Daniel Estrada, el balletista salvadoreño que se forma en las academias de EE. UU.

El joven de 16 años se afincó en Norteamérica en 2018. En pocos meses danzó junto al Ballet de Moscú y ahora está becado por la reconocida Austin Ballet Academy.

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Daniel Estrada se formó en la Escuela de Danza Macholah y ahora pertenece a El Paso Ballet Theatre. / Foto Por EDH- Roberto Molina y Cortesía

Por Sara Castro

2019-03-21 12:29:19

Llegó a Estados Unidos en agosto de 2018. Los trámites de una residencia llegaban a su fin y Daniel Estrada, de 16 años, debía dejar a su madre, su hogar, sus amigos de colegio y a la Escuela de Danza Macholah, donde siempre había bailado ballet. Su vida comenzaba, pero ahora en El Paso, en el estado de Texas.

Estrada sabía que ese nuevo rumbo traería buenas cosas a su vida, su madre se lo había repetido muchísimas veces. Y aunque extraña cosas de El Salvador, este joven ahora tiene la certeza de que su vida “está allá”, sobre todo, porque encontró un lugar donde continuar formándose: El Paso Ballet Theatre.

Tan pronto llegó a Estados Unidos se inscribió en esta academia que tiene 10 años de haber sido fundada. Poco a poco fue refinando su técnica, esa que aprendió, a corta edad, en la academia que su mamá regenta.

“Me siento feliz. El ballet me calma. Puedo estar en una situación difícil pero con el ballet todo cambia. Dejo de pensar en los problemas, en los giros, en los saltos. Siento y todo fluye”.

Daniel Estrada, balletista.

“Yo bailaba, pero no con la técnica adecuada. Era como bailar sucio. Pero comencé a hacer clases y me terminó gustando mucho”, comentó Estrada sobre sus inicios en el ballet, cuando su madre Gisela Siliézar lo incluía en casi todas las obras de la escuela Macholah.

Fue el montaje de la obra “La Esmeralda” (2017) la que lo obligó a salir de su zona de confort, y a convencerse de que el ballet era lo que en verdad quería en su vida. El papel estaba contemplado para un bailarín esbelto y para ese entonces Estrada “no tenía el peso ideal”. Tras ese incómodo momento, el adolescente se metió de llenó a las clases. En poco tiempo, este chico salvadoreño ya había crecido y mejorado la técnica.

Sus avances se vieron reflejados un día del pasado diciembre, cuando audicionó para la famosa compañía Ballet de Moscú (Moscow Ballet). Su madre había visto un afiche en la academia de El Paso, donde se invitaba a los bailarines a examinarse para formar parte del elenco de “El Cascanueces”. Estrada se registró.

Daniel prefiere los roles “fuertes” y no líricos. En la imagen, ataviado para la puesta en escena de “El Cascanueces”. Foto EDH / Cortesía.

“Sí me puse nervioso, pero cuando ya estás ahí se va. Al principio entrás y pensás que todos son mejor que vos, pero después te tranquilizás. Realizas una clase y en el desarrollo de ella ven tu técnica y cómo bailás”, recordó el adolescente sobre su presentación.

Ese mismo día, Estrada fue seleccionado, junto a otros 14 jóvenes, para danzar en este clásico navideño.

Las buenas nuevas continuarían. Y no serían gracias al destino, sino más bien al esfuerzo de este chico. Estrada quería formar parte de Austin Ballet Academy, pidió a su hermana que lo grabara realizando una sesión de ballet. Envió el videoclip y esperó a obtener una respuesta de la institución.

“¡Felicitaciones! Usted ha sido aceptado en el Programa Superior Intensivo de Verano 2019 del Ballet de Austin”, enunció la esperada respuesta de dicha academia. Ahora, Estrada se prepara para dos meses intensos.

En ese camino, el joven espera poder interpretar grandes papeles, como Basilio, de “Don Quijote”; el esclavo del “Corsario”, y al joven cazador de la pieza “Diana y Acteón”, pues los roles líricos no van con él.

“Me siento feliz. El ballet me calma. Puedo estar en una situación difícil, pero cuando estoy bailando, todo cambia. Dejo de pensar en los problemas, en los giros o saltos, solo siento y las cosas fluyen”, aseveró.

A pesar de su corta edad y de su breve carrera artística, el balletista salvadoreño tiene claro su rumbo: terminar su bachillerato, ingresar al prestigioso conservatorio de arte Juilliard, en Nueva York, ser el primer bailarín de una compañía y llegar a Europa.