La revolución de la luna: una parábola de justicia

Sicilia, 16 abril de 1677. Desde su lecho de muerte, el virrey del rey Carlos III de España, Ángel de Guzmán, marqués del Castel de Rodrigo, nombra a su esposa, doña Eleonora, como su sucesora.

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Andrea Camilleri, guionista, director de cine y novelista italiano. / Foto Por EDH / archivo

Por Katherine Miller Doctorado en Estudios Medievales y Renacentistas de UCLA.

2021-02-27 4:18:38

Andrea Camilleri (1925-2019) es considerado como una figura magnífica en los anales de la literatura italiana y uno de los escritores más importantes de siglo XX-XXI. Las más de 100 novelas escritas por Camilleri vendieron más de 10 millones de ejemplares y eran hechos programas de televisión y cine. Fue galardonado como doctor honoris causa de la Universidad de Pisa en 2015.

En esta época dorada de la novela siciliana, La revolución de la luna de Andrea Camilleri (Europa Editions, traducida al inglés por Stephen Sartarelli, y publicado en 2017) ocupa un espacio literario a la par con novelas históricas como El Gatopardo de Guiseppe Tomasi di Lampedusa (Feltrinelli, 1958); la novela histórica de Leonardo Sciascia, El Concilio de Egipto (Carcanet, 1963); y la magnífica novela histórica sobre la falta de libertad de prensa durante el Ventennio del fascismo en Italia, de Umberto Eco, Número Zero (Bompiani, 2015). Cuando fue publicada su Revolución de la luna, Camilleri mismo declaró que había “…decidido deliberadamente pasar, como contrabando, un comentario crítico de mis tiempos”.

Esta novela, joya diminuta de un momento en la historia de Sicilia, está basada en un hecho verídico del s. XVII, cuando una mujer asumió el puesto de virrey de España para Sicilia durante 27 días. Como lectores estamos invitados a una cena amarga y bella, a la vez, con la disección retórica de las cortes reales y papales. Pone al descubierto la hipocresía, la falsedad, corrupción y misoginia combinada con la perversión profunda de una élite desmesurada compuesta de hombres que confabulan a destruir un momento de esperanza con las reformas de una mujer inteligente y valiente. Pero encontramos que, al leerlo, estamos riéndonos por el humor y sátira maravillosa de la novela, que es una obra de arte tipo commedia dell’arte, una farsa en prosa exquisita que hace heridas como de un estilete filudo. Pero canta, de igual manera, fantasiosamente como un poema lírico de humor y patetismo sobre el manejo astuto del poder por esta mujer astuta, virreina de España en Sicilia por los deseos de su esposo, don Ángel de Guzmán, virrey anteriormente quien reinaba conjuntamente con el Concilio Real y Sagrada.

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La primera nota histórica que ancla los hechos en la realidad histórica de Sicilia es de una carta en que Camilleri comenta que desea insertar como evidencia en el primer capítulo de esta novela. Reza así:
“En 1611, una semana después de aterrizar en Palermo, el Virrey de Sicilia, el Duque de Osuna, había escrito al rey, en estas palabras exactas: ‘Nadie aquí es ni salvo ni sano, ni en su propia casa. Este reino reconoce ni Dios ni su Majestad. Todo es de venta, incluyendo las vidas y posesiones de los pobres, las propiedades del rey, hasta la justicia misma. Nunca he visto ni me ha dado cuenta de nada comparable a la criminalidad y desorden aquí’”.

El día 16 del mes de abril de 1677, según documentos fidedignos en los archivos históricos de Palermo, Camilleri indica que un pequeño punto histórico encontrado en los documentos oficiales lo ocupó para crear toda esta novela diminuta. En el primer capítulo, Camilleri presenta a don Ángel de Guzmán, virrey enfermizo de España para Sicilia ubicado en Palermo, muere por enfermedad repentinamente en medio de una reunión del concilio y los ministros aprovechan, durante un período de dos horas, con el virrey sentado muerto en el sillón, a pasar varias leyes y hacer actos oficiales del concilio del gobierno.

Pero don Ángel de Guzmán, desconfiando en el Concilio Real y Sagrado, había dejado una carta con órdenes que sería su esposa, doña Eleonora quien asumiera el puesto del virrey de España para Sicilia. Una vez que don Ángel es declarado difunto, doña Eleonora asume plenamente el poder. Y el caos y corrupción se desprenden a todo vapor. Los hombres, al no saber más cómo están los asuntos, ventilan su coraje y miedo contra sus mujeres: “Michiluzzo Digiovanni mete su esposa en la cama y comenzó con ella durante tres horas enseguida, así como que fuera un animal”. El obispo, con miedo que se revelaran unos “hechos sucios”, ordena el asesinato de don Severino, el médico que atiende a doña Eleonora y quien es de su confianza y la apoya plenamente. Y ella no tiene confianza en nadie más que don Severino, quien la atiende cuando desmaya, y cae profundamente enamorado de Eleonora, la sirve como espía y ayudante en todo lo que ella intenta, en su capacidad oficial, por mejorar la población indigente de Palermo.

