¿Imposible? Solo si tú te lo crees. En la vida, las oportunidades abundan. Pero solo el que está decidido a luchar para alcanzar sus metas, las encuentra y las ejecuta.
Y exactamente eso fue lo que hizo el salvadoreño Darío Rivera, quien antes de convertirse en saxofonista, arreglista, compositor y productor musical se ganaba la vida en mano de obra en el mercado de San Miguel y lavando autobuses en la noche.
“Al terminar mi bachillerato, sabía que la música era mi vida, pero tenía el obstáculo de la falta de una carrera de música en mi país. Entonces, decidí estudiar medicina veterinaria, en la Univo”, recuerda el artista de 30 años.
Sobrevivir para él y su familia fue una cuestión de osadía. El dinero siempre fue insuficiente en el hogar y retaba a sus padres a sacrificar largas horas de trabajo, para ganar lo necesario para terminar el día.
El compromiso social, el arte y el entusiasmo son los elementos que conviven en el universo de este talento
No obstante, su madre lo vigilaba de cerca y supo ver en él ese talento artístico que lo impulsó a vencer cuanto obstáculo encontró en su camino, desde que era un niño. Por ello, lo motivó a seguir sus metas y trabajar por hacerlas realidad.
Al año de cursar los estudios de veterinaria, Darío decidió dedicarse a trabajar en el mercado y a lavar buses para ganar los pocos centavos que le permitían vivir. Es aquí, donde su mamá interviene y lo empuja a ir por sus sueños.
“Mi madre me dijo que no podía llevar mi vida así, porque no llegaría a ningún lado. Nunca había mencionado a mis padres mi interés por estudiar música, ya que lo veía imposible, porque éramos una familia que apenas subsistía el día a día. No había dinero para apoyarme de ninguna manera”, detalló el compatriota.