VIDEO. Mujeres inspiran a guitarrista salvadoreño que migró a Canadá y lanza un álbum nostálgico

Ellas marcaron su vida antes y después de su partida hacia Norteamérica. A más de 20 años, y en el marco del mes dedicado a las mujeres, Ramsés Calderón las inmortaliza en su más reciente producción discográfica, “Rayo de luz”.

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álbum que encierre en sí el concepto e idea de Luz y transformación

Por Rosemarié Mixco

2021-03-17 5:26:03

Es el track número cuatro de una placa de 10 melodías. Se titula “Mi estrella” y según descripción del compositor Ramsés Calderón está en tonalidad de Re mayor con la sexta en Re, y fue grabada con la guitarra Mangoré 2006 del luthier paraguayo Miguel Ángel Mendoza.

Pero más allá de las especificaciones técnicas de la composición, las notas hablan de una joven muy especial, de una que dejó huella indeleble en la vida del guitarrista salvadoreño radicado en Regina, Saskatchewan, Canadá, desde el 2000.

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Su nombre era Astra Calderón y es la hermana menor del también investigador. Ella murió en 1998, dos años antes de que el músico decidiera migrar hacia Norteamérica. Tenía solo 21 años.

“… como hermanos éramos muy unidos desde niños. Al fallecer, fue una experiencia muy dura no solo por haberla perdido, sino también porque la vi morir, pues falleció en mis brazos. dos años después de su muerte, nace esta pieza como una forma de honrar su memoria”, confesó el compatriota.

El álbum puede escucharse en Spotify. Fotocaptura

“Mi estrella” es tal vez la melodía más antigua de este álbum del guitarrista mangoreano y “Noedy”, la más reciente. Esta la escribió en Gatineau, Quebec, y la dedica a la memoria de Noedy Santurión, esposa de su amigo y luthier uruguayo Juan Carlos Santurión hijo.

La pieza que da nombre al disco -lanzado en enero pasado-, “Rayo de luz”, surgió tras la llegada de su hija Xochil Elena y “Pequeña flor” está inspirada en su amada esposa, Michelle LaVallee. “(en) la belleza y sutileza de la naturaleza plasmada en una flor y que es representada en la mujer como dadora y continuadora de vida”. Esta última la escribió en 2008.

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“Huellas”, por otra parte, nace del deseo de transmitir con música lo efímera que es la vida. Surgió en sus sentidos después de enterarse de que la hija de su amigo y poeta Alexander Campos sufría una enfermedad terminal.

“… cuando el poeta me informa que su hija está enferma y que no hay salida, me impactó mucho, especialmente teniendo yo en ese momento a mi niña de cuatro años y no me podría imaginar tan doloroso momento. Entonces nace esta pieza, motivada por nuestro corto y efímero andar por esta vida y las huellas que vamos dejando... en todos los planos de la existencia”, explicó. Todas estas melodías pueden escucharse en todas las plataformas de música streaming y en YouTube.

El estudioso de Nitsuga Mangoré es un compatriota que ha sabido brillar en este género musical. Foto / Instagram @ramses_calderon_guitar

El guitarrista, escritor y compositor español radico en México Eduardo Garrido López describe esta producción discográfica como “Un viaje al fondo del hombre”, en una reseña compartida por Calderón. Acá el texto:

UN VIAJE AL FONDO DEL HOMBRE

En las obras de arte, cualesquiera, a menudo se ven haces de luz, sombras pertinaces, claroscuros, estampas de lo infinito. En ocasiones, como pequeños brillos en medio del bosque –o de la selva tropical, en este caso- reflejados en las copas de los árboles de maderas milenarias y, eventualmente, en las curtidas pieles y caparazones recios de animales que pululan buscando cobijo y alimento. En la música es, de repente y sin poderlo asimilar en un solo golpe de oído, una cualidad que no muchos autores logran fácilmente. En las piezas de Calderón resulta de plena organicidad, donde los elementos naturales, aprendidos e imaginados se entremezclan con normalidad cotidiana. Es casi el soundtrack de una vida feliz y sin sobresaltos, pero asumiendo en plena consciencia la dualidad del arte y sus cuitas. El Yin y el Yang del taoísmo americano. Hay profusión de sentido y sensibilidad en la obra guitarrística de Ramsés Calderón, que se presenta, en realidad, como una aventura naïf que cuenta una historia, un cuento, si se quiere, desde el momento mismo de la concepción –y aún antes- hasta el último aliento de vida humana. Todo ello sin aspavientos, siguiendo la senda sinuosa que marca el espíritu y la fuerza creadora envolvente.

