Día D en Europa: conmemorando la victoria contra el fascismo

"La tendencia hacia la autosuficiencia (autarquía) es, esencialmente, una tendencia que pertenece a las políticas económicas domésticas. Es el resultado de un esfuerzo para hacer que el Estado sea supremo en los asuntos económicos”. Ludwig von Mises. Omnipotent Government. The Rise of the Total State. (Yale University Press, 1944).

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Ceremonia de la conmemoración del Día D en la Catedral de Bayeux (Francia). Fotos EDH/ AFP

Por Katherine Miller, Doctorado en Estudios Medievales y Renacentistas de UCLA.

2019-06-09 4:30:01

El jueves 6 de junio, Europa conmemoró Día D en honor a los veteranos militares que participaron en el Desembarco de Normandía por los barcos y tropas de Reino Unido, EE.UU., Francia y Canadá, y su papel definitivo en el fin (en 1944, hace 75 años) a la realidad política y amarga de la Segunda Guerra Mundial, la gran lucha contra el fascismo.
Repasaremos, primeramente, los síntomas económicos que crecieron en apoyo al fascismo durante la República de Weimar, el período entre la Primera y Segunda Guerra Mundial (1918-1933), cuando Alemania recuperó su fortaleza industrial, política y económica. Así es que la naturaleza del fascismo en Europa de la Segunda Guerra Mundial es el tema de este ensayo.

Segundo, examinaremos por medio de un diagnóstico de referencias y resonancias de algunas obras literarias y cinematográficas que abordaron la guerra que denunció el fascismo. Eso porque no debemos de menospreciar ni la base económica, ni la superestructura cultural, ya sea literaria o cinematográfica.

Estaremos ocupados, en un principio, con el bosquejo de algunos aspectos de la infraestructura económica que funcionaron como el esqueleto de apoyo para los aspectos políticos e ideológicos del fascismo, con los que seguramente estamos familiarizados. Las descripciones literarias y cinematográficas, como sabemos, ostentan el valor de expresar panoramas populares presentados ante las audiencias conformadas por grandes porciones de las poblaciones de Europa antes, durante y después del Armisticio en Europa (Día de la Victoria de Europa), l0 de mayo 1945.

En la obra The Rise and Fall of Weimar Democracy (1996), un análisis económico de la base financiera e industrial que eventualmente apoyó al fascismo, Hans Mommsen (filósofo judío que logró escapar de su Alemania natal cuando llegó Hitler al poder) describe aspectos morales y económicos de la República de Weimar después de la Primera Guerra Mundial y antes de la Segunda Guerra Mundial, hilo conductor analítico que corrió por toda la República Weimar (1918-1933) y llegó a la instalación del régimen de Adolf Hitler en 1933.

Las características de este período eran la hostilidad violenta (como el accionar de los paramilitares Freikorps y SS), una falsa democracia y la mentira, ambas fueron “celebradas” en las famosas sátiras musicales de Bertolt Brecht y Kurt Weill, cantadas por Lotte Lenya y Marlene Dietrich, primeramente, en la obra maestra de Brecht Die Dreigroschenoper (La ópera de tres centavos). Incluyen los bosquejos de artistas como Georg Grosz y Käthe Kollwitz, Franz Marc y otros del período Weimar. Incluyó, también, el rechazo por los nazis del sufragio político de la clase obrera de Alemania y el surgimiento de una clase media decadente descritos en detalle en las obras literarias del período. Mommsen declara:

“Todo eso, además de la depresión comenzada en 1929, resultó en el vaciamiento de la sustancia moral de las elites tradicionales de Alemania, que los dejó más y más inoculados a la resistencia hacia el nazismo y los moldearon en la forma en que fueron incapaces de resistir una vez que Hitler estuvo en el poder”.

Siguiendo las definiciones, que usualmente están promulgadas de la ideología del fascismo en Italia y Alemania después de la Primera Guerra Mundial y al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, figuran los pronunciamientos de que solamente “nosotros los fascistas” hablamos por el pueblo—o sea, nosotros mismos— contra las élites, contra los judíos, contra los gitanos, contra homosexuales y comunistas. Es decir, contra los que “no son” italianos o alemanes, entiéndase contra los inmigrantes que no son “el pueblo que importa”.

Como la Agencia Noticiosa Al-Jazeera explica, el movimiento populista (preámbulo al fascismo) piensa que es el único salvador contra el decaimiento y deterioramiento de “nosotros contra aquellos otros”. Hoy en día se llama “la política de identidad”, es decir, lo que es más deseado en términos de color de piel y cultura nacional contra los que nacieron en el extranjero.

