Programa Velasco, una iniciativa que impulsa el talento femenino

El programa se sostiene con apoyo de voluntarios internacionales y locales. Apoya la promoción de pequeñas iniciativas productivas hechas por mujeres.

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Actualmente el programa está capacitando a 43 mujeres, tanto en su sede en San Ramón como en Tepecoyo. La nueva convocatoria será abierta en noviembre 2020. Foto EDH / Cortesía

Por Tania Urías

2019-11-09 5:50:28

Cincuenta y siete mujeres, muchas de ellas madres solteras, desempleadas y de escasos recursos, se han graduado como emprendedoras del Programa Velasco, que se desarrolla en la zona de Mejicanos y alrededores, y que abre oportunidades a pequeñas iniciativas productivas hasta convertirlas en exitosos negocios.

Son ideas que van desde la elaboración de trapeadores, dulces típicos, tostadas, pupusas y hasta trajes de baño o exfoliantes.

Cada una de las beneficiadas tiene acceso gratuito a talleres que organiza el Programa Velasco, una entidad privada creada por unos estadounidenses y dirigida por ocho empleados. En su Proyecto de Empoderamiento de Mujeres (PEM), les enseñan desde una idea de negocio hasta cómo echarla a andar.

Cincuenta y siete ya se graduaron y 43 más están aprendiendo a potenciar sus productos o ideas de negocio y lograr que su proyecto de subsistencia les genere más ingresos. La capacitación dura dos años.

Según los indicadores medidos por el Programa Velasco, en el primer año de apoyo, la meta es que la mitad de las participantes van a lograr cubrir el 75 % de la canasta básica en su emprendimiento y siete de cada diez van a aumentar a tres, sus habilidades financieras.

Flor Castro, la co-coordinadora del PEM, asegura que muchas de las participantes son mujeres de escasos recursos y la mayoría tiene alguna idea pero no cuentan con la orientación idónea para potenciarla.

El PEM las apoya con talleres para transformar la iniciativa productiva en una empresa.

“Algunas mujeres ya saben hacer algo y vienen a perfeccionar la técnica o profesionalizar su servicio, con apoyo de asesores externos y otras, vienen y se les ayuda a encontrar dónde capacitarse para luego emprender”, contó Flor.

Vivir en Mejicanos, San Ramón y ciudades aledañas es un elemento común en ellas, pero también lo es, estar desempleadas o pertenecer al sector informal.

Aunque el programa inició en 2007, trabajó sobre todo con becas para niños de la zona y fue hasta 2014 que se incluyó el apoyo a las mujeres. En cinco años, el programa ha entregado unos $23,737 en capital semilla (unos $300 por persona) o para apoyar a las emprendedoras.

Flor asegura que la iniciativa es fuertemente apoyada por voluntarios nacionales que no solo les compran a las emprendedoras sino que llegan a capacitarlas.

También diseñadores y emprendedores locales las han visitado para orientarlas tanto en el manejo del proyecto, el plan de negocios y otros aspectos clave.

Según la coordinadora, lo que busca el programa es que las mujeres logren independencia económica, capacitándolas con habilidades técnicas y socioemocionales con el fin de que puedan generar ingresos suficientes de sus negocios para cubrir más allá de los costos básicos de ellas y sus familias.

Pero más allá del apoyo financiero, el trabajo en salud mental también es clave para el negocio prospere, apunto Annie Boyd, fundadora y directora del programa.

“Para nosotros es importante trabajar en salud mental de las mujeres. En el desarrollo personal de la emprendedora, estamos invitándolas a hacer cosas difíciles, cambiar la forma de hacer su negocio y necesitamos crear más confianza en ellas, porque por su vulnerabilidad, tienen miedos…y para nosotros es clave fortalecerlas, de eso se trata el empoderamiento”, contó Annie.

En este momento 43 mujeres están participando del programa en las comunidades de San Ramón y La Javía, en Tepecoyo, que se acaba de abrir. Si quiere más detalles para apoyarlas o emprender, visite la página programavelasco.org

“Mi apuesta es vender en el extranjero y seguir creciendo”

