Uruguayo afirma que Sinfónica Juvenil de El Salvador da ejemplo a las autoridades

Martín Jorge estuvo al frente de la dirección artística de la OSJ por 14 años y destaca que el modelo de convivencia que ofrece a la sociedad es parte de su patrimonio.

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elsalvador.com

Por Rosemarié Mixco

2018-06-27 8:13:52

El maestro uruguayo que tomó las riendas de la dimensión artística de la Orquesta Sinfónica Juvenil (OSJ) en 2004 dijo hasta pronto a los salvadoreños en 2018.

Empujado por los consecutivos recortes al Programa de Transferencia de Recursos (PTR) registrados desde 2015, Martín Jorge inició una nueva etapa profesional que lo llevó a dejar la dirección del programa educativo socio-artístico administrado por la Asociación Pro Arte de El Salvador, no sin antes involucrarse en la elección del nuevo director titular del proyecto.

Ahora, con el título de Director Emérito, el sudamericano está decidido a defender el programa desde la distancia, convencido de que El Salvador necesita reforzar iniciativas como esta.

“Ante la situación de inseguridad, que ha crecido tanto, este proyecto de desarrollo social se transforma como en un faro, un lugar de seguridad, de posibilidades de desarrollo, donde los padres y familias saben que sus niños van a estar bien (…)”, manifestó el año pasado, sobre lo que la OSJ representa para cientos de niños y jóvenes.

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La Sinfónica Juvenil fue creada en 1995 por iniciativa del fallecido José Antonio Abreu, fundador del Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela. Durante más de 22 años, este programa ha trabajado por contribuir a la prevención de la violencia, al desarrollo creativo y la sostenibilidad del medio musical artístico salvadoreño.

Parte de esa historia, la protagonizó el maestro Jorge durante 14 años. Para él, esos momentos difíciles de escasez económica han demostrado que el proyecto administrado por Pro Arte ha cosechado frutos. “(…) es la construcción de un trabajo que se ha hecho durante muchos años, ladrillito a ladrillito, que hoy demuestra que esta construcción de bloque a bloque es una construcción sólida que ha permitido resistir los embates, de los momentos difíciles que todo proyecto que se desarrolla con el tiempo los tiene”.

Imagen de archivo de uno de los ensayos del maestro uruguayo con los artistas de la OSJ. Foto EDH / archivo

En su opinión, ¿a qué se enfrenta este proyecto socio-cultural administrado por Pro Arte en 2018?
Evidentemente, tiene que ver con lo financiero, y cuando esto escasea o no está hace que todo tambalee. Pero cuando hay una construcción sólida de recurso humano, como quienes hacen a Pro Arte todos los días, fundamentalmente la directora ejecutiva Luchy Fuentes, quien es el verdadero motor y el corazón de la Asociación, la defensora más fuerte de la OSJ (…) permite que lo artístico se sustente y logre atravesar todas las situaciones difíciles que se han venido enfrentando. Creo que eso le da a Pro Arte, al equipo artístico y a todos los que laboran en él, la solidez para que el proyecto siga adelante. Es hora de comenzar una etapa nueva, tal vez una temporada bisagra, donde la directiva junto a Luchy tendrán que evaluar posibles invitaciones a nuevos directores y buscar un nuevo director titular para la OSJ. Creo que es importante que los proyectos artísticos, que era lo que más me atañía a mí, se renueven. Tienen que reciclarse también.

Si tuviera que defender este proyecto para que continúe, ¿qué le diría a los salvadoreños?
Como exdirector titular, voy a defender el proyecto siempre. En El Salvador yo encontré un hogar, en Pro Arte una familia. Los niños y niñas que han pasado por allí, que tuve el privilegio de haberles enseñado música, haber compartido con ellos la pasión más grande de mi vida, que es la música clásica y la sinfónica, hace que yo permanentemente esté ligado al proyecto de la OSJ. Me siento honrado por la deferencia de la Junta Directiva de Pro Arte de haberme nombrado Director Emérito, para un director es algo que pasa una vez en la vida. Son cargos que de alguna manera se usan en la dirección orquestal para reconocer la trayectoria y el servicio prestado, y es algo que me emociona mucho (…) al asumirlo, pues he adquirido el compromiso de ­—no importa por dónde nos lleve el camino de la vida— mantenerme cerca de la institución, no de una posición de toma de decisiones sino de un lugar de asesoramiento todas las veces que me sea requerido y cuando yo considere que pueda abonar y aportar (…).