El jueves 6 de junio se cumplieron 75 años del Desembarco de Normandía, operación militar que liberó los territorios de Europa.

Sería importante dibujar, brevemente, como quedó Alemania después del Tratado de Versalles que puso fin a la Primera Guerra Mundial en 1918. Esta es la parte de la descripción de la infraestructura del fascismo que llegó a ser la fusión del capital financiero con el gobierno fascista en apoyo al avance militar y militarización promovidos por Hitler y su partido.

Para comenzar, en resumen, en 1918 con el Tratado de Versalles Alemania perdió 12% de su territorio, incluyendo Alsace-Lorraine, el Corredor de Polonia y Danzig, la parte norteña de Schleswig-Holstein, todas sus colonias en África y 6 millones de su población. Tuvo que reconocer públicamente su culpabilidad como agresor, además de entregar a los criminales de guerra. Y desarmó su ejército. Alemania nazi también tuvo que pagar, según las provisiones del tratado, enormes cantidades de reparaciones de guerra.

Jan-Werner Muller en el London Review of Books describe las guerras culturales anti-inmigrantes que se dieron en este entonces (parecidas a los rechazos de inmigrantes en Europa hoy) en las siguientes palabras:
“El arte populista de la gobernación es basado en el nacionalismo (muchas veces con tonalidades racistas) y también en la extorción por el Estado, por fines partidarios, de los militantes leales a Hitler, y menos obviamente con la armamentización de la economía para asegurar el poder político”.

Este mismo proceso es el tema del novelista austriaco Robert Musil, quien lo describe en estilo y estructura fina en su novela El Hombre sin Atributos (1943), escrito en medio de la Segunda Guerra Mundial. Pero, la pregunta que tenemos entre manos es ¿Cómo fue que Hitler y su partido N.S.D.A.P. (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán) llegaron al poder y construyeron la infraestructura económica del fascismo?

R.J. Overy, en su estudio de la recuperación económica nazi durante la República Weimar The Nazi Economic Recovery 1932-1938 (Oxford, 1996), describe el surgimiento de ese partido después del comienzo de la Gran Depresión de 1929, donde explica que Alemania gozaba de todos los aspectos de una economía industrial, avanzado y creciente, que fue apoyado por un sistema bancario y una estructura educacional favorable al crecimiento industrial, pero sin una clase media con el valor moral de denunciar la violencia utilizaba por Hitler y su partido ante industrialistas como Siemens, I.G. Farben y Krupp-Thyssen.

Todos ellos escogieron el pragmatismo sobre el principio y pagaron hasta 3 millones de marcos alemanes cada uno en las reuniones convocadas por el partido nazi. Fueron obligados también a despedir a los judíos de sus trabajos y capitularon ante el poder nazi bajo la presión de alegaciones que estaban evadiendo pagar sus impuestos. En última instancia, Hitler fue elegido democráticamente.

Hitler estableció las donaciones al N.S.D.A.P. en 0.5% de los costos totales de las empresas. El partido nazi forzó estas medidas por medio de sistemas bancarios como cuando tomaron control del Deutsche Bank (véase Peter Hayes, “The Deutsche Bank and the Holocaust” en Lessons and Legacies III: Memory, Memorialization and Denial, 1999).

Tradicionalmente, el fascismo ha sido caracterizado, en la literatura del siglo XX, como una enfermedad. Por ejemplo, como la tuberculosis, como en la obra maestra de la literatura antifascista, La Montaña Mágica de Tomás Mann. El joven alemán, Hans Castorp recibe el diagnóstico de principios de tuberculosis en sus pulmones, y se le receta tomar un viaje a un sanatorio en los Alpes, al que Hans viaja para sanarse con el aire puro de las montañas. Allí comienza conversaciones con representantes de todas las clases sociales durante la preguerra de Alemania, cada quien, con distintos niveles de tuberculosis, desde las más leve hasta la más grave y mortal.

El fascismo es examinado y diagnosticado en la obra de Mann a través de las pláticas con los otros pacientes, a lo que se podría llamar “Clínica Europa”. Es, por supuesto, un microcosmo de la Alemania justo antes de la toma del poder de Hitler. La tuberculosis es la infección del fascismo en la forma de una enfermedad potencialmente mortífera. Hay un sinfín de otros ejemplos literarios, así como ejemplos cinematográficos, que presentan el comienzo y florecimiento del fascismo en Alemania, Austria, Italia y Francia. Es contra esta clase de gobierno y economía que lucharon los jóvenes soldados de los aliados cuando desembarcaron en la playa de Normandía el 06 junio de 1944. Son estos veteranos a quienes Europa rinde honores cada Día D.

