Un masón polaco en la Centroamérica del siglo XIX

En los últimos 15 años, se han desarrollado bastantes estudios académicos acerca de la evolución histórica de la masonería en Centroamérica. En ellos no puede faltar la presencia del Dr. Leonard y Bertholet.

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Catedral de León (Nicaragua), donde descansan los restos del escritor, diplomático y masón Rubén Darío (1867-1916). / Foto Por EDH / archivo

Por Carlos Cañas Dinarte

2020-11-21 11:35:28

Józéf Leonard y Bertholet fue un médico nacido hacia 1844 en Hrubieszów, una localidad de la zona fronteriza entre Polonia y Ucrania. Se doctoró en Leyes y Medicina en la Universidad de Varsovia.

En lengua polaca, redactó y publicó diversos trabajos históricos y literarios, como Juan Ziska y los husitas y Braterstwo (“La fraternidad”), una colección de opúsculos dedicados a los campesinos de su patria. Fue integrante del movimiento intelectual progresista conocido como La joven Polonia.

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Fue ayudante del general Micha?? Heydenreich-Kruk (1831-1886) en la insurrección liberal y antizarista de 1863 y 1864, cuyo fracaso lo obligó a abandonar su patria para nunca más retornar.

Rubén Darío lo describió como un hombre de ojos azules, baja estatura, aspecto severo, bravo y ardoroso, de ideas liberales adelantadas y atrevidas. Políglota (hablaba y escribía con fluidez diez idiomas, entre ellos el ruso, polaco, alemán, inglés, italiano y castellano), era encantador, gentil, amistoso y afable, de celibato perenne y de gusto gourmet.

A la derecha, Rubén Darío en San Salvador, octubre de 1889.

Fue seguidor y difusor de las ideas del filósofo alemán Karl Christian Friedrich Krause (1781-1832), quien planteaba una propuesta ética y regeneradora mediante una nueva forma de organizar el poder y las interacciones entre los diferentes ámbitos que componen a una sociedad, mediante el ejercicio de la libertad de conciencia, el pluralismo religioso y la fe racional escogida con libertad. El pensamiento krausista tuvo fuerte impacto en la España de la segunda mitad del siglo XIX y en la Centroamérica del último cuarto de esa misma centuria.

Tras pasar por Alemania, Francia (en París, en 1866, asistió al nacimiento del Nouveau Paenasse Contemporain) y Suiza, en 1868 llegó a España. En septiembre de ese mismo año tomó parte en el triunfante movimiento revolucionario liberal. Ingresó a la masonería en la Logia Fraternidad Nº 42 (Madrid, España), donde recibió el Grado 1, el 23 de febrero de 1864. Es posible que a partir de ese momento adoptara el nombre simbólico “Remboylo”, con el que luego asumiría desde el Grado 2 en 1864 hasta el Grado 33 en 1876.

Amigo de personajes como Ventura Ruiz Aguilera, Florencio Moreno Godino, Francesc Pi i Margall, Alonso y Emilio Castelar, Enrique Pérez Escrich y Manuel Fernández y González, fue protegido y discípulo del ilustre periodista Nemesio Fernández Cuesta y Picatoste (Segovia, 17.diciembre.1818-Madrid, 6.diciembre.1893), quien lo llevó a los periódicos Gaceta de Madrid (dirigido por el propio Fernández Cuesta) y Las novedades (comprado por Fernández Cuesta en 1857). En 1877, dirigió La crónica de la guerra, colaboró en La niñez y, tras la caída de la Primera República (1873-1874) y la restauración de la monarquía en manos de Alfonso XII (1875), fue profesor de la Institución Libre de Enseñanza, célebre escuela laica madrileña, fundada en 1876, dirigida por Francisco Giner de los Ríos y la cual mantuvo fuertes vínculos con la masonería española.

Simbología masónica: compás y escuadra, con una letra G equivalente al número 3 (trinidad). La masonería fundamenta su permanente estudio del universo en la geometría.

Después, el Dr. Leonard y Bertholet se trasladó de nuevo a Francia, donde residió hasta que, por recomendación de Nicolás Salmerón (1838-1908), entonces exiliado expresidente de la primera República española, el coronel Agustín Avilés le propuso hiciera un urgente viaje para que se estableciera en Nicaragua, adonde arribó a principios de febrero de 1881, para organizar y dirigir el Instituto Nacional de Occidente, que sería inaugurado el 6 de marzo en la ciudad de León por el gobierno de Joaquín Zavala. Durante su rectorado de cerca de seis meses y mediante sus clases de Letras e Historia universal, introdujo fogosas ideas liberales, anticlericales y masónicas en el alumnado, entre el cual se encontraba el adolescente Darío, en cuya defensa actuó cuando el poeta fue acusado de vagancia y se vio perseguido por las autoridades.

La presencia del Dr. Leonard y Bertholet despertó animadversiones y protestas entre los jesuitas y el clero de León, quienes desplegaron una campaña de ataques ideológicos en su contra. Aquel acoso culminó con la expulsión de los jesuitas de Nicaragua, pero también con la clausura del Instituto Nacional de Occidente, en mayo de 1881.

