“He tratado de buscar la belleza donde hay calamidad”, Marta Leonor González, escritora nicaragüense
Un diálogo para comprender la mirada esperanzadora, intensa y compasiva de una poetisa hacia una Managua sumida en el dolor tras sufrir un devastador terremoto en el 72.
En esta entrevista a Marta Leonor González, escritora y periodista nicaragüense, hablamos sobre su más reciente poemario “Managua 38°”, publicado por Índole Editores, firma salvadoreña, una obra que retrata vívidamente el dolor del pueblo nicaragüense en el terremoto de 1972: un movimiento telúrico de 6.2 que destruyó todo Managua, causando alrededor de 19,320 muertos y 20,000 heridos; un cataclismo que dejó los cuerpos de muchas personas pudriéndose entre los escombros.
Este diálogo permite comprender la sensibilidad de una poetisa que, a través de la recolección de memorias, transmite con compasión y contundencia el dolor de un pueblo que ha sufrido tanto como el nuestro; pero una obra que en medio de la calamidad también ha encontrado la belleza. Un mensaje de luz en estos tiempos en los que parece no haber esperanza.
Marta Leonor González, editora de periódicos, por muchos años directora del suplemento “La Prensa Literaria”, del diario La Prensa de Nicaragua. Activista en la promoción de la lectura. Ha publicado: Huérfana embravecida, (poesía, 1998), La Casa de Fuego (Poesía, 2008). Versos (Festival de Poesía de Costa Rica, 2015). Juegos de la escritura (Guía para un taller literario, Prosa, 2015). Palomas Equilibristas (Traducción bilingüe al Español y Francés, 2013 y segunda edición en español 2016). Compiladora de varias antologías de poesía centroamericana. Fundadora y editora de la reconocida revista 400 elefantes y la editorial del mismo nombre.
El año de su nacimiento ocurre el terremoto, ¿qué significó reconstruir la herida que dejó a las generaciones anteriores a la suya?
Eran las heridas, de los padres, tíos, abuelos, las heridas abiertas que son mostradas a una desde la niñez y continúan en la adolescencia, llegas a la edad adulta y te vas enterando más de cómo fue esa Managua que se convirtió en ruinas, cómo la ciudad quedó atrapada entre el dolor y la furia de la tierra que sobrevivió al dolor de generaciones anteriores a la mía. Es así como a través de la memoria de estas gentes voy construyendo mi libro que podría ser una crónica del dolor y de la pérdida, pero es sobre la reconstrucción de la memoria de una ciudad con sus vicios, su belleza y su agonía.
Esa reconstrucción vino a través de las anécdotas que me contaban en mi casa, mi padre, mi madre, los tíos y luego mi vinculación con la historia.
El trabajo periodístico se denota en su poemario: muchos personajes, muchos nombres, muchas narraciones y sentimientos en cada estrofa, ¿cómo fue el proceso de documentación y recolección para lograr retratar vívidamente el dolor nicaragüense? ¿cuánto tiempo le llevó?
Las bases para construir mi poemario Managua 38° están en las conversaciones con mi familia, a la vez, revivir esos sentimientos de pérdida en ellos, de añoranza. Como te dije, desde muy niña crecí escuchando esas historias de lo que significó Managua para aquellos que la vieron caída en 30 segundos, ser devorada por la tierra, un sismo de magnitud de 6.2 en la escala Richter.
No estoy segura de retratar ese dolor, he tratado de buscar belleza donde hay calamidad, es como entrar en un coro desafinado y encontrar una voz maravillosa que te hace escuchar notas sublimes y perfectas.