Darío Rivera, el salvadoreño que creció en un mercado y ahora es músico exitoso de jazz

Darío Rivera nunca se dio por vencido. Y aunque convertirse en músico profesional parecía imposible, en 2018, lanza junto a su banda su segundo disco.

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El compatriota salvadoreño quiere regresar a su país para impulsar el jazz. Foto EDH / Cortesía

Por Rosemarié Mixco

2018-09-16 6:09:52

¿Imposible? Solo si tú te lo crees. En la vida, las oportunidades abundan. Pero solo el que está decidido a luchar para alcanzar sus metas, las encuentra y las ejecuta.

Y exactamente eso fue lo que hizo el salvadoreño Darío Rivera, quien antes de convertirse en saxofonista, arreglista, compositor y productor musical se ganaba la vida en mano de obra en el mercado de San Miguel y lavando autobuses en la noche.

“Al terminar mi bachillerato, sabía que la música era mi vida, pero tenía el obstáculo de la falta de una carrera de música en mi país. Entonces, decidí estudiar medicina veterinaria, en la Univo”, recuerda el artista de 30 años.

Sobrevivir para él y su familia fue una cuestión de osadía. El dinero siempre fue insuficiente en el hogar y retaba a sus padres a sacrificar largas horas de trabajo, para ganar lo necesario para terminar el día.

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No obstante, su madre lo vigilaba de cerca y supo ver en él ese talento artístico que lo impulsó a vencer cuanto obstáculo encontró en su camino, desde que era un niño. Por ello, lo motivó a seguir sus metas y trabajar por hacerlas realidad.

Al año de cursar los estudios de veterinaria, Darío decidió dedicarse a trabajar en el mercado y a lavar buses para ganar los pocos centavos que le permitían vivir. Es aquí, donde su mamá interviene y lo empuja a ir por sus sueños.
“Mi madre me dijo que no podía llevar mi vida así, porque no llegaría a ningún lado. Nunca había mencionado a mis padres mi interés por estudiar música, ya que lo veía imposible, porque éramos una familia que apenas subsistía el día a día. No había dinero para apoyarme de ninguna manera”, detalló el compatriota.

El disco “Libertad” fue grabado en un solo día, el 3 de junio del 2018. Imagen EDH / Cortesía

Pero doña Selma Turcios de Rivera creía en su hijo y tenía la certeza de que su espíritu aguerrido lo llevaría muy lejos. Sin saberlo, ella investigó sobre los cursos de música que existían en el Centro Nacional de Artes (Cenar) y lo motivó a viajar a SanSalvador y audicionar para ingresar a dichas clases.

A los 18 años, Darío se trasladó a la capital para abrirse camino hacia el éxito.

Tras examinarse, logró ingresar a las clases de música y comenzar su aventura con el saxofón. “… yo sabía que quería estudiar saxo, porque para mí era algo hermoso, además de inusual…”, manifestó Rivera, en entrevista por mail.
En el Cenar, cursó dos diplomados de música, en 2008 y 2012, clases que tomaba en horas vespertinas y nocturnas, mientras trabajaba como cerrajero en el barrio San Jacinto.

Entre los maestros que lo guiaron en sus inicios, el salvadoreño recuerda al trompetista Enrique de Paz y al musicólogo Manuel Carcache. Junto a ellos, su pasión por el jazz fue tomando fuerza.

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Su avidez por conocer y aprender más de este género musical lo motivó a cruzar fronteras. En Costa Rica, conoció a varios mexicanos que lo motivaron a migrar a esa nación del norte para profesionalizar su talento. En 2014, Rivera conoció al saxofonista panameño Jahaziel Arrocha, con quien estudia el arte del saxo y la improvisación. Ese mismo año, gana la beca del programa Fantel, para realizar sus estudios de Licenciatura en Jazz y Música Popular, en la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, México, donde se forma como instrumentista, arreglista y compositor.

Solo dos años después, él y su maestro Jahaziel Arrocha fundan la banda “Tenor Mafia”, un colectivo de músicos centroamericanos y mexicanos dedicados a expandir el idioma del jazz y esparcir su cultura en la América Central.
En ese afán de acercar el género a los diferentes públicos, en enero de 2017, realizan en San Salvador, El Salvador, el Festival de Jazz Independiente “Salvabop”, que incluyó tres días de conciertos, clases maestras y “jams sesions”. De esta iniciativa, resultó una primera producción discográfica: “Live At The Salvabop” (disponible en tenormafia.bandcamp.com/releases).

En 2018, Rivera se impuso un nuevo reto con su proyecto “Libertad”: lanzar una segunda producción junto a su banda y una big band, y en junio pasado lo concretizó. “… se grabó en un solo día (…) el mayor reto de esta música es que se debe grabar en tiempo real”. Y lo hicieron. Ahora, regresará al país dispuesto a promover el jazz.