En la tarde del pasado jueves 27, en el marco de las jornadas conmemorativas del 230 aniversario fundacional del primer gabinete o museo público en México, el doctor Rodrigo Vega y Ortega ofreció una conferencia virtual, dedicada a las relaciones entre los museos nacionales de México y El Salvador en la primera década del siglo XX.
Basado en una investigación inicial en periódicos de 1902 a 1907, el académico de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) realizó una reconstrucción fragmentaria de los vínculos institucionales entre ambos centros culturales, fundados respectivamente en 1825 y 1883.
En un marco socioeconómico de la agroexportación del café y del progreso positivo representado por el desarrollo científico en las Américas, en marzo de 1900 el gobierno salvadoreño escribió al Ministerio de Fomento mexicano para poder realizar un intercambio de especímenes naturales y de productos industriales. Como respuesta, Fomento contactó con el Museo Nacional de México, el Museo de Tacubaya y diversos naturalistas para solicitarles su colaboración en la recolección de lo solicitado.
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En junio de 1900, se reciben los materiales para hacer un primer envío hacia El Salvador. Junto con un listado, esos especímenes y productos van centrados en su utilidad económica, en sus particularidades taxonómicas y en buscar entablar relaciones comerciales más firmes y duraderas con El Salvador y el resto de las repúblicas centroamericanas.
Entre 1902 y 1903 se mantienen más contactos epistolares. En marzo de 1903, el cónsul mexicano Tomás Ugarte informa a la Secretaría de Relaciones Exteriores de México que las semillas enviadas ya fueron sembradas en San Salvador. A la vez, sugiere que en la Legación diplomática se abra una biblioteca de autores mexicanos para consulta de los salvadoreños. Hay un objetivo de estimular contactos letrados con intereses científicos.
La apertura de la nueva sede del museo nacional salvadoreño se produjo en julio de 1904, en la finca Modelo (ahora Zoológico), en el marco de la Primera Exposición Nacional, organizada y curada por el propio director del museo, el naturalista y médico migueleño Dr. David Joaquín Guzmán Martorell (1843-1927).
En 1905, esa institución solicita al Ministerio de Fomento mexicano que remita objetos para exhibirlos junto a los muestrarios que ya posee de Bélgica, Inglaterra, Francia, España, Chile y Argentina. Cuatro años más tarde, mediante la revista Anales del Museo Nacional, el director Dr. Guzmán Martorell presentó un listado de los objetos industriales, animales y frutos disecados, tejidos y más que, procedentes de diversos estados mexicanos, son expuestos en varias vitrinas.
Hasta el momento, la investigación del Dr. Vega y Ortega está en proceso y debe llenar diversos vacíos. La pandemia ha demorado su marcha. ¿Se mantuvieron los contactos epistolares entre ambos museos tras la revolución mexicana? ¿Quiénes más participaron en esas redes intelectuales? ¿Hubo una geopolítica del conocimiento en ese intercambio? Dentro de la historia global, ¿el México del último tramo del porfiriato ejerció una especie de sub-imperialismo cultural y político hacia El Salvador y Centroamérica en general?
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Sin duda alguna, trabajos académicos de este tipo hurgarán en la “obra repartida” del Dr. Guzmán Martorell, cuyos productos intelectuales yacen desde hace muchas décadas en bibliotecas y museos de El Salvador, México, Estados Unidos, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica y Francia.
Hay que estar atentos al resultado de la investigación en proceso del Dr. Vega y Ortega. Su trabajo evidencia que es urgente y necesario revisitar la obra completa del Dr. Guzmán Martorell, nuestro Humboldt centroamericano, para así entender más a cabalidad el papel que quiso jugar la historia natural y la ciencia aplicada en el desarrollo político del liberalismo centroamericano.