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¿Qué papel juegan los sectores de la sociedad en la educación artística de las nuevas generaciones y por qué debemos invertir en proyectos como este?
Es importante que todos en El Salvador la conozcan, la respeten, la valoren y acompañen a la OSJ en sus conciertos. Es fundamental que disfruten de ella, es un programa que ya pasa de los 20 años, va para los 25, casi un cuarto de siglo. No es menor que en un país como El Salvador, haya un programa para jóvenes que tanto tiempo se haya mantenido y haya educado a tantísima gente.

Este jueves 28 y viernes 29 de junio, los artistas de la Sinfónica Juvenil ofrecerán un nuevo concierto, en busca del apoyo de los salvadoreños. Ambos recitales se realizarán en el auditorio de Fepade, a partir de las 6:00 de la tarde. La entrada general es de $10, fondos que serán destinados al programa pro becas. Martín Jorge invita al público a disfrutar de este show, que estará dirigido por el director invitado German Cáceres.

Y a los chicos, ¿qué les dice desde dónde se encuentra (Uruguay)?
Las últimas semanas recibí correos de padres, de exintegrantes, algunos recientes otros de hace mucho tiempo, y leyendo me sorprendía. Uno pierde la referencia de cuanta gente tocamos en la vida con lo que hacemos. Cómo desde Pro Arte podemos tocar, cambiar una realidad familiar , una realidad personal. La OSJ es desde el escenario un ejemplo de diálogo, un ejemplo de armonía, porque para que los muchachos puedan tocar tienen que aprender hablar entre ellos, respetarse entre ellos, tienen que aprender a escucharse, y en las situaciones, muchas veces de polarización y de falta de diálogo que hay en El Salvador, el ir a un concierto de la OSJ y ver lo que hacen los muchachos en la orquesta, creo que se transforma en una metáfora de la manera en que deberían ser algunas situaciones sociales y políticas que se viven en el país. Creo que los muchachos con sus instrumentos, con su música, ofrecen un ejemplo de convivencia muy grande, muy valioso, y ese es uno de los grandes patrimonios que tiene la orquesta.

Otro de los programas que el suramericano lideró como director artístico fue el de la Orquesta Esperanza Azteca. Foto EDH / archivo

Jorge no conocía El Salvador cuando en 2003 le llegó la propuesta de dirigir un concierto de la orquesta salvadoreña de boca de Carlos Hipólito Murillo, el entonces presidente de la directiva de Pro Arte.

“Yo estaba en Guatemala, estaba dirigiendo allí (…)”, recordó en una entrevista vía telefónica.

Si bien el istmo centroamericano no le era desconocido, nunca había pisado suelo cuscatleco. Su primera visita llegó en agosto de ese año, justo para las fiestas patronales de San Salvador.

“(…) el concierto se titulaba La Traviata y musicales de Broadway, y fue un concierto extrañísimo”, confesó. Claro, en ese momento, la OSJ atravesaba un cambio generacional que implicaba faltantes en varias secciones, alumnos emergentes y otros no tan nuevos.

Tras conocer el proyecto y los retos que implicaba, tomó muy en cuenta la propuesta de convertirse en el director titular de la orquesta juvenil de El Salvador, por un año.

En marzo de 2004 comenzó su año de prueba, hasta convertirse en un proyecto de vida que lo hizo residente de El Salvador por 14 años.

