Su primera exposición se llevó a cabo en la Asociación de Ahorro Atlacatl, a finales de los 70. Era un pintor desconocido, pero imaginó que ese día sería “apoteósico”. No asistió nadie a la inauguración. “Solo mi señora, mi tío y su esposa y mis papás llegaron”, rememoró entre risas César Menéndez; pero desde ese día comenzó a trabajar fuerte y esa noche confesó a su esposa: “esto no ha sido un fracaso, es un reto. Y ahora van a saber quién soy”.
Luego de más de tres décadas, el mundo artístico nacional e internacional sabe quién es Menéndez. Y una exposición especial se suma a su ya larga trayectoria de muestras pictóricas: “Reinvenciones”, una retrospectiva al trabajo de este sonsonateco, que será exhibida en el Museo de Arte de El Salvador (Marte) desde mañana hasta el próximo 27 de enero.
“Hay más de 40 años de labor profesional. Hay un trabajo que mostrar al país, a la juventud, a los artistas emergentes, a mis colegas, porque hasta cierto punto, la gente conoce pocas obras de mí”, expresó Menéndez ante una recopilación de 58 obras, curadas por Jorge Palomo.
Piezas que nacieron durante su etapa de estudiante en el Centro Nacional de Artes (Cenar) o durante su estancia en New York, EE. UU., como resultado de una beca para estudiar pintura y escultura en el Art Students League; o cuando vivió en Miami, y por supuesto de su permanencia en El Salvador.
El sonsonateco ha realizado más de cuatro decenas de muestras individuales y más de 150 colectivas. Sus piezas están resguardadas en el museo AMA, en Washington; en el MOLAA, en Long Beach; en el Museo “José Luis Cuevas”, en México; en los museos Ralli, en la capital chilena, y en el museo de la aerolínea Boeing.
De acuerdo con Palomo, las pinturas seleccionadas se extraen de una búsqueda de más de 75 colecciones —entre privadas y museos— y en ellas se han incluido piezas de gran formato, como el óleo sobre lienzo “Contemplación del sacrificio”, creada en 1982. Dicha obra cubre seis metros de espacio y representa una transformación en la obra de Menéndez, que pasó de los abstracto a la figura humana y a experimentar con otras tonalidades, según el propio autor.
“Contemplación del sacrificio” está estrechamente ligada a El Salvador y a otra expresión artística:la música. Para el año de su producción, Menéndez había estrechado una amistad con German Cáceres (ahora director de la Orquesta Sinfónica de El Salvador), quien también se encontraba estudiando en New York. Fue el músico quien le enseñó a Menéndez sobre el compositor ruso Ígor Stravinski. Menéndez quedó encantado con las piezas “El pájaro de fuego” y “La consagración de la primera”.
“Cuando yo empecé ese mural ponía la música de Stranvinski. Lo pintaba de noche y en cuanto estaba pintando, más bien pensaba en mi país. Me sentía mal, sentía culpa por no estar viviendo la situación que aquí se vivía (…) pensaba en la tragedia, en la gente, en la guerra y empecé a crear esas masas de color, hay un hombre que va en brazos, la procesión de los sabios, eso me recordaba la tragedia de mi país”, explicó el artista de 64 años.
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Pero a ese período de problemas sociales plasmados en cuadros oscuros, que “abarcan la violencia, la muerte, la soledad”, se suman otras etapas que reflejan lo abstracto, la religión y la fantasía. Esta última corriente, para Menéndez es enriquecedora y la más íntima en cuanto a creación, pues tiene que ver “hasta con la sensualidad y la sexualidad”.