Literalmente, la noche del pasado 12 de julio se llevó a cabo una ejecución masiva, en el Museo de Arte de El Salvador.
Los restos de los árboles aún cuelgan en el salón Toño Salazar y permanecerán así lo que resta de julio y todo agosto, hasta el 2 de septiembre que sean retirados.
La masacre recuerda a quienes visitan el Marte que ellos han sido cómplices de tal devastación. Esta dramática metáfora es obra del escultor argentino residente en El Salvador Miguel Martino, un amante de la naturaleza que con su instalación quiere recordarnos que todos somos responsables, en alguna medida, de la deforestación de nuestro planeta. La titula “Cómplices en el silencio”.
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Para él, esta pieza “hace conciencia del silencio, la indiferencia y la ignorancia que se encuentra detrás de esta actitud pasiva”.
El trabajo le llevó meses, en los que experimentó con una diversidad de materiales. Martino estaba empeñado en ofrecer una sensación de dolor y destrucción.
“Esta idea comenzó a gestarse hace ya como año y medio; y, sí, definitivamente está inspirada en la destrucción del medio ambiente. En particular, en la destrucción de los árboles, seres con los cuales me siento muy cercano e identificado. Para mí, los árboles son la columna vertebral del planeta”, explica el artista que arribó a El Salvador hace ya 23 años, en 1995.
La instalación semeja un ajusticiamiento masivo. Foto EDH / Jorge Reyes
Los restos de árboles, que semejan cuerpos ahorcados, fueron esculpidos y moldeados con fibra de vidrio, recina, malla metálica, fibra de algodón, aserrín, biruta, cartón y ramas recuperadas.
Martino es un artista pro medio ambiente que suele cuestionar a sus seguidores sobre el papel que juegan en la defensa del planeta. En este punto vale la interrogante: ¿cuántos de nosotros somos consientes de las consecuencias de la deforestación, contaminación y explotación de los recursos naturales? Martino nos invita a reflexionar en ello ante su obra “Cómplices en el silencio”.El escultor ha mantenido una relación especial con la naturaleza desde su primera infancia, pues en la región en la que nació —la provincia Entre Ríos, Argentina en 1950— creció rodeado por árboles, en el campo, donde ni siquiera se gozaba del servicio de luz eléctrica.
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“Los árboles para mí eran algo muy interesante. De chico trepaba y jugaba arriba de los árboles. Adoro la madera”, afirmó.
Según la información facilitada por el artista, es por esta razón que en la creación de sus obras utiliza maderas desechadas, abandonadas y recuperadas.
La invitación está hecha. Admire esta nueva propuesta artística, en el Marte, de martes a domingo. Más información en el 22436099 o escriba al correo <informacion.marte@gmail.com>.