Portada de la obra “La revolución de la luna” (2013).

Inesperadas son las páginas de Camilleri que siguen. Y son un brindis a la mujer en la esfera política: doña Eleonora logra maniobrar en una manera más astuta que los señores políticos y eclesiales tan poderosos. Pero, al final, es derrocada, en una floritura triunfal en un estoque que Camilleri hace claro, pura y sencillamente que es únicamente porque es mujer, y por ninguna otra razón, que es derrocada por el golpe de estado de los ministros. Termina esta novela de un poco más de 200 páginas, con una dulzura palpable, imaginable solo en las páginas de Tasso, Ariosto o Petrarca.

Sus primeros ordenes legislativos, de los 27 días que reinara, son de reducir los impuestos para familias grandes, de cortar el precio del pan por la mitad, establecer casas para mujeres indigentes y para mujeres que habían trabajado como prostitutas pero ya no puedan seguir por su edad avanzada. También establece dotes para jovenes sin recursos para que puedan casarse. Sus reformas son rechazadas por los hombres, ministros del concilio del gobierno en formas sangrientas y corruptas, que incluyen no solamente mentiras y ataques al carácter de doña Eleonora, si no hasta atentados de homicidio y conspiraciones a nivel internacional en Roma por los ministros de gobierno y por el obispo de la ciudad. El pueblo es manipulado en tal manera que cambia entre odio y amor para ella, no sabiendo sus propias mentes.

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Pero algunas de las reformas el pueblo no pudo rechazar: la de reducir el precio del pan por la mitad, por ejemplo, u ofrecer dotes para jovenes pobres, y también de montar albergues para huérfanos.
El primer acto, de doña Eleonora, sin embargo, es de quitar un gran número de ministros del gobierno. Ellos tienen miedo que se revelen sus horrendos actos y, por lo tanto, buscan venganza avant la lettre. Para no multiplicar ejemplos, una gran parte de la corrupción se centra en un albergue, supuestamente para jovenes vírgenes, pero que está, en realidad, funcionando como un burdel donde jóvenes mujeres están mantenidas bajo llave para el “uso” de los ministros mismos, pero que lleva el nombre de El Refugio Sagrado para Vírgenes en Peligro.

Como parte de la estrategia de salvar o restaurar la dignidad de la mujer, Eleonora establece la Dote Real, con el objetivo de proveer dotes para niñas pobres para que puedan casarse y no caer en la vida de la calle. Establece también el Conservatorio para las Magdalenas Reformadas, para proveer una vivienda para las señoras de la vida alegre que ya eran mayores de edad y no pudieran practicar su vocación de prostitución a causa de su vejés. El complot sigue, lleno de venganzas y actos sucios por los ministros y el obispo contra la virreina, doña Eleonora, hasta que todo, con la ayuda de don Severino, es revelado y se va en un torbellino al fracaso por el concilio y los ministros. Mientras tanto, doña Eleonora está limpiando y arreglando los asuntos para que la población tenga lo que necesita para una vida digna apoyada por nuevas leyes.

Después de todas las reformas de 1677 implantadas por doña Eleonora con el apoyo del médico, don Serafino, y todas las maniobras y maldades del gobierno civil y eclesial, incluyendo la manipulación de la población en contra de la virrey, el obispo, para salvarse a sí mismo, toma la oportunidad de efectuar un violento atentado contra doña Eleonora. ¿Pero quién puede estar en contra de disminuir los impuestos sobre el trigo para el pan para así cortar por la mitad el precio de venta a la población? ¿O de establecer un organismo para las dotes de jóvenes pobres? Don Severino, el médico enamorado de doña Eleonora, también había hecho unos esfuerzos de organización de la población a favor de Eleonora, explicándoles, en el proceso, la realidad de las estrategias que ella llevaba. En el momento del peligro para Eleonora, dice la novela,
“Unos 300 hombres, todos muy jóvenes y fuertes, de repente corrieron rápidamente a la plaza. Estaban gritando con una sola voz, con todo el aire que tenían en sus pulmones: ‘¡Que viva doña Eleonora! ¡Doña Eleonora es nuestra!’. Eran miembros del gremio de los estibadores del puerto e inmediatamente comenzaron a pelear con las turbas que amenazaron doña Eleonora”.

