Alejandro sobrevivió a un derrame cerebral y creó fundación para dar terapias a otros pacientes

El impulsor de esta organización, en proceso de legalización, dice que buscarán brindar terapias físicas, de lenguaje y psicológica a las personas que han sufrido estos eventos.

descripción de la imagen
Tras un largo proceso Alejandro de Jesús Mundo logró caminar y hablar.

Por Susana Joma

2019-07-14 10:15:14

En 2006 Alejandro de Jesús Mundo Cruz, un hombre de leyes que en ese entonces también ejercía la docencia universitaria, vio cambiar su vida y la de su familia de forma radical. Un accidente cerebrovascular (ACV) o derrame cerebral, como también se le llama, hizo que pasara de correr por los pasillos de los tribunales a la sala del hospital, y luego a luchar para recuperar su movilidad y su capacidad de habla.

Cuando ocurre un ataque cerebral se detiene el flujo sanguíneo en parte del cerebro, y cuando esto ocurre las células cerebrales comienzan a morir en cuestión de minutos, lo que puede causar daño severo al cerebro, discapacidad permanente e incluso la muerte.

A sus 53 años de edad las secuelas de aquel evento aún son muy notables en su cuerpo, pero hoy Mundo Cruz no solo está enfocado en continuar su recuperación para disfrutar con su familia y desempeñarse plenamente en el ámbito laboral, sino también en crear con el apoyo de otros profesionales una fundación, a través de la cual buscarán apoyar a otras personas sobrevivientes de ACV de escasos recursos, y a sus familiares.

El profesional sostiene que la idea de crear esta organización, denominada Fundación Apoyo a Personas Sobrevivientes de Evento Cerebro Vascular de El Salvador, surge a partir de la experiencia que él y su familia han acumulado durante su tratamiento y largo proceso de rehabilitación.

La organización, que está en proceso de legalización, funcionará inicialmente con sede en Santa Ana, pero se buscará que tenga alcance nacional dado que, según lo externado por este entusiasta abogado, él ha investigado y hasta el momento en el país no ha encontrado una iniciativa de este tipo.

Los ataques cerebrales son de dos tipos: uno isquémico que es causado por un coágulo de sangre que tapa un vaso sanguíneo en el cerebro; y otro hemorrágico, causado por un vaso sanguíneo que se rompe y causa una hemorragia en el cerebro.

Según datos del Ministerio de Salud entre 2006 y 2017 hubo 774 muertes por enfermedad cerebrovascular no especificada, de ahí que Mundo Cruz se enfoque en la necesidad de que la población conozca más al respecto.

Un camino a cuestas
Entre las cosas que él resiente de la red de salud es que cuando el paciente llega a consultar los médicos subestiman la situación, como le ha ocurrido a él y a otros.

Comenta que semanas antes de que se le presentara el derrame en el tallo cerebral, como resultado de presión alta, ya había ido al Seguro Social porque tenía afectada una pierna y uno de sus brazos estaba sin fuerza, sin embargo, de ahí salió solo con una incapacidad de tres días porque según el doctor ya se le iba a pasar: “La siguiente semana me pasó, pero me pasó el derrame, en un momento en que yo estaba laborando normalmente”.

Quedó sin movimiento total en el cuerpo, y sin poder articular palabras.

Subraya que a lo largo de estos años se ha dado cuenta de los problemas que afrontan quienes sufren un ACV y requieren de una atención rápida y constante, por ejemplo tienen que esperar de tres a cuatro meses para sus consultas de seguimiento, no hay sensibilidad entre el personal de salud, no se les brindan muchas terapias físicas ni mucho menos de lenguaje.

Sostiene que su proceso de rehabilitación ha requerido un sacrificio familiar muy fuerte, para que pudiera recibir más terapias.

“Otra deficiencia que hay en el sistema de salud es la falta de apoyo psicológico, tanto para los pacientes como para sus parientes y cuidadores”, asevera Mundo Cruz, pues, de hecho, ellos nunca recibieron ayuda de este tipo.