En Italia tenemos el ejemplo magnífico del trabajo literario, elegante y analítico de Elsa Morante y su obra Historia: Una Novela, que nos presenta una humilde maestra de colegio italiana, caminando por las calles de Roma en el momento en que Mussolini se está jactando de su poder político. La maestra es casualmente violada por un soldado alemán borracho y de esta violación da luz a Giuseppe, un bello niño con epilepsia quien, eventualmente, muere en medio del régimen de Mussolini, al final es una novela sumamente larga que documenta el fascismo y su surgimiento en detalle internacional y local, al nivel de las calles. Con esta metáfora de violación se muestra la relación entre Italia y Alemania fascistas.

Ideológica y físicamente, los ataques contra los judíos alemanes comenzaron durante la consolidación de la dictadura nazi, o sea entre 1933-1936, antes del comienzo de las hostilidades de 1939 cuando Hitler invadió a Polonia. Aquí, hay que ver La Novela de Ferrara de Giorgio Bassani, que contiene, entre esta serie de cinco novelas, la novela El Jardín de los Finzi-Continis, que reproduce con belleza y angustia la deportación de los judíos de Ferrara en Italia, que también fue reproducida en el cine magnífico del mismo nombre, a cargo del director Vittorio da Sica (1970).

Por todo eso, Hitler y su partido tenían que contar con la cooperación de la prensa impresa de los tiempos del fascismo, la cual el gran Umberto Eco satiriza en su penúltima novela, Número Zero (2015). El tiempo interno de la novela se lleva a cabo durante los tiempos de Mussolini, y de hecho recuenta la muerte de Mussolini y su amante Clara Petacci, ¿O es el doble de Mussolini? En la novela, el verdadero Mussolini, según uno de los protagonistas de la novela, está todavía esperando en Argentina su nueva entrada a Roma. Eco explica, irónicamente, que “no son las noticias las que hacen a un periódico, sino que es el periódico el que hace las noticias”.

Eco describe el fenómeno periodístico que representa la Italia de Mussolini en sus recuentos de las reuniones editoriales, que son una especie de la Commedia dell´Arte. El Condottiere Vimercate paga las finanzas debajo de la mesa y un tal Colonna, el periodista principal y narrador (una resonancia de Eco mismo en forma de columna recta, colonna), Braggadocio (el soldado fanfarrón de la Commedia dell´Arte) y Maia (en filosofías orientales, la ocasión por la ilusión), aunque a todos se dirigen, uno al otro, como “Dottore” (el doctor, figura ridícula de la misma commedia dell´arte).

En la sátira de Eco, se dice que hemos leído las noticias de ayer y de hoy, así es que el periódico tratará las noticias de mañana y se llamará Domani (mañana) y se utilizarán tácticas como la manera de construir una atribución incompleta y falsa con el uso de indirectas presentadas en forma de cartas desde los lectores dirigidas al periódico, que en realidad están escritos por los editores mismos. Inventan fuentes para documentar en forma de cuadernos documentos falsos, “fuentes cercanas a fulano” o cualquier otra táctica para ganar a la “ventaja de la insinuación”. Y no deben faltar chistes, crucigramas, cartas de amor, etc. Por ejemplo, ¿cuál es la diferencia entre una aspirina y una iguana? La respuesta es: ¿Alguna vez ha intentado tragar una iguana?, lo absurdo nos dice todo.

Terminamos con esta farsa contra el aporte de los periódicos durante el fascismo en Italia, porque Eco declara: “El punto es que los periódicos no existen para diseminar a las noticias, si no para encubrirlas”. Este último es un gran aporte de la prensa para no denunciar y encubrir la llegada al poder del fascismo. Eco no se equivoca. La ironía, sátira, humor de burla llega a su colmo cuando el periódico Domani ni se publica. ¡Y el fascismo no tendrá el apoyo de la prensa!

Pero terminamos, por segunda vez, con la celebración de Día D, con el optimismo nostálgico expresado en el poema “1939” de W.H. Auden, quien nos encomienda lo siguiente:
“Lo único que tengo es una voz
Para deshacer la mentira y sus dobleces.”
FIN