Personas ciegas fabrican colchones a puro tacto y vocación
Ocho personas con discapacidad visual laboran en la Colchonería Santa Lucía, donde fabrican colchones, almohadas y ropa de cama. Los colchoneros piden al Gobierno y a la empresa privada que los apoyen en el consumo de sus productos, pues temen quedarse sin una fuente de ingresos.
El arte está en sus manos. Tener discapacidad visual no ha sido ningún impedimento para trabajar, y en la industria colchonera encontró su pasión, asegura Pastor Echeverría, quien perdió su vista a los 28 años debido a una enfermedad.
Echeverría ahora tiene 73 años. Todos los días sale a las 4:00 a.m. desde su casa, ubicada en Mejicanos, hacia su trabajo junto a otro compañero. Ambos, con el apoyo de sus bastones blancos.
Luego de abordar dos autobuses, lo que le equivale a una hora de camino, don Pastor, como le gusta que le llamen, llega a su destino: “Colchonería Santa Lucía”, donde trabaja junto a otras siete personas que también tienen ceguera total.
Mesas, máquinas de coser, tijeras, tela y algodón es todo lo que los ocho trabajadores utilizan para elaborar colchones, almohadas y ropa de cama.
En la colchonería, que está ubicada en la colonia Providencia de San Salvador, todos tiene un espacio asignado donde trabajar. Pastor y dos costureras trabajan en el salón principal de la casa. Todo está adecuado para que puedan movilizarse sin problemas.
Otros dos cuartos están designados para el preparado y relleno de algodón.
Echeverría tiene más de 33 años de laborar en el negocio. Al inicio le costó adaptarse “un poco, pero por la necesidad de ganarme la vida lo hice”, aseguró.
El arte de hacer colchones
Él es el encargado de cortar la funda. Sus instrumentos de trabajo solamente son tela, una regla y tijera. Desde que llegó a trabajar a la colchonera también aprendió a preparar el algodón.
Sus demás compañeros tienen asignadas diferentes tareas, como el caso de Fidel Majano, de 78 años, quien es el encargado de preparar el algodón. Entre los demás trabajadores se distribuyen otras actividades como cortar y cocer los materiales.
Majano es quien toma las riendas en el proceso de fabricación, inicia su jornada laboral colocándose una mascarilla en el rostro y con sus dos manos comienza a preparar el algodón, que no es más que desmenuzarlo de los grandes bloques que reciben de material.