Ricardo Poma, rector ESEN: “Tenemos gente trabajadora, pero hay que entrenarla y capacitarla”

La Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN) presentará hoy el libro “Una propuesta para el progreso de El Salvador. Tareas pendientes para el desarrollo económico”.

descripción de la imagen
(De izq. a der.) Carmen A. Lazo, decana de Economía y Negocios; Ricardo Poma, rector ESEN; Everardo Rivera, director general; y Carolina Rovira, coordinadora de la Fundación para la Educación Superior. Foto EDH / David Martínez

Por Vanessa Linares

2019-11-06 7:00:29

Para ser competitivo y aumentar el crecimiento de su economía, el país necesita complementar la laboriosidad, compromiso y espíritu de servicio que ya identifican a los salvadoreños con la educación y competencias técnicas que se requieren en el mercado global, indicó el empresario y rector de la Escuela Superior de Economía y negocios (ESEN), Ricardo Poma.

El planteamiento del ejecutivo es uno de los mensajes del nuevo libro de la institución denominado “Una propuesta para el progreso de El Salvador. Tareas pendientes para el desarrollo económico”; un documento que será presentado oficialmente esta mañana y que propone algunos lineamientos para debatir sobre cómo hacer para que el país crezca.

“Tenemos gente trabajadora, decidida, con deseos de salir adelante. Se ha demostrado a través de las generaciones que el salvadoreño, como persona, como trabajador, es muy respetado y admirado a nivel mundial. Tenemos gente, la cuestión es entrenarlas y capacitarlas para lograrlo”, aseguró Poma.

Carolina Rovira, coordinadora de la Fundación para la Educación Superior y una de las autoras del libro, indicó que varias investigaciones revelan la crisis estructural del sistema educativo en el país.

De hecho, dijo, “hemos dejado que brechas importantes acumulen en el tiempo”, tales como la calidad de los docentes y, más alarmante aún, los tres años de rezago en la capacidad de leer y escribir de los niños en edad primaria.

“El Salvador debe generar los recursos para enfrentar las grandes brechas del sistema educativo; y en ese camino, hay que lograr que las persona que tenemos ahorita en el sistema y que están entrando -o por entrar- al mercado, certifiquen sus competencias y mejoren su empleabilidad. Es ir firme creando una nueva ciudadanía desde la primera infancia”, insistió Rovira.

Según Poma, considerando los bajos niveles de escolaridad del país, que se vinculan directamente con los ingresos económicos que puede lograr un salvadoreño en el mercado laboral, “la prioridad número uno es clara y debe ser la educación”.

Quizá le interese:

Estos son los diez trabajos que serán comunes en el año 2040

El cambio de paradigma con la incursión de la industria 4.0 comienza a vislumbrarse en el mundo, pero en dos décadas estará en pleno auge, y creará miles de millones de empleos hoy inexistentes.

La estrategia educativa, entonces, acompañaría la visión de qué hacer y cómo y disminuiría el riesgo de crear más brechas de ingresos, explicó por su parte Rovira.

De acuerdo con las autoridades de ESEN, en la década de los 50, la economía local compartía características (como extensión de territorio, Producto Interno Bruto per cápita y esperanza de vida) con países como Singapur, Corea del Sur y República Dominicana; no obstante, en los últimos 70 años estas naciones mostraron una actividad económica mucho más dinámica y han cambiado notablemente, mientras que El Salvador continúa al rezago de la región Centroamérica y en los últimos tres quinquenios ha mantenido un crecimiento promedio del 2 %.

Para saber por qué y qué hicieron estos países para diferenciarse tanto, un grupo de académicos de la ESEN analizó los tres casos y a la luz de las cinco lecciones deducidas identificaron que las tareas pendientes de El Salvador implican elevar la competitividad y el crecimiento económico, mejorar las capacidades de las personas y reducir las brechas territoriales y propiciar una diversificación y sofisticación de la estructura productiva.

