Perico, una isla salvadoreña con una larga historia

La isla Perico, situada en la bahía de La Unión y el golfo de Fonseca, ha tenido presencia humana en los últimos cuatro mil años. Sin embargo, su larga historia es bastante desconocida por la población salvadoreña.

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El empresario de origen chino Bo Yang, quien tiene más de 30 años de residir en El Salvador, compró una parte de la isla Perico. Foto Archivo

Por Carlos Cañas Dinarte

2018-09-28 7:14:15

El golfo de Fonseca es una bahía histórica o mar cerrado, compartida por tres países centroamericanos colindantes. Está formado por 32 islas e islotes, de cuyo conjunto El Salvador tiene jurisdicción y soberanía sobre 12, lo cual representa el 27% del área total de ese conjunto marítimo e insular en la zona oriental de la república.

Entre julio y septiembre de este año, el conjunto insular de Perico, Periquito y sus dos islotes adyacentes se volvió tema urgente dentro de la agenda mediática y legislativa nacional, ante la pretensión de una empresa inmobiliaria de vender las casi 124 manzanas y 6 playas de la Isla Perico al inversionista chino Bo Yang, por dos millones de dólares.

En la polémica también se vieron inmersas las autoridades municipales de San Alejo y La Unión, pues ambas alcaldías alegaban poseer derechos sobre aquellas tierras y sus 135 habitantes.

El conjunto Perico-Periquito es una zona de humedales marinos y esturianos que cuentan con protección oficial. Están compuestos por un bosque dulce que, durante la marea baja, se conecta con la parte continental salvadoreña.

En ese hábitat se desarrollan especies arbóreas como la caoba, el cedro blanco y el mangle rojo, y viven tepelcúas, cascabeles, chocoyos, catalnicas, loras nuca amarilla, pericones garganta roja, tortugas carey, cocodrilos, ocelotes y tigrillos.

En la última década del siglo XX, investigaciones arqueológicas preliminares llevadas a cabo por especialistas como Paul Amaroli y Fabio Amador evidenciaron la existencia de diversos concheros (depósitos de restos varios) datados 1800 años antes del inicio del tiempo presente. Es decir, se puede fechar presencia humana en el sistema Perico-Periquito desde hace unos 3800 años. ¿A qué grupo étnico pertenecieron esas personas?

Hasta la fecha, el conocimiento arqueológico e histórico de esas islas y del resto de tierras y aguas del golfo de Fonseca es provisional y limitado. En 1931, el entonces diputado, escritor y periodista usuluteco Alberto Masferrer propuso en el Salón Azul del segundo Palacio Nacional que aquel cónclave legislativo ordenara un trazado completo de los límites y posesiones de la república salvadoreña en el golfo de Fonseca.

Más de 87 años después, esos límites continúan sujetos a la polémica, en especial tras los fallos del tribunal internacional de La Haya emitidos en 1992 y 2002, ambos contrarios a los intereses y soberanía territorial de El Salvador.

Es gracias a la cartografía histórica que se puede trazar una reconstrucción de la presencia humana en el sistema insular Perico-Periquito, situado dentro de la única bahía que posee la República de El Salvador entre las cuatro que forman al golfo.

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En la Biblioteca Nacional de España se encuentra el manuscrito “Derrotero de las cartas de América desde la ciudad de Compostela hasta el estrecho de Magallanes, con el de las islas de Juan Fernández y las de Salomón”, fechado hacia 1601, con coloridos mapas manuscritos, de 30.0 por 42.0 cm, con autoría atribuida al francés Louis Chancels de Lagrange.

Es muy probable que ese conjunto de mapas haya sido el que fue capturado por bucaneros ingleses frente a Ecuador, en 1681, y que fue reclamado luego por la corona ibérica ante su par británica.

