Una herencia que se lleva en el corazón

La danza y la devoción unen generaciones. Los historiantes de Apastepeque, San Vicente, son un grupo de hombres danzantes que, a través de sus movimientos y música, representan las batallas de moros y cristianos, en una muestra de fervor religioso. Para que la tradición permanezca viva, enseñan a sus hijos la ???Danza de la historia???.

descripción de la imagen
elsalvador.com

Por Jessica Orellana

2018-06-16 6:27:38

Ildefonso Gómez Chopin aprendió de su padre la “Danza de la historia” de Apastepeque, en honor a San Sebastián Mártir. Chopin, como es conocido en la zona donde vive, ahora es acompañado por su hijo Cristian Josué Gómez, quien desde los cuatro años se integró al grupo de bailarines.

En la ciudad de Apastepeque, en San Vicente, los residentes aún mantienen con vida la tradición de la danza de los historiantes que bailaban en España, como un recuerdo de las batallas reales que cruzaban los moros y los cristianos.

Libros y espacios culturales para entender la historia de El Salvador

Con trajes de vistosos colores, máscaras elaboradas de madera que datan de más de cien años de antigüedad y cascabeles que suenan en sus pies, por cada salto del baile que realizan, son elementos que dan vida a una de las tradiciones más coloridas del país.
Una tradición de generación en generación.

Ildefonso Gómez tiene 32 años, es el tercero de tres hermanos, y recuerda cómo desde pequeño siempre tuvo la inquietud de formar parte del grupo de los historiantes, ver a su padre le motivó a bailar. Ahora, los tres hermanos forman parte de estos danzantes.
“Nosotros desde chiquitos veíamos a mi papá y a los demás, nos aprendíamos todos los pasos y siempre quisimos ser parte de ellos”, comentó.

Hoy, la misma historia se repite. “Esta tradición es una herencia que le dejo a mi hijo. Yo me siento orgulloso porque él sigue lo que yo aprendí de mi papá”.

Cristian Josué, de 11 años, es un niño que tiene muy clara la historia y la responsabilidad que conlleva ser parte del grupo. Al expresar lo orgulloso que siente de su padre, las lágrimas caen en sus mejillas. “Yo espero que mi papá tenga muchos años más. Me siento alegre de bailar con él”, expresó.

Ante ello, el historiante vicentino afirmó que “no puedo expresar el amor que le tengo a mis hijos por qué ser padre es una gran satisfacción, mientras estemos vivos siempre vamos a mantener la tradición”.

Un legado para que la tradición no se acabe
Para Víctor Moisés Cruz los años han pasado, pero no en vano. Él es el tamborero después que, en 1973, decidiera ser parte de los historiantes como danzante. Ahora ya no puede “menearse” tanto, lo que lo llevó a ser parte de los músicos y ser el encargado del grupo de historiantes en Cuisnahuat, Sonsonate.

Esta tradición lleva más de 200 años y continúa en honor a San Lucas Evangelista. Don Víctor, como es conocido en el pueblo, ha encaminado a sus hijos y nietos a formar parte del grupo. “Es una herencia. Desde que me ven les ‘dentra’ ser parte. A ellos les simpatiza, yo les digo: ‘si a ustedes les gusta, bailen’. Yo no los obligo, cada uno por su parte se ha ido metiendo”, explicó Cruz.

Don Víctor considera que si los jóvenes no se involucran en las tradiciones estas se pueden perder, es por ello que él se preocupa mucho porque las nuevas generaciones se involucren para que se continúe con este legado que un día su padre le dejó.

También sus nietos, Emerson Eduardo Gómez Moisés, de 11 años, y Gerson Ramírez Moisés, de 9 años, son parte del grupo y están aprendiendo la danza. “Yo quiero seguir bailando porque es muy bonito. En este día del padre le digo a mi abuelito que tenga más años para que siga enseñándole a más niños y jóvenes esta tradición”, manifestó Emerson.

Don Víctor espera tener más años para continuar con la tradición que le llena de mucha satisfacción: “vienen los más pequeños. Yo me siento muy feliz porque ellos siguen con la tradición, yo solo gano la satisfacción de que mis hijos y nietos continúan con este legado”.

Una devoción inculcada
“Heredar lo que uno aprende es una gran satisfacción”. Con esas palabras comienza su relato Mario Miranda, de 46 años y originario de Panchimalco, quien desde 1998 integra el grupo de los historiantes. Mario, junto a sus dos hijos, es parte de los que dan vida con un gran esfuerzo a una de las manifestaciones folklóricas más conocidas en nuestro país: la danza de “La Historia” o “El baile de Los Historiantes” o los “Moros y Cristianos”.

El baile es realizado en Panchimalco en el mes de mayo, dedicado a la virgen, y en septiembre, a La Santa Cruz de Roma.

Para Mario, aprender un arte es algo muy apreciado, y enseñárselo ahora a sus hijos es un gran privilegio. “Ellos siguen mi camino. Espero que ellos lo continúen”, explicó.

“Es duro tener que ser padre y ser parte del grupo, pero gracias a Dios siempre vamos luchando, aunque quisiéramos más apoyo de las instituciones no lo tenemos. Esperamos que la tradición no se acabe, porque es necesario mantener la cultura”, aseguró Miranda.
Nelson Miranda, de 18 años, forma parte de los danzantes desde hace seis años. Su padre Mario fue quien legó el amor por la tradición y cada vez que la baila se olvida de todo.

“Me siento contento porque representamos nuestra cultura. Primero mi papá, después yo y ahora mi hermano. Es una gran satisfacción, y que Dios nos regale muchos años más para continuar con esto que nos llena mucho”, afirmó el joven.