Y es que, como en un ciclo virtuoso, lograr un capital humano competitivo que responda a las necesidades del mundo y que sepa producir más y mejores bienes (más sofisticados), permitirá atraer la inversión extranjera y facilitará que la canasta productiva del país se diversifique; con ello, a su vez, se genere el ansiado crecimiento económico que proveerá mayores recursos para educación y salud y mejorar el bienestar de los ciudadanos.

“Es bien difícil elevar el crecimiento económico sin mejorar las capacidades de las personas, que son nuestro recurso más valioso; y también es muy difícil crecer produciendo más de lo mismo. Por lo tanto, aspirar a poder ofrecer al mundo bienes y servicios más complejos, de valor agregado, estimularía el crecimiento, las fuentes de empleo y mejores salarios”, explicó el director general de la ESEN, Everardo Rivera, uno de los autores del libro.

En su último Reporte Global de Competitividad, el Foro Económico Mundial (FEM) colocó a El Salvador en la casilla 103° de 141° países evaluados y alertó que la escasa capacidad de innovación que tiene el país es uno de sus principales retos para ser más competitivo. En ese mismo documento, con casi 35 puntos más, Singapur se considera la economía más competitiva del mundo en 2019, superando incluso a Estados Unidos.

Además:

Más de 537,000 hogares salvadoreños sufren pobreza multidimensional

Esta medición toma en cuenta que ser pobre no es solo no tener dinero suficiente para cubrir el costo de la canasta básica sino que no se tienen las condiciones para el pleno goce de bienestar.

En su libro, la ESEN recomienda utilizar el Atlas de Complejidad Económica de la Universidad de Harvard que reconoce cuál es la estructura de lo que el país produce y exporta y le permite identificar hacia qué rubros orienta su matriz productiva.

Para la institución de educación superior, es importante que el proceso de transformación productiva se acompañe de una arquitectura institucional que brinde seguridad y respaldo a cualquier iniciativa; y que toda estrategia y plan de país tenga en cuenta la realidad nacional y las tendencias mundiales.

Pero, para lograr un verdadero cambio, la ESEN propone que todos los sectores (gobierno, políticos, educadores, empresarios y ciudadanía) se comprometan y actúen desde donde se encuentren.

De acuerdo a Rivera, una vez comparten los retos y compromisos de país, todos los salvadoreños pueden aportar para cumplirlos.

“Tener claro la imagen u objetivo de país permite trabajar para hacer actividades o aportes concretos en la posición que cada uno ocupa”, dijo el director.

La decana de Economía y Negocios de la ESEN, Carmen Aída Lazo, añadió que la población salvadoreña debe priorizar la reflexión sobre la disciplina y visión de largo plazo; echar mano a la tecnología para identificar nichos de mercado; y monitorear constantemente los avances.

“A pesar de que digan que el país está sobrediagnosticado y que pueda haber escepticismo respecto a este estudio, el entorno internacional es cambiante y como nación debemos estar analizando estrategias que nos permitan insertarnos en este mercado tan competitivo”, puntualizó Lazo.

¿Cómo Singapur, República Dominicana y Corea del Sur lograron un crecimiento económico significativo?

En su investigación, la ESEN analizó las experiencias de estos tres países y dedujo cinco lecciones principales:

1- La importancia del liderazgo público, de una visión de mediano y largo plazo y del compromiso de la sociedad.

2- Echar mano de su recurso más importante, la gente. Educar y capacitar a la población para producir más y mejores bienes.

3- Reconocer que se necesitan cambios y diseñar estrategias en las que se mantengan las buenas prácticas.

4-Darle prioridad a la competitividad y el crecimiento económico sostenible y sustentable orientado a los mercados internacionales.

5- Generar medios para cumplir las metas de país, incluida la institucionalidad, el rol subsidiario del gobierno, y la importancia de los diálogos públicos y privados.