Un muralista con sentido

Abraham Osorio es un artista que, según sus propias palabras, le halló sentido a la vida gracias a la pintura.

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El trabajo de Abraham se puede apreciar en las principales calles de Ciudad Arce, Coatepeque y en el cantón El Tinteral, de Santa Ana, de donde es originario. Foto EDH/ Mauricio Cáceres

Por Mauricio Cáceres

2019-10-27 4:30:12

Abraham Osorio, de 29 años, es un muralista cuyo trabajo se puede apreciar en las principales calles de Ciudad Arce, Coatepeque y el en cantón El Tinteral, de Santa Ana, de donde es originario.

“Mi vida no tenía sentido. Antes salía a patinar y andaba en bicicleta vagando por las calles, pero algo dentro de mí me decía que quería ser alguien en la vida”, explica el artista.

Estudió su bachillerato académico a distancia por cuestiones económicas, pero en 2012 su vida dio un giro al conocer en Panchimalco al artista Miguel Ángel Ramírez, quien fue su inspiración para iniciar su carrera.

Antes, Abraham trabajó como cortador de café en las fincas donde creció en el cantón El Tinteral, caserío El Cambio, en la jurisdicción de Coatepeque. Cuando la temporada del café terminaba, se dedicaba a trabajar en la maquila e incluso hizo oficios varios, pero nada lo llenaba, dijo.

“Desde niño me gustó el dibujo, pero no tuve la oportunidad de estudiar lo que a mí me gustaba, pues mis padres no podían dármelo. Pero un día me di cuenta de que este arte lo llevo en la sangre y hoy, apasionadamente, lo demuestro en mis murales, grandes y pequeños, donde pinto personajes que veo en mi cantón o en otros lugares”, expresó.

Antes trabajaba como cortador de café pero Osorio se dio cuenta que llevaba el arte en la sangre. Foto EDH/ Mauricio Cáceres

Su arte lo ha llevado fuera de las fronteras, ha sido invitado muchas veces a festivales de Stre Art en Europa, lo cuales ha financiado con medias becas.

Obras

El joven artista pinta con spray rostros de niños y de personas adultas que reflejen paz y felicidad, así como personalidades de la zona.

Entre sus murales se encuentra uno muy peculiar, ubicado en la punta del cerro Tepeyac, en las afueras de Ciudad Arce, en el que se puede visualizar un ojo que parece el guardián del ese lugar, ya que muchos turistas llegan a descansar ahí.

Abraham es muy conocido en la zona occidental y fue invitado por la Universidad de El Salvador (UES), Facultad Multidiciplinaria de Occidente, para que le pintara en su interior rostros conocidos por los salvadoreños como el de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, entre otros.

Actualmente pinta para ONGs que le contraten y empresas que desee expresar sus temas por medio de un mural. También ha realizado exposiciones de su repertorio de pinturas que elabora con pinceles.

“Para mi este mural tiene un gran significado, y es que por medio de este retrato se le ayuda a esta persona que aun vive, es una señora tartamuda que deambula por estos lugares”, explica Kevin Cortez, de 23 años. Foto EDH/ Mauricio Cáceres