Turbas orteguistas atacan iglesias en Nicaragua

Asedian templos católicos en los que ciudadanos buscaron resguardo para iniciar huelga de hambre demandando libertad para los presos políticos.

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El interior de los templos católicos (como el de San Felipe, en Molagüina, norte de Nicaragua) era, hasta ahora, uno de los últimos sitios en el que los nicaragüenses se sentían seguros para poder protestar en contra del gobierno de Daniel Ortega. EDH / Iván Olivares

Por Iván Olivares

2019-11-20 6:15:21

Los templos católicos se constituyeron en el nuevo objetivo del régimen orteguista, luego que desde la semana pasada, familiares de presos políticos decidieran usar las iglesias para declararse en huelga de hambre, exigiendo la liberación de sus hijos.

Hasta el jueves pasado, los ciudadanos que reclaman la salida del régimen de Daniel Ortega, y el llamado anticipado a elecciones libres y creíbles, contaban 139 presos políticos; personas que estaban detenidas por ejercer su derecho a la protesta.

Ese número se elevó hasta 155, luego que la noche de ese jueves, autoridades policiales detuvieran a 16 personas más, que llevaban agua para los familiares que estaban en huelga de hambre dentro del templo de San Miguel Arcángel, (Masaya), 30 kilómetros al sur de Managua.

Trece de los dieciséis detenidos son miembros de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB).

La detención del grupo -que de forma jocosa ha comenzado a autodenominarse “la banda de los aguadores”- siguió a una serie de acciones de asedio, entre las que destacan el bloqueo total a los accesos al templo, al que se le suspendió los servicios de electricidad y agua potable.

Este nuevo ataque en contra de la Iglesia Católica despertó una ola de solidaridad en redes, y tuvo algunas manifestaciones tangibles de parte del público, que intentó acceder al interior del templo para solidarizarse no solo con los familiares en huelga de hambre, sino también con su párroco, el sacerdote Edwin Román.

El religioso se hizo ampliamente conocido a partir de abril de 2018, cuando desempeñó un rol activo en la protección de los derechos humanos de la gente que trataba de impedir la entrada de policías y paramilitares a sus barrios, lo que lo puso en la mira del régimen, que comenzó a asediarlo en su propia parroquia.

“Suéltenlos y nos vamos”

Nadie pudo ingresar al templo de San Miguel, porque la Policía se los impidió. El asedio no tiene visos de terminar pronto, como lo demuestra el hecho que los uniformados invadieron un hogar vecino a la casa cural, para impedir que la gente pueda pasarles cualquier tipo de ayuda. Aunque sea agua, tal como lo denunció el propio padre Román.

Como una forma de presión, las autoridades policiales llevaron a las afueras del sitiado templo, a otros familiares de los que se encuentran en huelga de hambre, para incitarlos a dejar de protestar, pero solo recibieron como respuesta un “suelten a nuestros hijos, si quieren que dejemos nuestra huelga”.

La situación empeoró la tarde de este lunes, cuando un segundo grupo de madres decidió iniciar su propia huelga, esta vez en la catedral metropolitana de Managua, reclamando la libertad de sus hijos presos por razones políticas, pero también en solidaridad con las que permanecen en San Miguel Arcángel.

Esta vez, la respuesta del régimen no se hizo esperar: la tarde de este mismo lunes, grupos de choque afines al partido de Gobierno entraron a la catedral metropolitana -mientras la Policía acordonaba el área- y agredieron no solo a las madres en huelga, sino también al presbítero Rodolfo López, y a sor Arelys Guzmán, los religiosos que administran el templo.

Videos en redes sociales muestran los insultos y agresiones al sacerdote que tuvo que defenderse. Tanto López como Guzmán dejaron el templo para asegurar su integridad física, mientras las madres que eligieron la catedral pensando que el régimen se abstendría de atacarlas ahí, tuvieron que resguardarse en un salón al que los invasores no pudieron tener acceso.