Pionero revela génesis de las relaciones con China Popular

La apertura de relaciones diplomáticas con el gigante asiático era inminente desde hacía cuatro décadas, como lo rememora uno de sus precursores.

La apertura de relaciones diplomáticas con el gigante asiático era inminente desde hacía cuatro décadas, como lo rememora uno de sus precursores.

Por Mario González

2020-01-05 8:20:05

Ricardo Castaneda conoce muy bien el mundo de la diplomacia y la política exterior. Abogado de profesión, ha sido embajador de El Salvador en Naciones Unidas y Vicecanciller de la República, pero también fue uno de los precursores de las relaciones con la República Popular de China e incluso logró que este gigante asiático apoyara la candidatura de un salvadoreño para presidir la FAO en 1975, cuando ni se soñaba con establecer nexos entre ambos países.

La apertura de relaciones diplomáticas con la República Popular de China no fue un “paso visionario” del anterior gobierno. Ese acontecimiento siempre fue inminente, pero se retrasaba para no dejar a China Taiwán. Durante el gobierno de Cristiani (1989-1994) El Salvador estuvo a punto de dar el paso, pero los vaivenes políticos lo retrasaron.

Incluso llegó a plantearse una solución que era más conveniente que hacer una ruptura traumática con la República de China en Taiwán, como ocurrió. La fórmula era abrir relaciones diplomáticas con China Continental y mantener relaciones con China Taiwán. Pero no se consumó.

Ya en tiempos del expresidente Rivera había ido el entonces embajador de Japón, Walter Beneke, a hacer una visita a Beijing. Y años después, en 1975, el entonces Viceministro de Relaciones Exteriores de El Salvador, Ricardo Castaneda, también tuvo este acercamiento crucial con las autoridades chinas para lograr que apoyaran la candidatura del salvadoreño Francisco Aquino para la secretaría general de la FAO.

Estos prácticamente son los precursores de la apertura de vínculos, que, como se explicó, sólo era frenada por la relación formal entre El Salvador y la República de China en Taiwán.

“Pero una de las principales virtudes de los chinos es la paciencia”, recuerda Castaneda rememorando los hechos para El Diario de Hoy.

En el mundo de la diplomacia, China Continental no era el monstruo que la geopolítica presentaba, con su régimen comunista férreo.

La realidad es que después de Mao y con Deng Xiaoping, el Gigante de Asia se convirtió en una potencia capitalista en lo económico y socialista en lo político.

No se podía ignorar o subestimar ese poder.

En los pasillos de Naciones Unidas, aunque no había relaciones entre El Salvador y China, sí había pláticas informales y cordialidad, de la misma manera que hay relaciones semi-formales entre China Continental y Taiwán, con muchos tratados de reciprocidad.

Estas son las memorias de este pionero de las relaciones con China Continental…

¿Cómo se produce su visita a China cuando no tenía relaciones diplomáticas con El Salvador?

Un salvadoreño, el doctor Francisco Aquino, era el director del Programa Mundial de Alimentos (PMA). Había adquirido mucho prestigio por haber manejado muy equilibradamente e imparcialmente ese cargo, incluso con conflictos como la Guerra del Vietnam.

Latinoamérica consideraba presentar el candidato para director de la FAO.

El presidente de México, Luis Echeverría, quien tenía muy buenas relaciones con el entonces presidente salvadoreño Arturo Armando Molina, decidió que presentaría la candidatura y que Centroamérica iba a apoyarla y luego de los demás países de la región, que apoyaron. Entonces se buscó el apoyo de los países africanos y de Asia.

Para este fin me enviaron a Asia y países africanos. La visita a Beijing fue coordinada por el Gobierno de El Salvador. Los chinos aceptaron pese a que no tenían relaciones con El Salvador. Fui como viceministro de Relaciones Exteriores, Jefe de Misión y representando la candidatura regional de un salvadoreño.

¿Cómo se logró ese primer acercamiento para que lo recibieran?

Nosotros tenemos muy buena relación en Naciones Unidas con todos los países, incluso en ese momento con la representación de Beijing, aunque no teníamos relaciones diplomáticas.

En todos los organismos internacionales había representación china y no había ninguna animadversión, sino una buena relación.

Foto EDH / David Martínez

¿Y China Taiwán qué opinaba?

Ese año yo había visitado Taiwán y fui recibido en Taipei por el vicepresidente, el 19 de febrero de 1975. Lo que destacaron tanto el vicepresidente como el canciller al recibirme era que había una sola China, pero ya, en 1971, Naciones Unidas había votado a favor del ingreso de Beijing como representante de China en ese foro internacional. Los taiwaneses habían dejado de representar a China en la ONU.

En 1975, los dos gobiernos sostenían que había una sola China.