Una imagen muestra la Catedral Metropolitana de la Asunción de la Virgen María en Palermo. Foto EDH / AFP

Al fin de tanto, es el obispo, Turro Mendoza, quien sale como enemigo fuerte, que confeccionaba varias trampas contra doña Eleonora, porque es la virreina por España y oficial más alto del imperio en Sicilia. Camilleri, con su voz irónica, menciona que el obispo comenzó a ponerse nervioso cuando el pueblo recibió la siguiente noticia: “La noticia que el precio del pan había sido cortado por la mitad cayó como un golpe muy duro al obispo” y el obispo es reducido a maniobrar hasta meter una carta de denuncia contra doña Eleonora en las manos del papa en Roma. El argumento del obispo de Palermo ante el Vaticano es doctrinal y declara Turro Mendoza que el puesto del virrey es, y siempre ha sido, legado no solamente del rey de España si no del papa en Roma también. Nunca ha sido y ahora no podría ser, ocupado este puesto por una mujer. “El obispo tomó”, dice Camilleri al lector, “más de tres horas para escribir la carta. Pero cuando él lo re-leyó, la encontró una obra maestra. Cada palabra constituyó un clavo en el ataúd de doña Eleonora. (….) ¿Había algún caso de que el Legado fuese una mujer? (….) ¿Cómo, entonces, pudo un obispo obedecer un Legado del sexo femenino? (….) Más importante, si no tomara las medidas de eliminar tal monstrum en una manera de prontitud pudiera complicar más cualquier resolución definitiva de la cuestión del Legado Apostólico en Sicilia”. Por lo tanto, el obispo había dado forma a un argumento doctrinal en que, precisa y solamente por ser mujer, doña Eleonora no podía ocupar el puesto ni del Legado Apostólico, ni del virrey para España, y que, por eso, tendría que dejar el puesto de virreina y ser repatriada a España a las órdenes del rey Carlos III. El rey manda una carta a tal efecto de que doña Eleonora tendría que repatriarse. Ella obedece.

Pero el obispo Turro Mendoza es acusado y encontrado culpable de “hechos sucios” de índole sexual y es destituido por una corte civil. Eso afecta al Inquisidor don Camilo Rojas y Penalta, como explica Camilleri, “porque durante años las fortunas del Santo Oficio habían ido decayéndose. No pudieron encontrar un hereje por ningún lado, todas la brujas habían desaparecido y ahora nunca podrán quemar a nadie en la plazas públicas. ¿Dónde se habían desaparecido las bellas auto-da-fés?”

La noche antes de dejar Palermo para España, doña Eleonora invita a don Serafino a cenar en la casa del virrey:
“Tenemos que decir adieu”, dijo doña Eleonora. Su voz apenas era un respiro. Y cerraba sus ojos. Don Serafino vio una lágrima, solamente una, una perla, que cayó de su ojo izquierdo y procedió muy lentamente por su rostro y se detuvo, por un momento antes de caer de su cara, y con su mano derecha abierta don Serafino la capturó. Entonces, hizo un puño, deseando que la lágrima pudiera penetrar a su carne al punto de entrar a su mera sangre”.

Don Serafino ofrece seguirla y vivir en España, practicando, así como siempre había hecho en Sicilia, como médico para la población. (Los lectores no van a olvidar que el nombre “Serafino” es español por la designación de un ser angélico que pertenece al orden más alto de la jerarquía celestial y es asociado con luz, ardor y pureza (seraph-seraphim, del griego y hebreu).

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“La mano de doña Eleonora quedó suspendida en el aire, ligera como una mariposa, y se movió hacia el rostro de don Serafino y lo acarició. Ella dijo: “Solamente puedo prometerle una invitación a una cena tres veces a la semana”. Y don Serafino respondió: “Es suficiente para mí”.
Al salir de Palermo en barco, los marineros comenzaron a quitar las amarras del barco, y en el silencio, se oyó la voz de Peppi Gangitano, un poeta de las calles y tabernas, que surgió fuerte y cantó lo siguiente:
Para rodear la tierra, en su enteridad,
La luna toma ventiocho días.
Las mujeres saben eso, así como sabe el mar,
Porque con la luna siempre están en fase.
Su reina duró un circuita lunar,
Aunque cambió la noche en un día brillante;
Sus leyes de bondad trajeron un exceso,
Y algo sanaba a nuestros sufrimientos.
Y ahora que sus esfuerzos han terminado,
Dama Leonora, busca en su corazón.
Profundamente en nuestro corazón, y
encontrará una luna pequeña y spléndida, que es usted reinando sola.

El primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, declaró, en este año de 2021, que Andrea Camilleri era “un maestro de ironía y de sabiduría”. FIN

Lectura recomendada:

Camilleri, Andrea. The Revolution of the Moon. Traducido al inglés por
Stephen Saltarelli (Europa Editions, 2017).
Lampedusa, Guiseppe Tomasi di. El Gatopardo (Feltrinelli, 1958).
Norwich, John Julian. Sicily. (John Murray Publishers, 2016).
Sciascia, Leonardo. The Council of Egypt. (Carcanet, 1963).