Ese elegante trabajo cartográfico -iluminado a la aguada y a plumilla con colores verde, gris, siena, rojo y negro- representa al relieve y localidades existentes en una parte del litoral del Reino de Guatemala y la mar del Sur, desde la sierra y población de la Paneca (sic: Apaneca) hasta la bahía de Amapall (sic: Amapala, Chorotega o Fonseca), donde se deja señalada la existencia de la isla Perico.

Copias de ese grupo cartográfico fueron hechas por el bucanero inglés Basil Ringrose (¿1653?-1686) y el geógrafo británico William Hack (1655-1708). Entre 1683 y 1685, Hack utilizó los apuntes y dibujos hechos por Ringrose para la confección de un atlas manuscrito de 149 hojas, al que tituló “A Wagoner of the South Sea describing the sea coast from Acapulco to Albemarle Isle”. Una de las trece copias existentes se encuentra en el Museo Marítimo Nacional (Greenwich, Reino Unido).

Del 26 de enero al 1 de febrero de 1705, los bucaneros William Funnel y William Dampier (1651-1715), junto con los 240 marineros de sus barcos “St. George” y “Fame”, atracaron en el golfo de Fonseca y lo navegaron. Ese material le fue entregado al cartógrafo alemán Herman Moll (1654-1732), quien elaboró una versión grabada en metal, publicada en 1729 y en la que se aprecian varias de las islas, islotes, bancos de arena y farallones del golfo de Fonseca. Antes y después de ellos, otros grupos de piratas y bucaneros visitarían la zona en actividades de pillaje, refugio y aprovisionamiento.

Entre 1794 y 1796, el capitán y pilotos del bergantín goleta El Activo (1791-1821), armado en el astillero novohispano de San Blas, realizaron varias exploraciones de la costa del océano Pacífico. Una de ellas incluyó la identificación de cada territorio insular y sondeo en brazas de las aguas del golfo de Fonseca o Amapala.

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La detallada carta esférica, trazada al carboncillo, se conserva en el Museo Naval de Madrid. En una de sus anotaciones manuscritas marca la existencia de “la isla y puerto del Perico”.

Una “Carte réduite de la côte du Mexique sur la Mer du Sud depuis le Golfe Dulce jusqu’au Cap Corrientes d’après les nouvelles cartes Espagnoles”, de 50.0 por 89.0 cm, escala 1:3,000,000 y longitud obtenida a partir del meridiano de París, fue trazada con base en los escasos mapas españoles de la expedición encabezada por Alessandro Malaspina. Abarcaba la costa pacífica desde Golfo Dulce (Costa Rica) hasta San Blas (México) y fue incluida en el noveno tomo del atlas “Neptune des côtes occidentales d’Amérique sur le Grand Océan” (1739-1829). Sin nombrarla, esa carta costera presenta a la isla Perico dentro del golfo de Fonseca.

En 1858, el primer mapa oficial salvadoreño, trazado por el ingeniero alemán Maxmilian von Sonnenstern, no registró a la isla Perico. Al año siguiente, fue puesta en pública subasta por la Hacienda nacional. De 1869 hasta 1889, diversos libros de texto y mapas generados por autores centroamericanos como Manuel Fernández, Darío González, Guillermo J. Dawson Meza, Antonio R. Vallejo y otros, consignaron la posesión jurisdiccional salvadoreña del conjunto insular Perico-Periquito.

En las ediciones londinenses de 1905 y 1913 del segundo mapa oficial salvadoreño, trazado por los doctores Santiago I. Barberena y José E. Alcaine, la isla Perico aparece dentro de la comprensión territorial salvadoreña, pero no así su compañera Periquito y sus islotes.

Desde entonces, mucho se ha avanzado en métodos de cartografía y en derecho internacional, pero el artículo 84 de la Constitución salvadoreña aún no especifica las posesiones insulares y marinas dentro del golfo de Fonseca. Quizá sea el momento necesario para que los tres órganos de estado y de gobierno asuman esa tarea a fondo, para evitar más huecos legales que permitan poner en venta o en riesgo islas y demás territorialidad y soberanía nacionales en esa zona económica, ambiental y poblacional compartida.