María Orellana tiene seis años de vivir en la colonia Los Almendros, en San Martín, y hasta hace unos meses el agua que recibían parecía “fresco de tamarindo”, sumado a que no tenían agua todos los días, sino cada 8 o 9 días, con suerte.
Debido a eso, relata que en su casa tuvieron que ingeniárselas para llenar todos los recipientes que podían para los oficios domésticos, ya que en su casa venden tortillas. Hasta que reunieron más de $180 para comprar un tanque con capacidad para 2,500 litros. Es así como puede estar abastecida de agua para los oficios de su hogar y su negocio.
También José Mauricio Zepeda, otro vecino de la zona que atiende una tienda, cuenta que la falta de agua es persistente y que cuando por fin es el día que tienen servicio solo reciben agua por horas. Por ello, dice que los vecinos han tenido que comprar barriles, ampliar las pilas de sus casas o hasta comprar tanques para almacenar agua.
Lo mismo confirmó un directivo de Los Almendros. Erick Armando Martínez, miembro de la Adesco (Asociación de Desarrollo Comunitaria), asegura que han tenido ocasiones en las que han pasado hasta 23 días sin agua, lo cual es complicado para los casi 18,000 habitantes de esa zona.
Así como los residentes de Los Almendros, en otras colonias o comunidades donde Anda construirá los pozos, para los que contrató de forma directa durante la emergencia, hacen peripecias para abastecerse de agua, mientras llega el ofrecido proyecto de tener un pozo.
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En la comunidad Tierra Virgen, siempre en San Martín, Juana Ester Pérez, directiva de la zona, cuenta que todo el tiempo han tenido mal servicio de agua, pero que desde hace 6 meses Anda los ha estado abasteciendo con pipas los martes y viernes, aunque hay algunos vecinos que cuando no han podido recolectar agua les toca comprar después.
No llegan los recibos, pero las cuentas no están a cero
Varios habitantes comentaron que los recibos de Anda no les han llegado, incluso desde hace más de un año, pero que eso no significa que sus cuentas están a cero.
“Ellos (Anda) no están mandando recibos, pero eso no quiere decir que uno no esté cancelando, porque hay gente que dice: ‘no está viniendo el recibo’, pero no van a ver la gran cuenta que se les está haciendo”, explica Juana Pérez.
Ella cuenta que en su caso no le ha llegado el recibo, pero fue a Anda para saber sobre su situación.
“Nosotros ya fuimos y pagamos $10.71 que son del mes de abril, mayo y junio, porque igual están viniendo hasta con mora”, agrega.
El alcalde de San Martín, Víctor Manuel Rivera, explica que hay al menos 10 zonas del casco urbano del municipio que no tienen servicio de agua, entre ellas la colonia Santa María, Rosalinda, el centro urbano, San Joaquín, San Luis, San Pedro, Orellana, el barrio Las Mercedes; además de otras colonias en los alrededores que tienen el mismo problema, por lo que espera que con la construcción de los pozos se ayude a esas zonas.
Solo el pozo en Tierra Virgen, que aún no ha concluido Anda, beneficiaría a unas 1,500 familias, dice el alcalde.
Al otro extremo del Gran San Salvador, habitantes de la comunidad El Trébol, en Antiguo Cuscatlán, sufren los mismos problemas.
La comunidad está contiguo al terreno donde Anda perfora un pozo en la planta El Desvío, el cual estaba previsto que en 90 días estuviera concluida la primera fase, pero va con atrasos.
Arcadia Hernández, quien vive en El Trébol desde hace 12 años, dice que allí ninguna casa tiene agua potable y se tienen que abastecer de dos canteras o chorros públicos, pero que lo deben hacer por horas.
“A veces a la 1 o 2 de la mañana tenemos que salir a agarrar agua (a la cantera)”, dice otro vecino de la comunidad.
Los residentes explican que Anda nunca les ha proveído de pipas, sino que cuando no cae agua en las canteras tienen que comprar a la alcaldía, pero que cada “pipada” les cuesta $6.00.
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Arcadia cuenta que cada casa de la comunidad paga mensualmente $2.50 por agarrar agua durante 1 hora diaria, pero si son 2 horas deben pagar $5.00 al mes y es la directiva de la comunidad la que se encarga de pagar los recibos a Anda.
También cuenta que cuando llueve “es una bendición que cae” porque recolectan agua para el lavado de manos y otras actividades del hogar, y que en estos meses de la pandemia eso les ha ayudado incluso para labores de sanitización a la entrada de la comunidad y economizar el agua que recolectan de las canteras para sanitizar en sus hogares y hacer el lavado constante de manos. “Y gracias a mi Dios aquí no tenemos casos; todos nos cuidamos”, dice.