Consuelo Suncín, la salvadoreña que inspiró “El Principito”

Recientemente la obra literaria más famosa del siglo XX cumplió 75 años de haber sido publicada

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elsalvador.com

Por elsalvador.com

2018-04-08 5:03:12

El 6 de abril de 1943, hace 75 años, Antoine de Saint-Éxupery, publica en Nueva York de la mano de la editorial estadounidense Reynal & Hitchcock “El principito”, la obra literaria más famosa del siglo XX.

El fenómeno editorial es el libro no religioso más traducido en el mundo, 265 traducciones, 1,300 ediciones y 145 millones de ejemplares vendidos dan fe de ello. Pero pocos sabían que una salvadoreña fue la que inspiró al francés.

Hablamos de Consuelo Suncín, escritora, pintora y escultora, que nació en Armenia, Sonsonate, en 1901. Los trabajos de esta salvadoreña tomaron fuerza durante su matrimonio con el escritor y aviador francés Saint-Exupéry, y se consolidaron tras la desaparición de él.

Suncín, quien escribió la obra “Opep” y su diario, que posteriormente fue publicado como el libro: “Mémoires de la rose (Memorias de la rosa), estuvo casada 13 años con el francés, quien fue dado por muerto en 1944, cuando el avión que volaba desapareció sobre el mar Mediterráneo.

Archivo / EFE

La pareja se conoció en 1930, en Buenos Aires, Argentina. Antoine, de 30 años, era miembro de la más rancia aristocracia francesa, además de escritor, y su experiencia como piloto de avión le había valido conseguir el empleo de director de una empresa postal. Suncín-Sandoval Zeceña, de 29 años, era una viuda que había heredado una pequeña fortuna de su segundo marido.

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El programa “Arte y Fe Network” expondrá sus facetas de escultora y pintora, a partir de testimonios de quienes la conocieron. La cita, martes 19, a las 8:00 p.m.

“Consuelo provenía de una familia acomodada, dueños de tierras y cafetales en Armenia”, le dice a BBC Mundo Marie-Helene Carbonel, quien en el 2010 publicó en Francia la biografía Consuelo de Saint-Exupéry, une mariée vêtue de noir (Consuelo de Saint-Exupery, una novia vestida de negro).

Según Paul Webster, autor de Antoine de Saint-Exupery: la vida y la muerte de El Principito, publicada en 1993, “los allegados a Saint-Exupéry nunca aceptaron la relación entre Consuelo y el escritor.

“Un miembro de la familia Saint-Exupéry me dijo que casarse con una extranjera era considerado peor que casarse con una judía, lo cual resumía la posición monárquica, antisemita y ferozmente xenofóbica de esta familia, cuya aristocracia databa del siglo XII”, afirma el escritor británico.

Así fue como Consuelo, quien murió en 1979 en Francia, desapareció de todos los libros que se publicaron sobre la vida de Saint-Exupéry, y Francia la olvidó mientras construía los numerosos monumentos en honor del héroe Saint-Exupéry.

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En el 2000, cuando comenzaban los preparativos para celebrar el centenario del nacimiento del escritor, cayó una “bomba” en Francia con la publicación de un manuscrito rescatado por José Martínez Fructuoso: La memoria de la rosa, en el que Consuelo hace un amargo recuento de los 13 años de matrimonio con el escritor francés.

“Ella cuenta que él era terrible -dice Marie-Helene Carbonel-. El libro es una confesión sobre su relación y provocó una conmoción porque Saint-Exupéry era considerado un santo”.

En el manuscrito acusa a su esposo de hacerla sufrir continuamente con sus múltiples ausencias y numerosas amantes. Habla de sus varias debilidades: de su “egoísmo” y su “infantilismo”, lo llama “cruel, negligente, avaro y derrochador”.

EFE

Según Paul Webster, el libro “es un feo recuento de una viuda muy amargada”.

En lo que muchos están de acuerdo es en que más que una fábula filosófica, como muchos lo han hecho creer, El Principito es una alegoría de la propia vida de Saint-Exupéry, de sus incertidumbres y su búsqueda de paz interior. Pero también es una alusión a la atormentada relación con Consuelo. Y Consuelo fue la musa que inspiró la rosa de El Principito.

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“La rosa es Consuelo”, afirma Marie-Helene Carbonel. “Los tres volcanes son los volcanes de El Salvador. Los baobabs son las ceibas a la entrada del pueblo de Armenia, en El Salvador. La rosa que tose es Consuelo, que sufre de asma, que es frágil y por eso está protegida bajo una campana de cristal”.

“Las otras 5,000 rosas pueden ser las otras mujeres de Saint-Exupéry, pero para el Principito esas rosas no valen nada, la única que vale es su rosa”.

“Se ha querido presentar a este libro como un cuento para niños. Pero de ningún modo lo es. Es un libro que escribió para pedir perdón a Consuelo, es un acto de contrición”, dice la escritora francesa.

Con información de semana.com / nytimes.com/El Universal