El Ministro de Relaciones Exteriores de Taiwán nos dijo que eso sólo era cuestión de tiempo y que los chinos, por tradición, son muy pacientes y que hacía 2000 años, en la Dinastía Ming, habían tenido problemas similares.

Los empresarios chinos taiwaneses fueron los primeros inversionistas en China Continental.

¿Cómo se hicieron los arreglos para entrar a China Continental?

La misión se coordinó por medio de Naciones Unidas. El embajador Reynaldo Galindo Pohl hizo las gestiones. La visa fue extendida por el consulado de China Continental en Nueva York. En Beijing fui recibido por el director jefe de Protocolo de la Cancillería, como a las 10:30 de la noche. Me recibió como representante de un Estado miembro de Naciones Unidas. Yo no sentía ninguna diferencia, a pesar de no teníamos relaciones diplomáticas, ni nunca me lo mencionaron siquiera. Era como si fuera el Embajador de El Salvador u otro funcionario de alto nivel en Beijing.

Me alojaron en el Hotel Beijing, el mejor que había entonces, y al día siguiente me declararon Invitado Especial de China.

¿Con quiénes se reunió en Beijing?

La primera visita fue al Ministerio de Relaciones Exteriores, donde me recibió el canciller, Quiao Guanhua, con quien conversamos casi dos horas con mucha cordialidad. Hablamos de la candidatura del salvadoreño Francisco Aquino. Entonces sólo tres países tenían relaciones diplomáticas con China Continental: Cuba, Chile y México, que acaba de establecer relaciones con China y cuyo embajador, Eugenio Anguiano, me fue a recibir a mi llegada. El presidente Luis Echeverría fue uno de los que dieron más apoyo. En seguida el tema de Taiwán entró a la mesa y el canciller me dijo: “¿A usted que viene de tan lejos le interesaría saber cómo estamos con los de nuestra provincia renegada (Taiwán)?”. Yo hice un gesto mostrando interés. “Nosotros somos una sola China y somos muy pacientes y tenemos todo el tiempo. Y el tiempo crea las condiciones apropiadas… Hace dos mil años, en la Dinastía Ming, tuvimos una separación similar y la resolvimos”. ¿Y también le interesaría saber con cuál de los países latinoamericanos hemos tenido las mejores relaciones?… Las acabamos de establecer con México, pero quizá no es con quien usted se imagina. .. Es Chile.

¿El Chile de Pinochet tenía relaciones con China comunista?

El canciller me dijo: “Ellos (el gobierno chileno de Allende) cometieron un error: hay un país vecino nuestro que tiene las manos largas. Nosotros no intervenimos en los asuntos internos de los estados. Ellos sí. Y estos señores son los causantes de lo que pasó en Chile”. Se refería a la Unión Soviética…

Pero los soviéticos eran sus primos ideológicos…

Pero habían tenido ya una guerra con la Unión Soviética. Incluso (el secretario de Estado de los Estados Unidos, Henry) Kissinger visitó China en 1973 y les ofreció todo el apoyo para que tuvieran un sistema de alerta temprana para que no los atacaran los soviéticos.

Entonces me dice: “Ellos tienen manos largas y mire lo que hicieron: permitieron que Fidel Castro se fuera dos o tres meses a agitar… y mire en qué terminó”. Pero aquí tenemos buenas relaciones con Chile. Incluso el general Huerta es un gran amigo de China y tenemos excelentes relaciones. Con México las acabamos de establecer”. Ni siquiera mencionó a Cuba.

Me decía estos vecinos estuvieron aquí hasta 1964 y nos decían que no teníamos recursos para desarrollarnos como país. Pues tomamos una decisión: les dijimos que se fueran y se llevaron todo. Las fábricas que tenían las desmontaron y se las llevaron. Desde entonces hemos comenzado nosotros a desarrollarnos solos.

¿Qué imagen tenía de El Salvador?

Me dijo: “Ustedes tiene un empresariado excelente. Aquí vienen a las ferias de Cantón y los admiramos. Siempre están presentes… Es un país con gente progresista”, me dijo y me felicitó.

¿Con quién más se reunió usted?

Con la viceministra de Relaciones Exteriores, la sobrina de Mao, y otros funcionarios como el Ministro de Agricultura.

¿Le hicieron alguna propuesta para establecer relaciones con ellos y dejar a Taiwán?

Nada. Para nada. Me agradecieron que El Salvador hubiera enviado una misión a un país que hacía esfuerzos y con recursos de relaciones exteriores limitados. La verdad es que me dieron un tratamiento como si hubiéramos tenido relaciones diplomáticas.

¿Usted fue el segundo salvadoreño de alto nivel en tener ese acercamiento con China?

Así ocurrió. No fue planificado pero así ocurrió.

¿El primero fue Walter Beneke como embajador en Japón años antes?

