Libro “SalviYorker” visibiliza a los salvadoreños emigrantes en Nueva York
Residente en el cosmopolita barrio de Brooklyn desde 2011, la periodista Carmen Molina Tamacas es autora de esta obra que registra las historias de salvadoreños que han residido en “La Gran Manzana” desde los años 30.
“Salvadoreño de nacimiento, neoyorkino por adopción: SalviYorker”, un mestizo que auna las culturas del rudo, esforzado nativo de la “Ciudad que nunca duerme”, con la del salvadoreño buscadordel sueño americano, el que al vuelo montó en “La Bestia”; cruzó el Río Grande con su ropa como yagual; el que burló los ojos electrónicos, las miras ultravioleta, los drones, la “migra”, en Tijuana, El Paso y a todo lo largo del muro; un chumazo de destrezas naturales en una sola persona: inteligencia, músculo, fibra, arrojo, actitud tensa como resorte comprimido, presto a brincar en cualquier lugar y circunstancia.
Podrá decirse que estos son los atributos de cualquier emigrante salvadoreño en tierra extraña. Es cierto, pero quien más parece necesitarlos es aquel que escoge como meta a Nueva York, dónde, según la periodista salvadoreña, Carmen Molina Tamacas, “uno se siente como planta arrancada de una maceta y brutalmente trasplantada a otra: al principio —dice—, uno se quiebra y debe juntar los pedazos para iniciar una nueva vida”.
Residente en el cosmopolita barrio de Brooklyn, desde 2011, Carmen es autora del libro “SalviYorkers” que registra las historias de salvadoreños que han residido en “La Gran Manzana” desde los años 30 hasta la fecha.
“No todos los personajes de mi libro llegaron allí de manera tan esforzada o sorteando la ley, como lo hace el indocumentado —dice— pero, lo que destaco en ellos es el espíritu combativo que tienen en común todos aquellos salvadoreños que entran a Nueva York y se quedan allí, a trabajar en lo que sea, se trasladan en el subway, desafían el vértigo en la terraza del Empire State Building, transitan las calles de Harlem, limpian casas y acicalan jardines en mansiones de Long Island, atraviesan los puentes Verrazano, Brooklyn, Williamsburg y Manhattan y se quedan a vivir allí, para volverse uno más de la multicultural muchedumbre que hierve en actividad a toda hora”.