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Este álbum que aquí reseñamos navega por aguas quietas que piden nuevos barcos, capitaneados por intrépidos viajeros ávidos de fantasía y ensueño. Es absolutamente innegable el influjo estético y las maneras de Agustín Pío Barrios “Mangoré”, el cacique de la guitarra mestiza, un músico que, sin temor a exagerar, ha inspirado a legiones de compositores y guitarristas, desde la Tierra de Fuego hasta los desiertos de Australia, pasando por la vieja Europa y la estepa rusa. Calderón es un fino conocedor del universo ‘mangoreano’ y siente en sus propias venas el correr de la sangre indígena, al igual que el paraguayo. Pone en su guitarra una poesía similar, pero siempre con un acento personal y oportuno.

"Rayo de luz" es una melodía que el artista e investigador dedica a su hija Elena. Video / Youtube Ramses Calderón

En lo que respecta a las creaciones que, como diminutas mariposas de colores, integran “Rayo de Luz”, se pueden decir muchas cosas. Todas buenas y, aún mejor, con un ánimo de integración cultural sin peros ni puntos finales. Cada pieza se escucha con quietud y agrado, transitando del sosiego al breve drama que nos revela ese mundo dual al que el artista es tan afecto. Plasma en su música lo que ha vivido en carne propia, como una inmensa mayoría de los autores iberoamericanos de raíz popular. Son retratos del campo y de la ciudad, de la mente y del corazón, de lo dicho y de lo secreto. Las madres, el maíz, las huellas del hombre y la flor que embellece y no pide nada a cambio. Todos son símbolos que coexisten, respiran, desaparecen y mutan, recreando un ciclo infinito que tiene como catalizador a un madero con una boca que dice mucho y unas cuerdas de piel que aún dicen más.

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En el devenir de la guitarra en el continente americano se han escrito muchas rutas y bitácoras donde, además, se ha allanado el camino para que otros puedan seguir sembrando. Calderón lo sabe y deja patente su gratitud llena de destellos de paisajes salvadoreños que se integran a un escenario idílico, pero a la vez mundano, donde la contemplación es la clave. No falta, como epílogo, un sentido tributo a Noedy Santurión. “Rayo de Luz” es también una chiquilla descalza, tímida y vergonzosa. La vemos en cualquier pueblito de la América profunda que el autor conoce tan bien, en sus ranchos y veredas, soñando con un futuro y una vaga promesa de ilusiones. La carta de pergamino y olor a tierra en que se leen las líneas de la vida son propiedad de su pueblo y, con peligrosa frecuencia, es vendida al mejor postor. Calderón lo sabe y la restituye para sus gentes en forma de álbum de piezas.

El salvadoreño radicado en Canadá componiendo música. Foto / Instagram @ramses_calderon_guitar

Hablemos de la música para guitarra de Ramsés Calderón como una de las vetas creativas más bellas y naturalistas aparecidas en el panorama de los últimos 20 o 30 años. Posee raras cualidades que no se pueden comprender en toda su amplitud sin ver ni escuchar a Ramsés en palabra e instrumento. Piezas que entretelan un tapiz apretado de sonidos y ecos que fluyen como el río al que cantaba, por poner un ejemplo cercano, el mismísimo Atahualpa Yupanqui. Hay claras y hasta diáfanas referencias a un universo musical pleno de florestas y voces de aves canoras. El artista que nos ocupa no copia ni hace un pastiche extraño y abigarrado, sencillamente toma su guitarra e improvisa de una manera noble, casi al estilo de los antiguos trovadores europeos. Ramsés se enamora de sus creaciones y, en la medida de lo posible, trata de que también el oyente sienta ese ramalazo de sincero amor adolescente. Ese amor que permanece en el recuerdo y en algún recóndito lugar del alma.

Ciudad de México, febrero 2021