Pedro, el policía que sufrió la muerte de 7 compañeros, dice que la PNC está abandonada

Un policía con 25 años de experiencia, habla de las carencias, aciertos y desaciertos que tuvo la Policía en los últimos años. Piden más apoyo para el nivel básico y más operatividad contra maras.

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Por Óscar Iraheta

2019-06-06 10:08:27

En septiembre de 2015, Pedro vivió uno de los momentos más tristes de su vida dentro de la Policía Nacional Civil. Las pandillas mataron al mejor amigo que tuvo en los últimos 12 años dentro de la corporación policial. El policía expresa que aún llora a su compañero, sobre todo cuando recuerda el sufrimiento de la pobre y sufrida familia de su gran amigo.

Pero la pérdida de un compañero por un ataque de parte de las pandillas no era algo nuevo para Pedro, en octubre de 2014, sufrió la muerte de otro policía, pero no era tan cercano como su mejor amigo. Pero asegura que lo lloró. Desde esa fecha, Pedro ha perdido a siete compañeros de trabajo asesinados por las pandillas en los últimos cinco años.

Según las estadísticas oficiales, desde enero de 2014 hasta mayo de 2019, un total de 200 policías fueron asesinados por las pandillas. La mayoría, los atacaron cuando se encontraban de licencia (en sus casas). Otros, murieron durante enfrentamientos con los pandilleros.

Foto EDH/ Archivo

El agente narra que su amigo tenía sólo dos horas de haberse despedido en la delegación donde estaban destacados cuando avisaron que había sido asesinado en una zona rural en la zona paracentral del país. Pedro aún recordaba el recién apretón de mano y la sonrisa con la que se despidió su compañero.

Pedro dice que para él todos los policías asesinados eran sus compañeros, pero siete de ellos eran sus amigos, por eso fue a sus sepelios, viajó a Usulután, San Juan Opico, Cabañas y otros lugares para llorarlos y despedirlos. Abrazó y dio consuelo a las madres, esposas e hijos huérfanos. Abandonados por la Policía.

El agente es un policía de los más antiguos. Tiene 25 años de ser estar en la corporación, tiempo en el cual ha integrado diversas unidades que lo han curtido de toda la realidad dentro de la institución.

Y por eso habla de algunos temas con mucha propiedad sobre cómo está la Policía; los aciertos y errores en los últimos cinco años de las personas que lideraron la seguridad del país. Aquí nuestras preguntas y sus respuestas:

-En los últimos cinco años fueron asesinados 200 policías aproximadamente por los pandilleros. Eso es algo muy doloroso y provoca un gran desánimo como policía. Usted perdió a siete compañeros en esta violencia

¿Qué siente y piensa de toda esta realidad?

El dolor por la muerte de un compañero sólo se compara con la tristeza de perder a un familiar. En el momento que informan es muy doloroso. Todos los buenos recuerdos se vienen a la mente. Pero en seguida da un rabia tremenda, se siente mucha cólera al pensar que ese compañero era esposo, hijo o padre de familia y que fue asesinado por una causa sin sentido. Duele mucho ver cómo se le entrega a los familiares el Pabellón Nacional que no sirve de nada. Los jefes policiales no están preparados para hablar en ese momento tan duro.

Foto EDH/ Archivo

¿Qué ocurre después de la muerte de un policía?

Se desocupa su armario y sus cosas personales se le entregan a sus familiares. Pero los uniformes, arma y otros cosas son de la corporación policial. Se saca de los listados. De ahí viene una gran frustración porque la Policía no tiene un programa bien estructurado que ayude de forma directa a la familia de los policías asesinados. Se creo un programa de bienestar policial pero no fue algo estructurado y apropiado a la realidad.

¿Cómo enfrenta un grupo de policías la muerte de un colega?