En septiembre de 1881, ya estaba radicado en Granada (Nicaragua), donde fue contratado por el Colegio de Granada como catedrático de varias materias, en especial de filosofía e historia. Desde ese momento, impulsó la fundación de la Logia Progreso Nº 41, que fue instalada en la localidad granadina en la noche del 28 de octubre de 1882, la cual causa profundas divisiones entre la población. A las 6 de la tarde del 26 de abril de 1883, Francisco Leal, uno de los masones de la Logia, esgrime su pistola y dispara varias veces contra el cuerpo del Dr. Leonard, sin asestarle ninguna bala.

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Para inicios de mayo de 1883, el polaco había abandonado Granada y, al no recibir seguridad para su vida, se dirigió por barco hacia El Salvador, adonde fue recomendado ante el presidente Dr. Rafael Zaldívar por el intelectual y masón nicaragüense Enrique Guzmán. En la Casa Presidencial de San Salvador, el Dr. Leonard se desempeñaba como segundo secretario del despótico mandatario salvadoreño.

Por acuerdo supremo del Poder Ejecutivo de El Salvador, en julio de 1883 la Universidad Nacional Central le concedió autorización para ejercer el profesorado en Ciencias y Letras y su profesión universitaria.
Al servicio del gobierno salvadoreño, desempeñó importantes cargos, entre ellos los de Director General de Instrucción Pública Primaria (al cual intentó renunciar, pero lo cual le fue negado mediante acuerdo ejecutivo en febrero de 1884), colaborador de los periódicos oficiales y de la prensa extranjera (1883-1885), para la que elaboraba informes y boletines quincenales.

Pomo de puerta con el ojo masónico (“el ojo que todo lo ve”), símbolo de la divinidad.

Nombrado miembro correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua y de la Asociación de Escritores y Artistas de Madrid, fue integrante de la comisión que acompañó al mandatario salvadoreño en el largo viaje que emprendió, en 1884 por Estados Unidos, España y Francia. En septiembre de 1884 formó parte de la delegación que acompañó al presidente salvadoreño Dr. Zaldívar a la inauguración del Ferrocarril del Sur, que unió a Puerto Barrios con la capital guatemalteca.

Establecido en la ciudad de Guatemala tras la revolución de junio de 1885, encabezada por el general Francisco Menéndez contra el Dr. Zaldívar y que lo dejó sin sus cargos burocráticos, el gobierno de ese país vecino lo comisionó para cumplir con una misión de alto nivel diplomático en territorio mexicano. En la capital guatemalteca, se desempeñó como director y redactor del diario La estrella de Guatemala, propiedad del estadounidense Hollander, cargo en el que después fue reemplazado por Joaquín Méndez Bonet.

En la ciudad de Guatemala, en febrero de 1891 fue uno de los cultos invitados a la fiesta posterior al matrimonio religioso de Rubén Darío con su esposa costarricense, la escritora Rafaela Salvadora Contreras Cañas, con quien se había enlazado por la vía civil en San Salvador, el 21 de junio de 1890.

Este “periodista enciclopédico, profesor excelente y hombre de gusto depurado y bueno” –como lo recordara Rubén Darío- fue integrante de la Logia Progreso Nº 41 (Granada, Nicaragua, establecida en la noche del 28 de octubre de 1882) y del Supremo Consejo Centroamericano del Grado 33 (Guatemala, 1887 y 1898).

Radicado en Honduras, en Tegucigalpa dirigió el Instituto Nacional de Tegucigalpa y llegó a ser rector de la Universidad de Honduras (1899-1902). En este último año, el gobierno de Honduras lo designó su representante ante la Segunda Conferencia Panamericana, desarrollada en la ciudad de México por el gobierno del general Porfirio Díaz Mori.

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Retornó a Nicaragua, para gozar de una pensión que le otorgó el gobierno presidido por el general José Santos Zelaya.
Enfermo y tullido, se hizo transportar en una silla de manos hasta la Logia Progreso no. 1 de Oriente (después no. 16), instalada en Managua desde el 14 de diciembre de 1899, gracias a la promoción masónica del salvadoreño Dr. Rafael Reyes (otrora “carcelero pedagógico” del adolescente Darío, en la San Salvador de 1882), con el fin de presenciar la iniciación masónica formal del diplomático y poeta modernista, en la noche del viernes 24 de enero de 1908. Así ingresó Rubén Darío al Gran Oriente.

Aquejado por la pobreza y desamparado, el doctor Leonard y Bertholet falleció en Managua, a las 16:00 horas del 13 de abril de 1908.

Su muerte fue considerada una pérdida nacional para Nicaragua. Fue velado en la Logia Masónica y sepultado en la tarde siguiente. Su mausoleo se alza ahora en el antiguo cementerio de San Pedro, en la capital nicaragüense.

En homenaje de quien alguna vez fue llamado Gran Inspector General de la Masonería Centroamericana y Española, Rubén Darío redactó la crónica biográfica Un polaco ilustre en Centro América, la cual difundió desde el diario La nación (Buenos Aires, Argentina), el 12 de mayo de 1909.