La escritora Gioconda Belli, en la vela de Cardenal. Foto EDH / AFP
La decisión del Gobierno nicaragüense fue criticada por algunos allegados y admiradores de Cardenal, que la consideraron contradictoria.
El fin de semana sus cenizas serán trasladadas al archipiélago de Solentiname, un lugar paradisíaco donde el poeta convirtió una comunidad de pescadores en una de artistas con profunda convicción religiosa.
El sacerdote fundó la comunidad en Solentiname a la vez que apoyaba la lucha contra la dictadura somocista, en la década de 1970, antes de ser titular de Cultura con el Gobierno sandinista, entre 1980 y 1990, también dirigido por Ortega.
Por su participación en aquel Gobierno el papa Juan Pablo II lo castigó “A divinis” en 1985, y fue indultado por el papa Francisco en 2019.
Solentiname le dio muchas alegrías a Cardenal, pero también incomodidad, ya que en las últimas dos décadas, nuevamente bajo un Gobierno de Ortega, pero ahora distanciado del presidente a causa de las críticas, el poeta enfrentó juicios legales que buscaron dejarlo sin sus propiedades en el archipiélago y enviarlo a prisión.
Aunque su faceta política eclipsó sus versos en muchos momentos de su vida, esto fue también el santo y seña de la obra del nicaragüense, quien es para su amigo el escritor español Luis García Montero un “ejemplo de dignidad” para el que “transformar el amor era tan comprometido como luchar por una idea política”.
Así lo reconoce a Efe García Montero, actual director del Instituto Cervantes, quien “tuvo la suerte” de colaborar con el “padre Cardenal” durante el proceso Sandinista en los años 80.
“Admiraba su poesía, me parece que su poética en América Latina, junto a Roque Dalton y Benedetti, sirvió para establecer lazos entre la intimidad y el compromiso público, transformar el amor era tan comprometido como luchar por una idea política y eso queda muy claro en sus epitafios y en algunos de sus poemas y salmos”, subrayó García Montero.
Aunque para el también poeta granadino, pero de la Granada española (Cardenal nació en la Granada nicaragüense en 1925), su amigo es un ejemplo de dignidad: “cuando el poder empezó a romper el sueño nicaragüense Sandinista, él mantuvo la dignidad de su compromiso y la dignidad de su apoyo a las mejores causas de su país y para el ser humano”.
Su faceta política también ha sido destacada por el poeta español Luis Antonio de Villena, uno de los miembros del jurado del Premio Reina Sofía en 2012, galardón que llevó a Cardenal a España con 87 años, cuando pese a sus dificultades para caminar estaba “muy lúcido”, recordó a Efe, al tiempo que puso de manifiesto que “fue uno de los primeros teólogos de la Liberación que pretendían un catolicismo hecho para los pobres”.
“Católico subversivo, activista sandinista, ministro… todo eso ha pesado sobre el poeta. Es imposible discernir el personaje de su poesía. Una faceta terminó sobreponiéndose a la otra aunque me han dicho que en los últimos años quería reivindicarse como poeta, opacar su imagen política, pero ha llegado muy tarde”, lamentó.
El escritor salvadoreño Miguel Huezo Mixco piensa que los poemas que Cardenal escribió contra Somoza, ahora apuntan directamente contra Ortega y sus seguidores, que han ensuciado el nombre de Sandino. “Centroamérica necesita volver a leer a los poetas que nunca se rindieron, como Cardenal y Roque Dalton”.