Fuego y agua devastan el patrimonio de la humanidad
La fuerza de los elementos es implacable cuando se desata, como sucedió con la catedral de Notre Dame, en París, que fue dañada por un voraz incendio el 15 de abril; y la basílica de San Marcos, patrimonio cultural de Venecia, que en noviembre fue afectada por las inundaciones.
El 15 de abril fue uno de los días más largos y angustiantes para los parisinos, luego de que faltando unos 10 minutos para las siete de la tarde se desatara un voraz incendio en la catedral de Notre Dame, uno de los monumentos más emblemáticos de la capital francesa.
El fuego, según trascendió, estuvo “potencialmente relacionado” con las obras de rehabilitación que se llevaban a cabo en la edificación. No hubo pérdidas humanas, pero más de ocho siglos de historia ardieron ante los ojos del mundo que le dio seguimiento al fatal suceso.
Una hora después, se derrumbaba la aguja central, de 93 metros de altura, en la que había tres reliquias que no se pudieron extraer: la que se considera una de las 70 espinas de la corona de Cristo y otras dos reliquias de san Dionisio y santa Genoveva. También se perdió todo el techado de la catedral.