Síndrome del “abuelo esclavo”, cuando los cuidados extremos de los nietos pasan factura
La crianza de los niños ya no es exclusiva de los padres. Ahora, los adultos mayores se convierten en los principales cuidadores, muchos bajo un agotamiento y fatiga intensos.
La modernidad y las vertiginosas rutinas de vida cambiaron la estructura familiar. Ahora, la crianza ya no es exclusiva de los progenitores, los abuelos participan activamente.
Por ello, es normal verlos a las salidas de los centros escolaresesperando a sus nietos o paseándolos en centros comerciales. Son ellos los que ahora se encargan de darles de comer, bañarlos, jugar e, incluso, ayudarles a hacer las tareas.
Según la revista Zen, del rotativo El Mundo, la “dificultad de conciliar la vida personal y laboral”, así como las crisis económicas y sueldos bajos, que no permiten que un padre tenga la solvencia de contratar a una niñera o pagar una guardería, son factores decisivos a la hora de involucrar a los adultos mayores en el cuido de pequeños.
Aceptar dicha responsabilidad y sumergirse —nuevamente— en la crianza de una persona ha desencadenado el famoso síndrome del “abuelo esclavo”.
Los psicólogos, terapeutas y trabajadores sociales lo definen como aquellas personas mayores que dedican su etapa de jubilación exclusivamente a la crianza de sus nietos, y la realizan bajo elevados niveles de estrés y ansiedad.
Existen abuelos que han decidido apoyar a sus hijos de forma voluntaria, pero que en un determinado momento se ven obligados a hacerlo “y no tienen capacidad de poner límites”. Pero existen otros ejemplos en los que sí se les ha exigido atender a los chicos.
Cualquiera que sea la razón, esta tendencia es ahora muy común.
“Es un problema silenciado porque los mayores tienen miedo de causar problemas a sus hijos o decepcionarles y callan”, explicó a la publicación Zen Manuel Nevado, psicólogo de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG).
Y la fatiga de los abuelos será evidente porque su vitalidad no es la misma y la movilidad de los pequeños les sobrepasará. Durante la crianza, ellos deben correr detrás de los niños, cargarlos, lidiar con sus estados de ánimo y, muchos, anteponen el bienestar de los infantes a su propia salud.
Esta sobrecarga se refleja en problemas físicos y emocionales que no pueden pasarse por alto. El psicólogo Tony Crespo explicó las afecciones que se desencadenan tras este síndrome: taquicardias, presión arterial alta, mareos, sofocos, respiración entrecortada, dolor crónico en articulaciones y espalda por los esfuerzos corporales, así como dificultad para conciliar el sueño derivado del agotamiento físico.
La solución a esta situación de atropello llega con verbalizar el problema, buscar un equilibrio y sugerir alternativas de las partes involucradas. Para ello, los hijos deberán reconocer que sus progenitores no son una especie de segundos padres, sino un apoyo idóneo.