Foto EDH/Yessica Hompanera

Exfoliantes y labiales en crema a base de aceites esenciales, semillas, flores y hasta café, son los productos con los que Lilian Rivera comenzó su empredimiento al que llamó Daff , una palabra que, según explica, significa desprenderse.
Gracias al Programa Velasco, Lilian también recibió apoyo de una mentora, Raquel Arana, diseñadora de carteras, quien la apoyó para mejorar el logo, la marca, el empaque y toda la presentación del producto. Debido a esto, Lilian incrementó sus ventas en más del 50%.
Ella llama a lo que le pasa un “continuo 4 de Julio”, en relación a la fiesta de independencia de Estados Unidos, llena de alegría y luces.
Graduada de bachillerato en artes del Centro Nacional de Artes, Lilian descubrió al Programa Velasco, en un momento crucial de su vida. Enfrentaba un divorcio complicado y la necesidad de sacar adelante a sus dos niñas. Buscando cursos tropezó con otra emprendedora que como ella, estaba capacitándose para ganar dinero extra.
Lilian sobrevivía haciendo hojas volantes o logos para empresas con sus conocimientos de diseño gráfico y la emprendedora la invitó a visitar el Programa Velasco, que asegura, le cambió la vida.
Amante del yoga y los productos naturales, dice que por ahí va a seguir. Ya experimenta con una línea de exfoliantes y crema de afeitar para caballeros y ya comenzó a vender algunos productos al exterior los que envía por correo. Vender fuera es su principal apuesta.

De vendedora de frescos a diseñadora de moda

Foto EDH/Yessica Hompanera

A mi no me gusta hablar”, dice de entrada Rosario Preza y de inmediato explica que es tímida, sin embargo cuando inicia la plática, se descubre su carácter fuerte y los grandes sueños que tiene.
Rosario es madre de tres niños, de 13, 10 y 5 años. Su pareja se dedica a repartir volantes para ganar dinero para el hogar y ella, hasta hace poco vendía frescos y fruta picada en su colonia. Sin embargo, conoció el Programa Velasco y la convencieron de que podía capacitarse y generar mejores ingresos.
Aprendió a bordar y también a tejer, decidida a encontrar una forma de ganar dinero. Gracias al programa recibió apoyo de Diana Driotez, una reconocida diseñadora salvadoreña que la asesoró y apoyó para elaborar ropa de diseño, el logo, las redes sociales y todo lo que hoy es la marca de Rosario.
Diana elabora las prendas y Rosario hace los bordados. Gracias a Diana, Rosario pasó de elaborar gorros de choché a trajes de baño y hasta ya tuvo participación en dos pasarelas que fueron todo un éxito. Pero para Rosario, la aventura, como ella llama a lo que le está pasando, apenas comienza.
Rosario ya se graduó del programa y está dispuesta a seguir aprendiendo otro tipo de diseños porque su mayor anhelo es abrir su propia tienda.
“Estoy comenzando pero no podía ni creer porque yo me sentía poco creativa, pero la diseñadora creyó en mí y eso me ha impulsado a perfeccionar los bordados. Yo ni puedo creer que eso que aparece en mi Instagram (rosario_desing) sea mío. Yo no me creía capaz. Estoy dándome a conocer y quiero sacar adelante a mis hijos con esto”, contó emocionada.
El negocio de Rosario es emergente, pero ella está segura que si se esfuerza, logrará grandes cosas.

La empresaria de pan dulce y pizzas artesanales

FotoEDH /Yessica Hompanera

 

Panadería Las Mazas (en honor a su apellido) se llama el negocio de Ana María, que distribuye pan dulce y pizzas artesanales a unos cinco negocios de la capital.
Ella y su esposo vendían materiales de construcción en una ferretería y un día que acudió a dejar al menor de sus hijos a la guardería pegada al local del Programa Velasco, descubrió que podía ser emprendedora.
La invitaron a capacitarse y ella contó que sabía hacer pan, pero nunca lo había vendido. Ahí le enseñaron a crear el logo, hacer un plan de negocio, vender en redes sociales y sobre todo, dice, a creer en que podía lograr lo que deseara.
“Empecé a venir a los talleres, a medida que transcurría el tiempo agarré más seguridad y fue naciendo mi emprendimiento ”, relató.
“Hay mucha gente que puede tener sueños pero no hallan el camino, están estancadas, pero aquí no dan la mano y el compromiso nuestro es seguir creciendo, cualquier sueño se puede cumplir, aquí nos enseñan eso, a creer”, agregó.
Cuando Ana María comenzó solo tenía un par de latas, una batidora de mano y una mesita de un metro cuadrado. Sin embargo, al graduarse, ganó su capital semilla y hoy tiene una batidora industrial, su propio horno y una mesa de metal “enorme” y ya contrató una empleada temporal.
“Mi vida ha cambiado porque soy independiente económicamente(…) Yo ya ando pensando en mi sala de ventas, sueño con abrirla y lo haré pronto”, dijo convencida.