Vecinos de caserío de Panchimalco huyen por miedo a ser asesinados por las pandillas

Un homicidio derivó en una amenaza: todos los de la comunidad pagarían por esa muerte; la pobreza que se vive en el caserío es impactante.

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La mayoría de desplazados del caserío Servando Ortiz son pobres; ayer pidieron a periodistas que se hiciera notar que necesitan ayuda. Foto EDH / J. Beltrán Luna

Por Jorge Beltrán Luna @Jbeltranluna_

2021-05-26 8:45:37

El temor a una venganza por la muerte de un joven desplazó a todos los habitantes del caserío Servando Ortiz cuyos habitantes viven en extrema pobreza.

Entre la media mañana del lunes y ayer, 32 familias abandonaron sus domicilios ante la mirada de una veintena de policías y otros tantos soldados que desde el lunes en la noche llegaron al lugar.

Servando Ortiz es un caserío perteneciente al cantón Amayón, del municipio de Panchimalco, al sur del departamento de San Salvador. La ruta más rápida de llegar es por la carretera El Litoral, de la cual está distante unos cinco kilómetros por una calle de tierra.

Panchimalco es un municipio que ha sido severamente golpeado por la violencia que las pandillas Dieciocho y Mara Salvatrucha desatan en su guerra por controlar o arrebatarse territorios.

De hecho, Servando Ortiz no es el primero de los caseríos en quedar asolados por el accionar de las pandillas o por el temor de sus habitantes a ser asesinados por esos grupos delincuenciales.

Puede ver: VIDEO: Pandillas causan el éxodo de 30 familias en Panchimalco

Aledaño a Servando Ortiz está el caserío Los Córdova cuyos habitantes lo abandonaron hace aproximadamente tres años, según relatan policías, militares y los mismos vecinos de Servando Ortiz que ayer llegaron a evacuar alimentos o electrodomésticos de sus desvencijadas casas.

“Este era un caserío tan sano que ni la Policía se asomaba por aquí; pero de repente comenzaron a venir muchachos desconocidos y se fue poniendo peligroso. No nos hemos ido porque queremos dejar nuestras casitas; nos fuimos para salvar vidas”, afirmó Servando.

Los Sosa, Los Ponce, Los Vásquez y otros se suman a la lista de caseríos cuyos habitantes han sufrido desplazamientos forzados.

La pobreza y las pandillas controlan

Servando Ortiz es un puñado de casas de bahareque. Sus paredes muestran los palos y el lodo con que han sido construidas. Techos de teja, retazos de láminas oxidadas y hasta de plástico negro. Así está construida la mayoría de viviendas. Son pocas las casas de adobe o de ladrillo. Quizá no llegan ni a cinco.

Por su pobreza, ese caserío se parece a cualquier otro de Panchimalco.

Además de la agricultura de subsistencia, sus habitantes vivían de las cosechas de mangos y anonas.

“De qué sirve que ahora vengan policías y soldados y nos digan que nos quedemos, que nos van a dar seguridad... ellos se van a quedar mientras pasa la alarma y luego se van a ir como ha pasado en otros caseríos de aquí mismo”, se pregunta Ortiz.

Luego de tres días de no haber cortado o recogido los mangos, del tipo ciruela, el olor a mangos podridos era fuerte en los patios de las casas.

Casa donde, según lugareños, vivía un joven habitante de Servando Ortiz que desapareció y luego fue encontrado asesinado. Tenían aproximadamente tres años de haberse radicado en el caserío. Foto EDH / Jorge Beltrán Luna

Ayer, algunos perros abandonados, sin tener quien los alimente, optaban por saciar el hambre con mangos.

Pascual, un hombre de los que ayer llegaron a recoger los últimos enseres, se lamentó que la cosecha de anonas se echaría a perder, igual que la de mangos.

En un recorrido que hizo El Diario de Hoy por varios inmuebles abandonados, la pobreza de las familias que huyeron era evidente: camas de madera encordeladas, piezas de ventiladores colgando de los techos para ser ocupadas para guardar alimentos, guacales de morro como vajillas, ollas de barro, cocinas hechas de tierra, mesas o bancos hechos con desperdicios de madera... algunas gallinas y muchos perros enflaquecidos.

Eso es lo que tienen en común esas familias campesinas.

La única casa que destaca en el caserío es la de Arely Hernández y su esposo. Es la casa de ladrillo y duralita, bien pintada. Es la mejor del lugar.

Pero el lunes tuvieron que abandonarla para salvar sus vidas; vidas que también arriesgaron cuando se fueron a Estados Unidos de manera ilegal, con la intención de ganar lo suficiente para construir su casa... “Pero mire, de nada les sirvió todo ese esfuerzo que hicieron”, comentó uno de los vecinos del caserío.

Vea también: “No nos sentimos seguros ni con los militares acá”: Más de 30 familias abandonan sus casas por pandillas en Panchimalco

Además de la pobreza, la vida de los vecinos de Servando Ortiz también era controlada por el temor a las pandillas.

En el lugar hay presencia de pandilleros de la Dieciocho, según comentaron policías y algunos vecinos que no dieron sus nombres por temor, porque a donde se han ido también hay de esa misma pandilla, dijeron.

En el cantón Amayón y sus caseríos, el control es ejercido por la 18 en tanto que en otros cantones aledaños, es la Mara Salvatrucha la que mantiene presencia.

El sufrimiento de los habitantes de la zona rural de Panchimalco viene desde hace muchos años, pero se acentuó cuando el gobierno de Mauricio Funes pactó una tregua con las pandillas a cambio de reducir homicidios a nivel nacional.

Uno de los pandilleros más conocidos en el caserío Servando Ortiz es El Tortuga, alias de José Rafael Ortiz Jorge, quien tras tres años de búsqueda, fue capturado el 26 de diciembre de 2012 y, un año después, condenado a 55 años de prisión por dos homicidios.

Algunos habitantes del caserío Servando Ortiz regresaron ayer a llevarse las últimas pertenencias. Foto EDH / J. Beltrán Luna

Los Troncones, Los Pajales, Amayón, San Isidro, Las Crucitas y Panchimalquito, entre otros, eran los territorios donde El Tortuga ejercía su poder como cabecilla despiadado. En su momento, las autoridades dijeron que ese cabecilla era el responsable directo de por lo menos 19 homicidios, aunque realmente solo lograron probarle dos.

Pasados unos años, la Mara Salvatrucha se hizo de más poder en el cantón Troncones y el caserío Servando Ortiz pasó a ser un territorio en constante disputa entre las dos pandillas: la 18 Revolucionaria y la MS-13.

En Servando Ortiz recuerdan a El Tortuga como uno de los cabecillas más despiadados.

Además de temerle al cabecilla, algunos habitantes de ese caserío también sufrían porque las autoridades policiales solían maltratar a los hombres, viejos y jóvenes que también llevaran el apellido Ortiz, pues les achacaban de que eran familiares de El Tortuga.

“Aquí todos somos familias; habemos muchos de apellido Ortiz y solo por eso a veces nos molestaban”, comentó un vecino desplazado.