No estoy seguro si era embajador en Japón o ya era Ministro de Educación y había ido en una misión, pero estuvo en la administración del coronel Rivera. Durante la administración del coronel Molina fue embajador en Japón. Fue el que restauró las relaciones entre Centroamérica y el Japón. Fue un hombre visionario. Y cuando estaba en esa misión el embajador de China en Tokio lo invitó a visitar el país. Él pidió autorización e hizo la visita.

En el caso mío fue más formal, más protocolario.

Cuarenta años después, ¿cómo ve la apertura de relaciones con la República Popular de China?

Las veo buenas.

¿Por qué?

Porque nunca han sido malas. Nunca hemos tenido malas relaciones, aunque teníamos relaciones con Taiwán.

¿Y por qué no se establecieron entonces?

Hubo una época en que nosotros hubiéramos podido establecer relaciones con la República Popular de China, pero no de una forma tan traumática, y a la vez mantener relaciones comerciales con Taiwán. Como le dije, los taiwaneses eran los principales inversionistas en la República Popular de China y entre ellos tenían comunicación. Ese era un problema entre chinos.

Foto EDH / David Martínez

Tienen 19 tratados, culturales, comerciales, etc. con los que ellos se manejan… ¿Y se podían abrir relaciones diplomáticas con China Continental y mantener relaciones comerciales con Taiwán?

Sí, pero no fue así…

¿Y durante la guerra en El Salvador qué papel jugó China Continental en Naciones Unidas?

Cuando yo regresé como representante permanente de El Salvador en Naciones Unidas, George Bush padre era presidente de los Estados Unidos. El embajador en la ONU era Thomas Pickering, con quien había establecido una amistad aquí, y casi todos los embajadores habían fungido como terceros secretarios cuando yo había estado en varios país. Y como el doctor Galindo Pohl había dejado bien acreditado al país.

El presidente Cristiani (1989-1994) decidió solicitar asistencia a Naciones Unidas para poner fin al conflicto interno en El Salvador. El Secretario General de dicha organización, Javier Pérez de Cuéllar, designó a cuatro países que él denomino “Países Amigos del Proceso de Paz en El Salvador”. Estos fueron Colombia, España, México y Venezuela, a los cuales se sumó el quinto país que fue los Estados Unidos de América. Estados Unidos nos ayudó con los otros cuatro países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. En ese entonces no teníamos relaciones diplomáticas con China. El Consejo de Seguridad lo presidía el Representante Permanente de China, Embajador Li Daoyu, quien pudo haber vetado la resolución de aprobar la creación de ONUSAL. En una reunión en Naciones Unidas, auspiciada por el embajador Pickering, el embajador Daoyu me dijo: “: “Nosotros queremos ayudarle a El Salvador a resolver ese problema. Es una guerra fratricida que no los va a conducir a nada. Por razones humanitarias y por convicción, nosotros que tenemos por principio no intervenir en los asuntos internos de otros estados, vamos a apoyar esa resolución. No la vamos a vetar”. Y así fue. Si ellos hubieran querido, no hubiéramos tenido ONUSAL.

Y cuando El Salvador denunció la caída de un avioneta con lanzamisiles para la guerrilla, el embajador Li Daoyu nos dio las facilidades y el apoyo para exponer el caso.

En la administración del doctor Calderón Sol (1994-1999), con motivo de la Asamblea General de la ONU, tuvimos una reunión en el Consejo de Seguridad con el canciller Óscar Santamaría con el Ministro de Relaciones Exteriores chino y toda la delegación de aquel país. Casi casi estábamos en un proceso de establecer relaciones con la República Popular China. El doctor Santamaría iba a hacer unas visitas, pero el gobierno de entonces tomó la decisión de no hacerlo.

Algo se rumoreó en esa época…

Pero estuvimos a punto de hacerlo. Se hizo de esa forma tan peculiar, pero ya se ratificaron las relaciones diplomáticas.

¿Cómo ve usted la reacción de Estados Unidos? ¿Cree que están incómodos, inquietos? ¿Afectará la relación con El Salvador?

Yo no creo. Las relaciones con Estados Unidos son tan fuertes, tan históricas, que nunca van a estar mal. Sea quien sea el presidente que elijan en Estados Unidos, nosotros vamos a mantener buenas relaciones.

Pero el acercarnos mucho y que Estados Unidos esté incómodo con que se diga que se pueden establecer hasta bases militares…

Pero no se han establecido ni se van a establecer. Allí está Costa Rica. Tiene relaciones y le obsequiaron un estadio. Panamá tiene relaciones también. Lo que sucedió aquí es que se abrieron relaciones de una manera atípica.

¿No le sorprendió la apertura de relaciones entre China y El Salvador?

No. Pero si lo hubiéramos hecho de otra manera hubiera sido mejor.

Foto EDH / David Martínez