Libro “SalviYorker” visibiliza a los salvadoreños emigrantes en Nueva York

Residente en el cosmopolita barrio de Brooklyn desde 2011, la periodista Carmen Molina Tamacas es autora de esta obra que registra las historias de salvadoreños que han residido en “La Gran Manzana” desde los años 30.

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Los salvadoreños han residido en Nueva York desde las primeras décadas del siglo XX. Foto EDH / AFP

Por Rolando Monterrosa

2020-01-12 9:00:48

“Salvadoreño de nacimiento, neoyorkino por adopción: SalviYorker”, un mestizo que auna las culturas del rudo, esforzado nativo de la “Ciudad que nunca duerme”, con la del salvadoreño buscador del sueño americano, el que al vuelo montó en “La Bestia”; cruzó el Río Grande con su ropa como yagual; el que burló los ojos electrónicos, las miras ultravioleta, los drones, la “migra”, en Tijuana, El Paso y a todo lo largo del muro; un chumazo de destrezas naturales en una sola persona: inteligencia, músculo, fibra, arrojo, actitud tensa como resorte comprimido, presto a brincar en cualquier lugar y circunstancia.

Podrá decirse que estos son los atributos de cualquier emigrante salvadoreño en tierra extraña. Es cierto, pero quien más parece necesitarlos es aquel que escoge como meta a Nueva York, dónde, según la periodista salvadoreña, Carmen Molina Tamacas, “uno se siente como planta arrancada de una maceta y brutalmente trasplantada a otra: al principio —dice—, uno se quiebra y debe juntar los pedazos para iniciar una nueva vida”.

Residente en el cosmopolita barrio de Brooklyn, desde 2011, Carmen es autora del libro “SalviYorkers” que registra las historias de salvadoreños que han residido en “La Gran Manzana” desde los años 30 hasta la fecha.

“No todos los personajes de mi libro llegaron allí de manera tan esforzada o sorteando la ley, como lo hace el indocumentado —dice— pero, lo que destaco en ellos es el espíritu combativo que tienen en común todos aquellos salvadoreños que entran a Nueva York y se quedan allí, a trabajar en lo que sea, se trasladan en el subway, desafían el vértigo en la terraza del Empire State Building, transitan las calles de Harlem, limpian casas y acicalan jardines en mansiones de Long Island, atraviesan los puentes Verrazano, Brooklyn, Williamsburg y Manhattan y se quedan a vivir allí, para volverse uno más de la multicultural muchedumbre que hierve en actividad a toda hora”.

La periodista y antropóloga salvadoreña residen en Estados Unidos desde el año 2011. Fotos EDH / Cortesía de la compatriota

La periodista compara a Nueva York con “un gigante seductor, capaz de aplastarte, sin proponérselo si te abrazara; menos mal que en él no priva esa ternura…”, dice.

Carmen visitó a Nueva York en 2005, “pero una cosa es venir como turista y otra, vivir en la ciudad”. Se mudó en 2011 durante un verano abrasador. La temperatura ambiente como que determina el carácter de la mayoría de neoyorquinos, el verano parece hacerlos más rudos, no así las otras estaciones cada una de las cuales impone la manera de vestir, de comer, de desplazarse a parques, a lugares de diversión, a ir de compras.

¿Cuál es tu impresión de tu nuevo modo de vivir, como “salviYorker”?
“Brooklyn es muy diverso étnicamente por lo que mi esposo y mis hijos hemos ido aprendiendo a relacionarnos con gente muy distinta a nosotros. El subway no deja de producirme ansiedad, especialmente cuando va llenísimo o se detiene en el túnel y las luces parpadean o se apagan por unos segundos… cruzar por el Manhattan Bridge y contemplar su imponente armazón de acero, así como los otros puentes y túneles, es una experiencia que embarga.

Uno de mis puntos de referencia favoritos, en ese trayecto, es la Estatua de la Libertad a la izquierda y, a la derecha, “The Watertank”, el Tanque de Agua, un enorme, luminoso vitral del artista Tom Fruin. En esta ciudad uno se levanta cada mañana, no a un nuevo día, sino a un nuevo reto, pero eso te hace sentir que vives a plenitud”.

Los compatriotas que viven en Nueva York han marcado su huella en diferentes rubros. Foto EDH / AFP

El libro “SalviYorkers”, cuyo título es un neologismo compuesto por la raíz “salvi”, de cuño popular derivado del gentilicio “salvadoreño” y el sufijo inglés “yorker”, de newyorker o neoyorquino, fue publicado por K ediciones, del connotado escritor cubano-dominicano José Fernández Pequeño, en Miami. Carmen explica que está dividido en tres segmentos: el primero es un ensayo histórico-periodístico que contextualiza la inmigración en Nueva York, el desarrollo de su comunidad latina para aterrizar en la llegada y expansión de los salvadoreños, particularmente en el suburbio de Long Island.

“La segunda parte es un escaparate de biografías cortas de salvadoreños destacados en arte y ciencia, literatura, cine, teatro, música, medicina, docencia y sus aportes e iniciativas”. La gran mayoría cuenta con fotografías.

La tercera parte es una línea del tiempo que abarca noventa años, a partir de la llegada de una familia italiana-salvadoreña en 1929, a Brooklyn, pasando por historias de los 40 hasta el Siglo XXI que describe sus circunstancias, algunos indocumentados, otros con “papeles”. Cierra con las historias de una familia indocumentada en Nueva York, durante la administración Trump”.

Carmen Molina Tamacas trabajó en El Diario de Hoy y colabora como corresponsal de elsalvador.com, la versión digital de la misma empresa. Además es Editora bilingüe de “The Weather Channel en Español”. Es licenciada en Antropología, de la Universidad Tecnológica (UTEC).

Su libro está disponible en “Amazon”.