Para cierto grupo de personas, escuchar música es todo un ritual: poseer toda una “musicoteca” de variados ritmos y géneros, seleccionar un disco, sacarlo de una caja de cartoncillo, limpiarlo, ponerlo en un toca discos y elegir la canción que se desea para oírla mientras se disfruta de una bebida. Es un momento único que puede llenarte de paz y alegría en medio de la cotidianidad.
Así lo describe Melvin Urbina, un connacional apasionado y entusiasta de la música, pero sobre todo de la salvadoreña. “Mucha gente lo ve de menos, yo creo que es importante conservarlos” comenta al respecto de su acervo musical.
Urbina de 41 años de edad posee piezas en vinilo, casete y cd de decenas de exponentes de todas las épocas, desde Francisco Palaviccini, Los Super Sonicos, Los Hermanos Flores, Broncco y Adhesivo, por mencionar algunos referentes nacionales.
“Muchos me consideran un nacionalista o un patriota por esta pasión, pero yo lo veo como conservar historia, es viajar en el tiempo, un objeto del pasado que aún se puede usar en el presente”, afirma el melómano.
Según el coleccionista, su pasión por la música y sus formatos físicos le fueron heredados por sus abuelos y sus padres, quienes tenían la posibilidad de tener un toca discos y algunos vinilos, que luego fueron casetes, con los que amenizaban reuniones familiares.
Melvin muestra fascinación por el producto nacional, incluso ha indagado en la historia de la producción de la época de oro de la escena nacional, que fue entre los años sesenta y setenta, cuando incluso en el país existían las productoras y fabricantes de vinilos, como Discos Boni, Discos Leo, la Casa Avelar y Sello Gris, productoras importantes como W Estudios dirigida por Willy Maldonado, entre otros. “Lastimosamente la guerra civil y el avance en la producción de formatos y la piratería provocaron que esa industria se fuera a la quiebra”, afirma.
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Actualmente, muchos de estos ejemplares pueden alcanzar más de $100 en el mercado en línea, por muchos factores. Según el historiador Ángel Aguiluz, este costo puede ser subjetivo, por su valor sentimental, por considerarle una obra de arte o incluso por la cantidad de ejemplares disponibles.
Para Aguiluz, el vinilo y en general las producciones musicales en El Salvador tienen un valor cultural histórico invaluable, “en muchos casos las producciones musicales se quedaron en su época, ya no se reprodujeron y sobreviven gracias al formato que se produjo en esa época”, agregó.
El profesional considera que la música es una forma de comunicación de la oralidad tradicional, de la visión del mundo de cada sociedad y que a medida que pasa el tiempo, adquiere más complejidad en su interpretación pero también en su mensaje.
Melvin Urbina de alguna manera está consciente de esta importancia, y como entusiasta de la música en general es parte de proyectos que visibilizan al vinil como una cultura, como la Feria del Vinilo y Bxsh punk Distro que reproduce música en casete y cd de bandas de las escenas subterráneas con autorización de las mismas.