La historia de la celebración de San Valentín es una de las más curiosas que existe. Sin embargo, es más peculiar saber cómo de orgías y sacrificios de cabras pasamos a celebrar ese día.
Y es que ahora en el día de San Valentín o de los enamorados, se regalan chocolates, dulces, peluches, detalles, pero antes se repartían latigazos. Todo empezó en la Antigua Roma con la fiesta pagana que se celebrara ante diem XV Kalendas Martias, es decir equivalente al 15 de febrero.
Esta fiesta se llamaba Lupercarlia y estaba dedicada a la fertilidad. Según la historia, la celebración era del 13 al 15 de febrero y se iniciaba con la congregación de un grupo de sacerdotes que eran conocidos como los Lupercos, quienes previamente eran elegidos por los ciudadanos más poderosos de la ciudad.
Los Lupercos se reunían en una gruta del monte Palatino, ahí se encontraba la Ficus Ruminalis, un árbol consagrado a la diosa Rumina. Allí comenzaba la fiesta con el sacrificio de una cabra. La cabra era sacrificada y luego el sacerdote que oficializaba la misa tocaba la frente de los demás con el cuchillo ensangrentado.
Después la mancha era borrada con un trozo de lana impregnada de leche de cabra, los sacerdotes reían y desnudos formaban una especie de procesión. En sus manos llevaban tiras o correas hechas del cuero de la cabra sacrificada.
Las correas ensangrentadas servían para azotar a las mujeres que se encontraban en el camino.