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¿Cuáles fueron los retos que asumió al tomar en sus manos la dirección de la OSJ? ¿Qué tipo de relación logró construir con sus alumnos?
La OSJ estaba en un proceso de cambio de integrantes, probablemente uno de los primeros cambios grandes. Del grueso de alumnos fundadores de los que tenían buen nivel —algunos ya son parte de la Sinfónica Nacional— estaban migrando, cambiando. Muchos descubrieron la música clásica o la vocación de tocar un instrumento orquestal gracias a su paso por la OSJ y había que comenzar a preparar a toda una nueva generación. En ese momento, existía el Consejo Nacional para la Cultura y el Arte y se trabajaba con el PTR, aunque ya la Asociación había sufrido un recorte de los fondos, entonces eran menores y había que elaborar un plan de trabajo con lo qué se podía hacer y hacia dónde con la orquesta, hacer más énfasis en la música clásica que en la popular y no solo para la formación de los muchachos sino también para la formación de público. Tenía que comenzar a entender cómo funcionaba Pro Arte, que creo es un modelo de gestión muy exitoso, que trabaja el tema artístico con una mirada como se hace en Estados Unidos, de independencia, una ONG con fondos públicos que puede tomar decisiones artísticas rápidas. También vi mucha seriedad, mucha transparencia en la gestión, lo que hacía que las cosas se hicieran claras, mucha responsabilidad con el uso de los fondos públicos que se utilizaban para la formación de los muchachos (…).

Cientos de niños y jóvenes salvadoreños se han formado musicalmente en los programas administrados por Pro Arte, ante la falta de instituciones dedicadas a la educación artística en el país. Foto EDH / archivo

Visualizando todo el tiempo que trabajó en Pro Arte, ¿qué momentos destacaría en esa evolución y por qué?
Fueron 13 a 14 años de ser director titular y pasamos por muchas etapas, pero hubo momentos importantes. El segundo año, en 2006, realizamos el primer concierto para el mundo, a final de año, con un repertorio completo: la Fantasía coral de Beethoven y música popular. Esto dio visibilidad al proyecto y a lo que se podía hacer. Era la primera vez que se salía a la calle. En 2010, el crecimiento de Pro Arte comenzó a demandar una sede propia, pues la casa alquilada quedaba pequeña. Necesitaba independencia y se iniciaron las gestiones que culminaron con la donación de la casa rosada (en la Flor Blanca), un área exclusiva para Pro Arte y el desarrollo de la OSJ. También marcó el proyecto de otros programas, como el del Coro Nacional de los Adultos Mayores y el Coro de Manos de los chicos sordos. A algunos de estos no se les pudo dar continuidad y otros continuaron en otras instituciones, que fue en un principio el objetivo trazado (…) Unos años después se adaptó el proyecto que venían de México y que en un principio asumió por completo la Fundación Esperanza Azteca. Uno de los últimos proyectos con los que me tocó trabajar, fue la Orquesta Esperanza Azteca, que se transformó en el semillero de la OSJ. Fueron tiempos de mucho trabajo. Pero en los últimos años, la Fundación retiró el apoyo al proyecto Esperanza Azteca y Pro Arte no se desanimó, con mucho coraje y valor decidió que esos 400 niños de Santa Ana y San Salvador no podían quedarse en el aire y se iniciaron gestiones. Se logró el apoyo del exalcalde Bukele y ahora estamos muy contentos y satisfechos de que los proyectos puedan seguir con las nuevas autoridades de la alcaldía.

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¿Lo volveremos a ver en El Salvador?
Me van a volver a ver en El Salvador. El Salvador está en mí. Son muchos años de mi vida que estuve allí. Tengo guardados todos esos salvadoreñismos que llevo dentro y que no puedo decir en otros lados, porque la gente no me entiende cuando los digo. A veces en Uruguay o en Madrid pido si me regalan un jugo y me miran con esa cara de aquí no regalamos, vendemos. Cuando digo chivo porque estoy de acuerdo con algo, la gente se me queda viendo como preguntando qué es lo que quise decir. O cuando me enojo y les digo que estoy encachimbadísimo y me miran como diciendo qué es lo que le pasa. El Salvador es parte de mí y voy a estar yendo con regularidad, tanto por todos los afectos como por los muchos años de vida que construí y que quedan, así como para estar cerca de la orquesta y Pro Arte (…).