Expone que esa falta de sensibilidad en el sistema de salud, que afecta también a pacientes con otros males, se replica en el mundo laboral y en la sociedad en general.

A la fecha gracias a su gran fuerza de voluntad, su entusiasmo y el gran apoyo de su esposa y sus cuatro hijos ha logrado caminar con bastón, y si bien aún tienen dificultad en el lenguaje ya sostiene una conversación bastante fluida.

Falta de sensibilidad social
El abogado, quien desde 1998 trabaja en una institución pública, explica que cuando retornó a sus labores usaba andadera, y recuerda que en la oficina a donde asistía, ubicada en Ahuachapán, pocas personas fueron empáticas con él, pero recuerda a una administradora que ordenó a los vigilantes que cuando él llegara detuvieran el tráfico para que pudiera cruzar la calle, algo que tomaba cinco minutos.

Sin embargo, lamenta que como su oficina estaba en otro nivel del edifico a nadie se le ocurrió habilitarle un espacio en la planta baja, y como resultado todos los días se veía en apuros a la hora de subir y bajar las gradas con su andadera.

“A las 4:15 de la tarde, como teníamos transporte y este salía a las 4:15 p.m., yo tenía que salir dos minutos antes para poder bajar y estar a tiempo. Todos los compañeros me decían Mundito vámonos que ya es la hora y pasaban corriendo a la par mía. Solo uno que trabajaba al fondo, en el archivo, y que vivía en Ahuachapán, al mirar eso salía y me ayudaba a bajar. Cuando llegaba al microbús todo el mundo estaba acondicionado y me dejaban el asiento pequeño que está a la par de la puerta para cerrar. Por cierto, al compañero Dios lo bendijo y lo ascendieron”, rememora.

Aunque él pidió traslado a su natal Santa Ana sigue esforzándose en un ambiente laboral que aún considera es adverso.

Alcances de la fundación
“Lo que nosotros pretendemos en este momento (a través de la Fundación) es que dentro del proceso de apoyo que se dé haya rehabilitación física, atención médica, cuidado de la parte sicológica con terapias personales y grupales para la persona y sus parientes, con la idea de ayudarlos a enfrentar la situación y que no sientan que uno es una carga”, comenta.

Manuel Mundo, uno de sus hijos, dice que el tratamiento sicológico es importante. “Creo que toda nuestra familia, mis hermanos y yo, todos, nos sentimos bien impactados en su momento por lo que pasó; y sí, hubiera sido bueno tener una asistencia sicológica de algún tipo, porque esto causa inestabilidad, debido a que es algo repentino y la vida cambia totalmente”, manifiesta.

El joven afirma que la iniciativa que impulsa su padre es bastante buena, y como familia le están dando todo el apoyo, porque “creemos que sí puede dar buenos resultados y puede ayudar bastante. Hay gente que quizás ni siquiera sabe que tiene ese tipo de problema”.

La psicóloga Sandra Elizabeth Moreira, quien forma parte de este proyecto, afirma que al equipo ya se sumaron un médico, un fisioterapeuta y algunas personas que tienen familiares o conocidos que han pasado por este proceso, pero aún les falta un trabajador social.

Según Moreira, con miras a iniciar operaciones el equipo ya cuentan con un pequeño espacio en la casa de Mundo Cruz, un par de bicicletas estacionarias y un pequeño escritorio, pero necesitan conseguir más equipo básico para rehabilitar; por ejemplo, más bicicletas estacionarias, canapés, poleas, barras paralelas, material para dar electroterapia, compresas frías, compresas calientes, una refrigeradora, y más insumos como gel, toallas, papelería, un archivero y un par de escritorios más.

La asociación enfocará esfuerzos en crear programas encaminados a informar sobre los accidentes cerebrovasculares y prevenirlos.

El correo electrónico alejandro.mundo@fundacion acv.com ha sido habilitado para que las personas que deseen tener mayor información o apoyar esta iniciativa puedan consultar.