Entre el teatro y las terapias con animales: las pasiones de Naara Salomón

La actriz de origen suizo tiene un desbordante amor por los caballos y perros. En ellos encontró un camino para sanar y dar esperanza a niños y adultos enfermos o con conductas sociales incorrectas.

La actriz de origen suizo tiene un desbordante amor por los caballos y perros. En ellos encontró un camino para sanar y dar esperanza a niños y adultos enfermos o con conductas sociales incorrectas.

Por Sara Castro

2019-04-26 9:17:58

Desde niña tuvo una conexión especial con los animales. Se sentía más a gusto entre ellos que con las personas, porque siempre ha creído que el ser humano tiene mucha perversidad y violencia inútil. Los animales, en cambio, la apaciguan y arraigan. Así es Naara Salomón, una reconocida actriz de teatro, quien a sus 58 años logró construir un proyecto anhelado: una granja pedagógica.

Naara se vinculó muchos años atrás con la Fundación 4 Patas y comenzó a realizar terapias asistidas con perros. Pero un día de 2012 recibió una llamada de una amiga que le pedía ayuda para auxiliar a dos caballos abandonados y heridos sobre la carretera que conduce al municipio El Paraíso, en Chalatenango. La actriz conocía de caballos.

Durante varios días, Naara y su compañera viajaron al norte del país para asistir a una yegua blanca y a un potro, ambos criollos. Ellos fueron el comienzo de “La Granja Pedagógica Sirena y Capitán”, la que hoy está en un campo conocido como “El Corralito”, en Lourdes.

Allí, esta actriz recibe junto con sus caballos, aves, gatos y mulas a sus pacientes: niños con determinados síndromes, déficits, abusados sexualmente y personas con adicciones o conductas sociales incorrectas; también llegan centros educativos y hasta empresas que quieren conocer de “team building”.

Naara Salomón junto a Épona y tía Lola. Foto EDH / Huber Rosales.

La fuerza del sol y el canto estridente de las chicharras se hicieron presentes una mañana de marzo. Las yeguas Nahual y Sirena, y las mulas tía Lola y Épona pastaban y caminaban apacibles y libres en la granja. Pero Cometa, un corcel de color alazán brillante, estaba en faenas junto a Gabriel, un chico de 12 años diagnosticado con autismo.

“Tenemos dos años de venir a terapia. Yo no pensaba que la terapia equina fuera tan buena como realmente es. No le hallaba la conexión entre las emociones y estar subido en un caballo”, dijo Fidel Argueta, padre de Gabriel. Pero la evolución de este jovencito ha sido evidente.

Argueta aseguró que su hijo ahora se expresa y habla mejor, y un día una maestra le hizo ver que el niño era bueno escribiendo las clases en computadora. Esos avances se los atribuye a las terapias asistidas con animales.

Gabriel se dispone a montar a Cometa. Al principio de las terapias su postura no era firme ahora tiene control sobre el caballo. Foto EDH / Jorge Reyes.

Y es que el entendimiento entre Naara y sus corceles es tácito y mágico. Ello y su creatividad para realizar terapias integrales son claves para tener resultados efectivos.

Esta actriz de 63 años incorpora balones, conos, música, pompones, rótulos, entre otros elementos para ayudar a sus pacientes. Técnicas pedagógicas que atesoró de su formación en Suiza y Francia. Pero su amor y respeto por los animales son sus mayores distintivos.

“Los animales son un canal maravilloso porque son reveladores. Los humanos hemos aprendido a esconder nuestras intenciones o emociones. Cuando nos preguntan ‘¿cómo estás?’, automáticamente decimos: ‘bien, bien’ y por dentro una catástrofe. El animal no nos permite esconder nada. Un animal que no se siente bien a la par de uno se aleja”, explicó la actriz de origen suizo.

Así fue cuando uno de sus caballos no se alejó en el momento que un niño, menor de 10 años, confesó su adicción a la pornografía. Fue iniciado por un “adulto malo”, de acuerdo con Naara. El animal no habla “y pudo escuchar y servir de pared entre él y el resto del mundo”.

A través de estas sesiones, Naara ha ayudado a sanar a muchos niños y adultos. Pero también ha otorgado atisbos de esperanza a muchos padres de familia.

Con esa ilusión llegó Juanita López de Müller a la granja. Quería abordar un aspecto de autocontrol en su hijo Guillermo, de 7 años, desde otra perspectiva.

Guillermo corrió, se divirtió y su seguridad con los animales fue notable. Visitó a las gallinas y al pato Donald, dio de comer a Sirena, montó y dirigió impecablemente a Cometa. En medio de este ambiente natural ha aprendido a ser paciente.

Cepillar a los caballos también es parte de la terapia. Guillermo limpia al potro Cometa. Foto EDH / Jorge Reyes.Para esta familia, visitar este sitio es como un oasis.

Remanso que también acoge a Naara, a quien no le importa tener una rutina de 20 horas de trabajo para atender a sus animales.

Ellos necesitan cuidados y de contacto humano constante para ser dóciles. La actriz aseguró que gestionar la energía del cuerpo es importante para que los animales se acerquen a uno y así fortalecer nuevas opciones de relación con la naturaleza.

El trabajo de Naara no termina cuando ha puesto punto y final a una terapia. Da paso a alimentar a los animales: parte los vegetales y frutas con sus manos.

¡Oh, se me olvida que hoy tengo obra y no me puedo manchar!— exclamó, recordando que tiene otra pasión que cumplir: el teatro.