Los ánimos quedan bajos y hay mucho desánimo. Afecta y golpea muy duro. Pero la misma responsabilidad que tenemos por ser policías y que es nuestro trabajo, nos merma un poco ese dolor, pero jamás lo olvidamos.

La pandilla tomó represalias contra ustedes como medida de presión ante las nuevas estrategias que implementó el Gobierno.

¿Qué piensa de eso?

En los últimos años la intensidad de esta guerra con las pandillas cambió muchos esquemas, hasta los mismos pandilleros usaron métodos más violentos como el uso de armas de guerra, emboscadas, ataques con explosivos y otros. En las calles y montañas se libró una guerra. Pero los policías estábamos en desventaja porque los pandilleros atacaron a traición cuando estábamos en nuestras casas.

¿Cuál ha sido la mejor estrategia que usaron las autoridades para combatir a las pandillas?

La situación que vivía el país obligó a las autoridades de seguridad buscar un mecanismo rápido y efectivo. La creación de la Fuerza Especializadas de Reacción El Salvador (FES) era necesaria y lo sigue siendo. Los resultados fueron los mejores que se han dado a nivel operativo, se desarticularon campamentos, capturas de los principales cabecillas de las pandillas, decomiso de armas, droga. La FES se constituyó en la punta de lanza del combate a las estructuras que huyeron hacia las montañas.

Pero el Gobierno la desarticuló al igual que al Grupo de Reacción Policial -GRP-, ¿eso entonces no fue bueno?

Su desarticulación constituyó un mal mensaje, no solo a la Policía, sino a la población. Siempre han existido los buenos y los malos policías. Las unidades de control interna siempre han hecho un buen trabajo. La penetración de las estructuras criminales es una realidad en la corporación. Se debió limpiar la FES, pero no desarticularla. Eso fue un error. Ahí habían policías capaces y con una formación profesional. No tenía nada que ver con otros problemas. Se eliminaron las dos principales unidades de la Policía de reacción a cambio que no se hiciera observaciones en el tema de derechos humanos.

¿Qué se hizo de positivo en los últimos diez años de parte de las autoridades?

La compra de vehículos, el régimen de alimentación, aunque con retrasos, compra de armamento, los cursos de ascenso, fue lo poco rescatable en esta administración. En la parte operativa, haber bloqueado la señal desde las cárceles fue algo muy positivo que ayudó a desbaratar a las estructuras.

Uno de los últimos agentes asesinados (el viernes anterior) ha sido Nelson Escalante, quien ayer fue enterrado en San Luis Talpa, La Paz. Escobar. Foto EDH/ Archivo

¿Qué fue lo más malo que se hizo?

Olvidarse de los familiares de los policías asesinados por las pandillas fue algo muy malo. Aunque se creó una unidad para eso, no se supo organizar y ejecutar muy bien. No planificar el retiro de los policías de mayor edad. Buscar una pensión digna a los policías con enfermedades terminales. No adecuar los cursos de ascensos tomando en cuenta edad y preparación. Nunca hubo un aumento de salario de acuerdo a las necesidades de los policías y del país. El seguro de vida no refleja la peligrosidad y riesgo que vive un agente en las calles. Se colocaron cargos por amistad y por apoyo político y no por capacidad.

¿Cuál es la tarea que debe realizar el nuevo gobierno?

El control territorial, la permanencia de todas las instituciones que tengan un rol en la reinserción en los municipios donde hay más homicidios o pandillas. El control en las cárceles, los bloqueos de señal que sean efectivos. Mejorar las condiciones de la infraestructura es básico. Las subdelegaciones y puestos policiales están muy dañados, no hay condiciones de seguridad y trabajo.

¿Cómo se sienten los ánimos en la Policía?

Los ánimos están bastante deteriorados y bajos. No se pudo lograr la empatía entre los mandos, los mandos superiores y el personal. El personal básico sufrió mucho, se sintió abandonado. Fuimos los que más sufrimos, muertes, pobreza, poco apoyo y otras carencias.