

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Sin embargo, Dino, cantante de la banda de Snuff Industrial Diente Amargo, desde su punto de vista, piensa que las canciones que se convierten en “himnos” son propuestas musicales que ilustran los valores de la sociedad de una forma real, “si se ama algo o a alguien se le debe la verdad, aunque duela”, afirmó el compositor de la canción “Tormenta”, ganadora de mejor canción Rock del año en los premios Música 503 de este año.

Y es que, según su opinión, los símbolos patrios como el Himno Nacional y la Oración a la Bandera Salvadoreña engloban una enorme belleza y reflejan los ideales y promesas que como ciudadanos le debemos al país, “en ellos se puede leer las reglas claras, solo depende de uno seguirlas”, recalcó.

Diente Amargo, banda salvadoreña del género industrial. Foto EDH / Menly Cortez

Aunque en realidad, Dino comenta que lo que más le produce orgullo como salvadoreño es poder crear un legado que ayude a otros a crecer de manera crítica.
Por su parte, Saúl Martínez, vocalista de la banda Indezoquixtia, opina que, dependiendo de la coyuntura, una canción puede llamarse himno en “la vox populi” por representar una idea colectiva que produce empatía, y a consecuencia de ello es que una pieza musical logra popularidad.

Martínez argumenta que Indezoquixtia representa en la escena metalera al género Tribal Thrash Core, con una propuesta crítica ante el sistema. En sus composiciones no solo se vierten las ideas de la banda, sino que, también, “somos un medio para expresar la voz del pueblo”. El músico afirma que tienen canciones que son escritas por otras personas alrededor del grupo.

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Asimismo, Samuel Vásquez, mejor conocido en la escena Rap como ‘Snif’, comenta que ser la voz de un sector social a través de dicho género urbano es de gran responsabilidad, “como artista estoy obligado a contar lo que yo considero mi realidad o la realidad de la clase social de dónde vengo, sin esconder nada”, enfatizó.

De esta manera, el rapero se vale de un fraseo con fuerte dosis de lírica crítica que él describe como real, por medio de la cual puede explicarles a las personas la dimensión de las situaciones que ocurren en el país.

Punks salvadoreños hacen “circle pit” al ritmo de los himnos. Foto EDH / Menly Cortez

Sobre todo, porque, según Erick Chávez, filósofo con título de doctor de la universidad de Valparaíso de Chile, el arte en general y la música que transmite un mensaje preciso son importantes para el desarrollo de las personas, pues estos ayudan a crear un imaginario para incentivar acciones que provoquen en quien las escucha la necesidad de actuar para construir cambios positivos en el desarrollo del país.

Por esta razón, para Dino, la misión más importante que tienen los artistas es plasmar los tiempos y parte de este trabajo es ilustrar la dimensión más oscura y honesta de la realidad, pues considera que El Salvador comparado a otros países vive una situación muy compleja, “aquí los problemas son reales y resolverlos es una lucha constante”, siendo esto una fuente interminable de creatividad para los músicos salvadoreños.