Mayra dejó a su bebé con su madre para dar seguridad en la emergencia

Esta agente de la PNC dice que desde hace cuatro días enfrenta jornadas extenuantes por el coronavirus. Le entristece que no puede ir a diario a ver a su hija.

descripción de la imagen
Foto EDH/archivo

Por David Marroquín

2020-03-26 4:30:28

Cuando Mayra entró a la academia policial para convertirse en agente de la Policía Nacional Civil estaba consciente de los sacrificios que esa carrera demanda. Sin embargo, ella decidió enfrentar los retos y desafíos de esta profesión y hace ocho años y medio se graduó.

Ahora ella está enfrentando su primer desafío como madre de una niña de 11 meses de nacida. La ha tenido que dejar en su casa para cumplir con su obligación de agente de la Policía en una delegación situada en un municipio del oriente de San Salvador. Tiene más de cuatro días de estar concentrada en la sede policial donde presta sus servicios. Dice que el cansancio no la doblega pero en algunas ocasiones, sí el hecho de no poder estar junto a su hija.

Ella asegura que su situación es mucho más complicada que su compañera Esperanza, porque recién acaba de terminar el beneficio de la lactancia materna, una licencia que le permitía ir a diario a su casa para amamantar a su retoño.

“El impacto es más fuerte porque he tenido que dejarla más días de los que normalmente la dejaba, estoy desde el sábado aquí y no he podido ir a verla”, dice Mayra sin poder contener las lágrimas.

Lo que la anima a seguir adelante es que tiene la oportunidad de verla a través de las videollamadas que hace a su familia. Así, ella siente que está más cerca de su hija, aunque no la puede acariciar y darle besos como quisiera.

“Ella está chiquitita, le hago videollamadas, ella solo me ve, pero no entiende tanto como uno de madre; pero tenemos claro la responsabilidad que tenemos como policías con la situación que vive el país, que es súper delicada”, dice Mayra.

Al igual que su compañera, Esperanza, el esposo de Mayra es agente de la Policía y está concentrado en las tareas encomendadas por la emergencia y no ha podido ir a echarle una mirada a su hija.

“Hemos dejado a la niña, es cierto que la cuida mi familia, pero no es igual. Estamos conscientes de todo eso, de la situación que estamos pasando, la necesidad de estar aquí apoyando, haciendo el mayor esfuerzo posible”, señala.

Turnos extenuantes y lejos de casa

Lo que tiene claro Mayra es que cuando tenga su primer licencia o días libres, ella llegará con mucho entusiasmo a “abrazar fuerte a mi niña, tratar de disfrutar lo más de ella, dar gracias a Dios, volver a comenzar con la familia, porque es un distanciamiento bastante duro”.

Ella asegura que “son turnos extenuantes y estresa, también, saber que uno quisiera estar con su familia y tener que estar aquí, cumpliendo la responsabilidad que tenemos, son cosas bien estresantes”. Pero, dice, es un sacrificio que hacen todos policías.

Las limitadas condiciones que tiene en la delegación policial no han sido barreras para que ella cumpla con su trabajo al máximo. El cansancio acumulado de más de cuatro días de trabajo como policía lo ha tratado de superar, encomendándose a Dios para que le dé las suficientes energías que le permitan sobreponerse a esa situación.

“Por más cansancio que haya, pero con la fe de que la pandemia no pase a más, como está pasando en otros países. Con la esperanza y la fue puesta en Dios que no haya más casos, que sigamos con los poquitos casos que tenemos, pero que hasta aquí llegue, a pesar del cansancio”, señala Mayra.

Aunque ella trata de concientizar a las personas para que acaten la cuarentena domiciliar y no salgan a la calle, lo difícil de su trabajo, agrega, es encontrarse con gente que “no quiere entender o se hacen” que deben de cumplir con las restricciones.

Contó a manera de anécdota el caso de dos personas de edad avanzada que iban ebrios en un pick up. Cuando los intervinieron, ellos “nos decían que nosotros solo a gente trabajadora molestamos y que a los pandilleros no”.

Los dos señores, quienes dijeron que iban a celebrar un cumpleaños, fueron retenidos y enviados a un centro de contención.

“Uno desea estar en su casa y hay otras personas que no hacen caso de estar en su casa”, lamenta Mayra.

Y a pesar de lo sacrificado que es ser policía y de que tiene que dejar temporalmente a su pequeña hija, Mayra dice que no se arrepiente haber elegido ser agente de la PNC.

“A pesar de todas las angustias que uno pasa como policía, es bonito poder servirle a la gente, se siente bastante grato que hay personas que se lo agradecen a uno, que le reconocen el esfuerzo que uno hace por ellos. Me gusta ser policía”, dice con entusiasmo.

Mayra trae a cuenta que cuando hay un peligro latente o una situación riesgosa en esta sacrificada carrera policial: todas las personas corren a buscar refugio y por lo contrario, pero ello salen a ver qué es lo que pasa. “Pero es bien bonito por la satisfacción de que se le puede ayudar a la gente”, asegura.